Madrid.- Se ha hecho pública la noticia de que la Corte Suprema de California —el equivalente del Tribunal Superior de nuestras comunidades autónomas— tiene que decidir si Bigfoot, la criatura que forma parte del folklore de la América profunda, existe. De paso, podría tal vez concluir la existencia o no del Yeti (concedámosle también las mayúsculas), que es el equivalente de Bigfoot en las creencias populares del Himalaya.

No son pocas las personas que dicen haber visto a uno u otro personaje, aunque también abundan los testigos que dicen haberse topado con el monstruo del lago Ness escocés, e incluso hay fotografías de todos esos seres por más que se sospeche que se trata de falsificaciones.

Lo genial de la noticia, no obstante, es que sean los jueces quienes determinen si Pie Grande, en la traducción al castellano del personaje, es real. Hasta ahora habían sido los científicos quienes discutían acerca de si puede existir o no una criatura así. De hecho, precedentes fósiles sí que los hay por más que la polémica esté presente también en este caso.

E.G.R. Von Koegniswald, uno de los fundadores de la paleoantropología, encontró en 1935 en una farmacia tradicional de Beijing los llamados “dientes de dragón”, unos molares de un tamaño cerca de cuatro veces mayor que los de nuestra especie. Con arreglo a ese hallazgo, Von Koegniswald propuso el género Gigantopithecus, cuyo nombre se explica por sí mismo.

cartas desde Europa

Décadas después, en los años 50-60 del siglo pasado, se añadió el descubrimiento por parte del paleontólogo Pei Wenzhong, también en China, de varias mandíbulas del Cuaternario con una dentición tan descomunal que se atribuyeron al mismo Gigantopithecus.

Incluso se llegó a sostener que se trataría de un antepasado humano, aunque uno de los especialistas más notables, David Pilbeam, tras examinar los materiales disponibles, descalificó en un artículo publicado en Nature en 1970 esa hipótesis. Pero los hallazgos han continuado.

En 2008 se publicó el descubrimiento en la cueva de Sanhe (Guanxi, China Meridional) por parte de Pan Benshi, profesor de la School of Life Sciences de la universidad de Beijing, de numerosos restos del Pleistoceno Inferior correspondientes tanto a Gigantopithecus como a la fauna asociada. ¿Podrían haber sobrevivido hasta volverse el Yeti actual o su equivalente Bigfoot?

Fue el filósofo de la ciencia Karl Popper quien nos recordó que la ausencia de pruebas no es una prueba de la ausencia. Quizá haya en algún rincón escondido cisnes negros, a los que habría que llamar zisnes tal vez. Pero para demostrar su existencia hay que enseñar al menos uno. No valen las leyendas, ni las fotografías retocadas.

Así que lo que la Corte Suprema de California va a estar juzgando no es si Bigfoot existe sino hasta qué punto quienes sostienen que sí nos engañan. Porque de la abundancia de los manipuladores no mantenemos ni la más minúscula duda.