Por Jorge Alonso Espíritu

 

No prometen la salvación, ni la vida eterna, sino el desarrollo humano y la superación personal; su culto no es a un dios, sino a la figura de un líder carismático, y sus sesiones no las dirigen sacerdotes, sino coaches. Se trata de las “sectas comerciales”, un grupo de empresas que bajo la fachada de “entrenamientos de vida”, operan a lo largo y ancho del país sin una legislación que las contenga o las regule.
Mezclan la religión con la psicología, la psiquiatría con métodos militares, pensamiento mágico con psicoanálisis y lo peor es que se han adentrado en los sectores de mayor influencia: el sistema educativo, empresarial y político mexicano, y los medios de comunicación. Como consecuencia, sus víctimas desarrollan trastornos psicológicos y psiquiátricos: fobias, psicosis, paranoias, suicidios.
Suplen a las terapias psicológicas tradicionales, pero funcionan al margen de las leyes y los derechos humanos: cometen abusos físicos y psicológicos, evaden impuestos y, sobre todo, se hacen millonarios con métodos dudosos, todo esto ante el silencio de los organismos gubernamentales responsables, comenzando con la Comisión Federal de Prevención de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS).
No hay cifras oficiales que establezcan la magnitud del problema, pero a decir de los expertos, tan sólo en la región Golfo-Centro, que comprende la Ciudad de México, Puebla, el Estado de México, Veracruz, Oaxaca y Tabasco, existen alrededor de 280 grupos autónomos que facturan más de 20 millones de pesos anuales, cantidad que no está fiscalizada.
Te presentamos el escabroso mundo de las sectas comerciales, a través de las historias de tres víctimas y del Doctor Héctor Cerezo Huerta, maestro en Desarrollo Cognitivo por el Tec de Monterrey, perito en psicología, columnista de Milenio y uno de los mayores expertos en el tema.

 

Norma: Worldworks México/ Better Me

 

[su_dropcap size=”5″]T[/su_dropcap]engo todo el tiempo para contarte lo que quieras saber acerca de la pinche secta mierda esa. Ellos me destrozaron mis planes y mis proyectos en la Ciudad de México. Soy modelo, mi sueño desde niña era ir a la capital, pero no pude cumplirlo hasta que, ya grande, me divorcié. Pero una vez allí, esa vieja, la “enroladora”, me arruinó todo.

Se llama Rocío Adame*. Era una amiga mía de muchos años. Ahora también dice ser coach, “especializada en nutrición”. A esta morra la conocí en el 2002, en un concurso de belleza, aquí en Mexicali, pero tenía mucho tiempo sin hablarme. Le conté que iría a México, y cuando le dije que me había divorciado la mujer se interesó demasiado. A mí me pareció medio raro pero dije, “bueno, es lógico que se preocupe”. Me ofreció quedarme con ella y entre todas las personas que conocía, la más factible era ella, así que acepté.

Cuando llegué, me dijo: es la primera y última vez que hablamos del tema de tu divorcio. Me preguntó cómo me sentía y le dije que bien. Desde ese día me empezó a bombardear con lo del curso. Un curso que me iba a cambiar la vida y no sé qué. Todos sus amigos habían tomado el curso y ella misma me dijo que no podía juntarme con ellos, porque primero tenía que estar procesada. No tenía nada en la ciudad, sólo dinero para buscar trabajo. Se supone que una amiga nunca te va a meter en algo negativo, entonces acepté asistir.

Lo raro comenzó cuando se acercó la fecha. La morra no quería hablar del tema. El costo del curso era de 6 mil 500 pesos, dinero que no tenía. Me dijo que iba a conseguir quien me lo pagara. Ella estaba como desesperada por conseguir el pago. Mientras, me dediqué a conseguir empleo, obtuve uno en una agencia de modelos, y otro como actriz extra.

Al siguiente miércoles llegué cansadísima porque había recorrido toda la ciudad. Como loca me marcó cuando estaba dormida y me dijo, “¡Vamos, ya! El curso es hoy”. “¿Qué no era mañana?”. “No, es hoy”. Llegamos al curso, en Plaza Exhibimex. Mi amiga me dejó allí y dos personas me dieron la tarjeta de la persona que pagó, se llama Oscar Martínez. Él cubrió los gastos de dos o tres personas para que asistieran al curso introductorio.

Al ingresar vi a unas personas muy raras, como drogados de tan motivados y felices que estaban. Esos días estuve de 7 de la noche hasta las 2 de la mañana. El sábado estuve de las 11 de la mañana hasta las 10 de la noche y el domingo, que era la graduación, estuve desde las 10 de la mañana a las 8 de la noche.

Son experiencias catárticas. Te llevan de la felicidad a la tristeza. Lloras, ríes, haces dinámicas fuera de lugar. Yo tengo problemas con estar mucho tiempo en un mismo espacio y me exigían estar sentada sin moverme. Conforme avanzaban las dinámicas yo decía, “esto está muy pasado de lanza”. Se notaba que las personas que dirigían las actividades no eran psicólogos: personas que te maltrataban, que te gritaban, que estaban exhibiendo tus problemas. Mi amiga me decía: “déjate coachear”. Pero lo del sábado fue lo más horrible que me pasó en mi estancia en la Ciudad de México.

Quedé en cenar con un amigo del grupo. Cuando iba a salir me dijeron que era necesario irme con dos de las líderes, que no podía ir a ningún otro lugar. En la secta me habían dicho que ese día tenía que estar conmigo misma, darme un baño, pero nunca me explicaron que no podía salir, que no podía hablar con nadie. Llovía a cantaros en la ciudad. Parecía una película de terror y las dos viejas estaban ahí sentadas, muy serias. Así que me comuniqué con mi amigo y le dije: “vas al departamento, te paras enfrente y me esperas hasta que te diga, porque está muy raro esto”.

Me retuvieron. No me dejaron ir. Se pusieron muy violentas y agresivas verbalmente. Nos fuimos al departamento. Rocío, la que me enroló, estaba en Mexicali y sin que yo supiera le dio las llaves también a una de las chicas. Estaba muy nerviosa. Le pregunté qué estaba pasando y la morra sacó un antifaz y bien enojada me dijo: “mira, te lo vas a poner, te vas a callar y vas a hacer caso a lo que te voy a decir. Vas a bajarte del auto, no vas a hablar con nadie, vas a dejar tu teléfono y vas a hacer lo que el coach dijo, al pie de la letra”. Yo sentía que me estaban secuestrando.

Me subieron al departamento, me dejaron sentada, me destaparon los ojos y estaba frente al espejo; había pétalos de rosa y notas en el espejo diciéndome un montón de cosas de motivación, como “AMATE MÁS” pero como la mitad decían “4s”. Y en el baño había como 100 notas más, con los mismos mensajes. Y entonces me asusté más, fingí que me había emocionado y las abracé hasta que se fueron. Le hablé a mi amigo y le dije que se metiera de volada. Cuando le conté todo me dijo: “Esta es una secta. Nos tratan como si fuéramos animales”.

Terminé el curso por consideración a mi amiga. El último día estuvimos a oscuras y me dijeron que estirara los brazos, y que estaría una persona súper importante en mi vida. Estiré las manos y estaba el señor que me pagó el curso. Me dijo que era un regalo y que iba a estarme apoyando Yo le agradecí y pensé en olvidarme de eso.

Regresé a Mexicali con la intención de volver a la Ciudad de México en un par de semanas, porque ya tenía trabajo. Al día siguiente, me desperté y lo primero que vi es un mensaje en mi celular de Óscar Martínez amenazándome. “Mi gente y yo ya nos estamos encargando de que pagues lo que me debes”. Le respondí, “¿Qué te debo? si todo el tiempo se manejó como un regalo”. Comenzaron a hacerme llamadas y mensajes diciendo que por qué no estaba en los cursos y que no iban a parar hasta acabarme.

Cuando empezaron las amenazas más fuertes empecé a investigar en internet y encontré toda la información de estas sectas. Pensé en cómo no se me ocurrió hacerlo antes. Pero nunca imaginé que mi amiga pudiera hacerme eso.

Fui a PROFECO, a derechos humanos, intenté hablar a COFEPRIS y nadie me aceptó la denuncia. Me dijeron que no tenían injerencia. La verdad es que son empresas que aprovechan las lagunas jurídicas para hacer sus cosas.

Comencé a tener paranoia, miedo de todo lo que dijeron. No pude regresar a la Ciudad de México. Tardé más de tres meses en encontrar trabajo. Sigo pagando deudas por ese tiempo. Las dependencias se manejan de una forma tan poco responsable. No puede ser que nadie pueda decirles nada. Los líderes salen en la televisión comercial. Son personas famosas.

El resto de la gente que tomó el curso sigue allá. Dicen: “Qué feo lo que nos pasó”. ¡Qué feo, no! Son chingaderas que la gente se deje. Hay gente que está ahí y después termina suicidándose por la presión tan fuerte de las mecánicas que manejan. Incluso llegan a tener relaciones sexuales entre el staff y las personas del curso.

En el salón había 200 personas, cada una pagando 6 mil 500 pesos. Y en los siguientes niveles parte de tus obligaciones es llevar 5 personas. Casi siempre es gente necesitada, que tiene miedo, que no puede hablar, que sufrió violaciones, maltratos, que son drogadictos y quedan expuestos allí. La gente es muy ignorante. A mí me impactó mucho ver a gente agradecida por ser maltratada. Es una pesadilla.

* La coach Rocío Adame se especializa en nutrición, en la empresa Better Me, al ser confrontada por un especialista, declaró no tener estudios en la materia.

 

 

Luisa: Stratega, Puebla

 

[su_dropcap size=”5″]E[/su_dropcap]n las sesiones participaron entre 150 y 200 personas. Había mucha gente foránea, de Guerrero, de Veracruz. Es muy interesante. Es un sistema de creencias y el perfil de las personas que captan es muy marcado: Un nivel académico bajo, un bajo nivel de comprensión, y muchas mujeres. Y, en consecuencia, el nivel del discurso es muy pobre. Asisten muchos enfermos. Porque todos tienen uno: un papá, una mamá, un hijo, un divorcio, una infidelidad a cuestas. Cada uno de nosotros carga un demonio.

Es tal el grado de sumisión que de ser violentado verbalmente, a recibir la violencia física hay muy poco espacio. Como estás necesitado, permites que cualquiera que se acerque a ti con cariño entre en tu vida. Y así parece que no se trata de una violación, porque lo estás permitiendo, pero ¡aguas!, estás en un estado de indefensión, por lo tanto hay un abuso.

El contrato que firmas tiene clausulas donde dice que si te pasa algo, no son responsables. Incluso puedes morirte. ¿Por qué? Porque te mantienen muchas noches sin dormir, entonces el cerebro al no resetearse, modifica su realidad y andas disociado entre lo que realmente estás viviendo y lo que ellos te implantan. Someten tu voluntad a través de la suspensión del sueño. Las sesiones son en la noche, no puedes comer. Yo de repente me comía unos caramelos a escondidas.

Su programa de actividades es muy puntual: Ingresas a las 7 de la noche y sales entre 1 y 2 de la mañana. Entras en un salón grandote y hay muchas sillas. Hay edecanes, hay mesas y te dan gafetes, hasta ahí parece todo muy normal, pero cuando entra el líder de la organización me recuerda mucho a los luchadores de la MMA, súper espectacular y todo mundo aplaude, y cuando te dicen silencio debes estar completamente callado y si te dicen agáchate hacerlo de inmediato.

Te mantienen sentado y no puedes cruzar las piernas y debes estar con las manos a los costados, siempre. Es algo sumamente interesante porque no te permiten sentir comodidad. Son aspectos del conductismo. Dentro del discurso gritan , levantan mucho la voz y de cada cinco palabras mínimo dos son groserías. Te hablan de manera muy altisonante y agresiva. Yo no sé qué buscan, si que te prendas para que los enfrentes y luego te “bajoneen”, o no entiendo. Al segundo o tercer día ya estás cabeceando, obviamente sales, y si trabajas, andas mal.

Es muy notoria la diferencia entre el discurso que utilizan para engancharte y el discurso que utilizan ya en el proceso. Si tú llegas tarde, te gritan que eres un estúpido, que aquí no vengas con pendejadas, que aquí no vas a hacer lo que quieras. Todavía me parece más delicado que saben cosas de tu vida. Porque en los formatos que llenas te preguntan si hay temas que quieras trabajar, como una muerte, una violación, un divorcio, algo por el estilo, para que se maneje de manera particular, para que sea eso lo que subsanes para crecer porque seguramente eso es un “tapón en tu botella” que no te permite brillar… y tú dices “chingón, porque lo quiero resolver, es un problema en mi vida”, y pues lo utilizan en tu contra. No sé si, por ejemplo, el que te “enrola” da una pequeña radiografía de quien eres. No lo dudaría porque a veces sacan algunos datos que dices: ¡yo no los di!

Siempre ponen la misma música al entrar. Entra el animador, se avienta un discurso, presentan la ruta de los temas y comienza a hacer un estudio de casos donde preguntan quien quiere hablar de su vida, como en una sesión de Alcohólicos Anónimos. Pierdes el sentido del tiempo. El cierre es mucho más pesado porque ya estás muy cansado. Y es el clímax donde trabajan lo de “saca tu bronca, abraza al de junto, y cuéntale tu historia”, y mucha gente llora.

En mi caso, a la persona que me invito yo le tengo mucho cariño y confianza. Lo platiqué con él y le dije: “Todo esto no va a ser que tú y yo nos distanciemos”.

Yo me salí. No permití que me gritaran, no permití que me tocaran mis fibras más sensibles y me corrieron. “¿Y tú quién te crees, crees que por tu cara bonita puedes manipular a la gente. Le dije: “¿Sabes qué?, ni siquiera me conoces como para hablar de mí”. Aparte era un escuincle. No desacredito las edades, sino el nivel de madurez. Le rebatía y llegó el momento en que se quedó callado y todo el público se sacó de onda. Así que me pidieron que me retirara y todo se puso tenso porque muchos aguantaron los gritos, que los sobajaran. No me importó dejar mi dinero. Ni modo, me costó un buen varo aprender. Había mucha gente que quería salirse y no podía.

¿En qué nivel de sus vidas estarían como para que este proceso lo vean como un ejercicio nutritivo de crecimiento?

Te ponen retos a lograr, como pararte en forma de cruz en una esquina. Recolectar dinero. Te manejan esas estrategias como grandes logros y tú los pones en un pedestal, “las personas que te abren la conciencia y sacan tu yo valiente”. Se recolecta dinero: yo no sé si eso está normado por Hacienda.

Su señal son los 4 dedos. Hay muchos coches que en la parte de atrás tienen la señal de un 4. Las personas tienen un código. Como una secta. Te ven en la calle y te hacen la señal del 4. Hay personas de la farándula que son cuatreros, como Fernanda Familiar. Me llama la atención cómo han prosperado y cómo se han metido a la médula de los sectores educativos. Se está promoviendo este tipo de organizaciones entre el colectivo docente. Uno de los empujes es entrenar vendedores. Como pequeños zombies, o bots.

Entrar es una decisión muy grave. Si las personas que van tuvieran ayuda psicológica gastarían mucho menos y estarían mucho más seguros. Los líderes nunca presentan sus títulos ni cédulas. Se maneja mucho el mentoring, coaching, expresiones que han tomado mucha fuerza dejando a los psicólogos en segundo plano, porque sus resultados son más rápidos. Pero estas no son ciencias. Hacen una reprogramación neurolingúistica muy apegada al conductismo, pero es infame manejar los ciclos de sueño, la alimentación y la autoestima.

 

Gerardo: Creatum libertas, Cancún

 

[su_dropcap size=”5″]P[/su_dropcap]asaba por una depresión intensa. Un amigo me invitó al curso. Le pregunté qué hacían y me dijo que no me podía decir, pero que fuera, que me ayudaría mucho. Mis papás aceptaron pagar 10 mil pesos y fui a Cancún a tomarlo. Yo soy de Mérida, Yucatán.

Llegué y me llamó la atención que una de las primeras cosas que hacen es usar música, los del staff parecen robots, muy coordinados y te hacen firmar que estás consciente de que ellos no saben nada de la salud metal, y también un acuerdo de confidencialidad.

El coach se llamaba Andrés Lodieu y trabajaba una técnica que se llama introspección. En cada empresa los métodos son los mismos, pero cambian los nombres, siempre hay abuso psicológico, denigración, fatiga física y mental.

En el primer nivel, te ponen al centro del grupo y comienzan a gritarte preguntándote qué quieres. Y tienes que responder gritando. Todos escuchamos las historias de las personas, pero al final a todos los tratan igual. No hay un ámbito personalizado. Atienden igual todos los traumas: violaciones, enfermedades, asesinatos. Manejan algo que llaman feed back: si haces algo bien, te felicitan; si haces algo mal, hay una sarta de gritos por horas.

Nos hicieron creer que todo lo que nos ha pasado es nuestra culpa. Si algún día te violaron, es tu culpa. Si algún día te robaron, es tu culpa. Cualquier cosa que te ha pasado es tu culpa, aunque fueras niño cuando te pasó.

Nos ridiculizaron: a mí me hicieron vestirme de Superman con lo que encontrara, a otra chica con bikini, y tenía que salir por la calle como si fuera Miss Universo, a otra como conejita de Playboy, y a otro compañero como gay. Teníamos que estar todo el día soportando esa humillación. Nos prohibieron también ir al baño.

Para el segundo nivel piden comprometerte a llevar gente. En nuestro caso, nos pidieron llevar a seis personas. Hay un guía que está contigo todo el curso. Puede pasar que te convenzan de casarte con él.

Ninguno en el staff tiene entrenamiento en salud mental, hay enfermeros, abogados. Y hay familias enteras tomando cursos y han desarrollado una especie de tradición, en la que si tú renuncias a la secta te separan del núcleo familiar: te dejan de hablar, te tratan de hereje, de traidor.

En ese nivel me practicaron hipnosis. Me hicieron ver mi muerte. Primero me pusieron una grabación en la que simulaban que estaba en un crucero y me hacían sentir bien. Repentinamente el barco chocaba y sólo había un bote, tuve que saltar al agua, donde me buscaban los servicios de rescate: Me encontraron muerto, y me enterraron. Y vi todo. Pero yo me sentía feliz, porque te convencen de que todo lo que vives en el curso es bueno para ti.

Para el tercer nivel nos comprometimos, entre cuatro personas, a juntar 1 millón 200 mil pesos de donación en especias, ropa, juguetes, comida. Ahora sé que es para evadir impuestos. Un día encontré en internet información sobre el coaching coercitivo. Sobre las sectas. Y me di cuenta de todo lo que me habían estado haciendo.

Desarrollé ataques psicóticos muy fuertes. Comencé a recordar muchas cosas en cuestión de segundos, y no era capaz de controlarlo. Tenía impulsos de salir y matar gente. Ataques de ansiedad e ira. Hasta hace poco, con ayuda de un psiquiatra, pude superarlo. Mi familia creía que tenía un cambio positivo, hasta que vieron la verdad del curso.

*Las tres empresas mencionadas: Stratega, Worldworks y Cratum Libertas, recibieron una solicitud de entrevista, todas pospusieron la posibilidad de llevarla a cabo.

 

 

Entrevista con Héctor Cerezo Huerta / Maestro en Desarrollo Cognitivo por el Tec de Monterrey

 

-¿Cuál es el término correcto para referirnos a estos grupos?

Coaching coercitivo fue una denominación que se usó en los años 90. El término correcto debe ser “sectas comerciales”, pero en realidad estos grupos no son ni coaching. Utilizan técnicas de él, de la psicología, de todos sus enfoques, pero también de quiebre emocional, técnicas para modificar el sistema de creencias, técnicas catárticas, vivenciales, dialogales, psicocorporales.

Estas empresas empezaron a usar eufemismos, palabras más rimbombantes y atractivas como “entrenamientos de vida” “coaching inside”, “coaching ontológico”, “samurái game”, “ingeniería de lo imposible”. Cambió el nombre, pero lo que se sigue haciendo adentro es abuso psicológico.

Y son sectas comerciales porque cumplen una serie de requisitos que las catalogan como tal. No es para ofenderlos o denostarlos, es un término científico desde el punto de vista de la psicología social, porque las sectas pueden ser religiosas, políticas, educativas, pero estas se encuadran como comerciales

-¿Qué diferencia hay entre las sectas comerciales y las religiosas?

Comparten factores en común: tienen una estructura piramidal donde los que están en la base difícilmente llegarán a los niveles superiores, una estructura de jerarquías perfectamente bien definidas: un sistema escalonado, con la presencia de un líder incuestionable cuya palabra es una verdad absoluta y al que difícilmente se le puede criticar, cuestionar o negociar.

Hay que ser cuidadosos porque todavía tenemos la idea de que los líderes de las sectas son personas que bajan de la montaña con una túnica blanca, iluminados. No, son personas carismáticas con mucho poder de persuasión. El tercer requisito es que hay un staff, un grupo primario que protege al líder. Cuarto: modifican el lenguaje: usan un argot. Quinto, dentro suceden fenómenos que, aunque la gente le cueste trabajo reconocer, son abusos psicológicos. Se supone que en las sectas la gente va porque quiere, cambia sus creencias porque quiere. No, no es cierto, lo hace por la presión del grupo, por los ejercicios, por la influencia del líder, por las amenazas implícitas. Las sectas religiosas cumplen esto pero además un requisito ideológico. Las de desarrollo humano no plantean un poder sobrenatural, sino la idea de ser mejores personas, “romper sus cajas de creencias”, resolver sus problemas, cambiar sus vidas.

Las personas buscan estos grupos porque quieren respuestas concretas, quieren evitar preguntas críticas. Las sectas aumentan cuando hay crisis económicas, porque la gente quiere agarrarse de algún soporte ideológico. Y las sectas aprovechan esa mercadotecnia emocional. México es un paraíso para las sectas dado que los marcos legales son muy laxos o peor aún, no existen.

-¿Existe un perfil de los consumidores de estas empresas?

Sí hay un perfil, preferentemente son mujeres. No quiero decir que el género o sexo sea un factor de vulnerabilidad, parece más bien que a la mujer por su educación se le inyecta la idea de lo emocional. Los participantes tienen sesgos cognitivos, personas con pensamiento mágico, que no ejercen el pensamiento crítico, que no están informados de la realidad social, política, cotidiana.

Son proclives a la causalidad radical: suponen que lo que les pasa es culpa de ellos y no de un sistema. “Lo que pasa no es culpa del gobierno, sino culpa mía”. Muchos de ellos tienen arrastradas una serie de problemas como violencia sexual, problemas familiares, enfermedades, pérdida del empleo, subempleo, todo eso júntalo y verás lo fácil que es engancharlos. Muchos de ellos tienen trastornos psicológicos serios: depresivos, ansiosos, con trastornos suicidas, brotes psicóticos, abusadores sexuales, francos delincuentes que llegan a estos grupos buscando ser perdonados.

-¿Se puede decir que están de moda?

Si, están en su clímax. Estas sectas llegaron a México en los años 90. La historia es muy interesante. Las trajo un argentino que vive en México y tiene relación cercana con grupos del PAN, se llama Gabriel Nossovitch. Sale huyendo porque Tele Trece hace un reportaje con cámaras ocultas en uno de sus grupos en Buenos Aires y se revelan los abusos que comente. El grupo se llamaba Argentina Works. Nossovitch tiene que salir porque se formó un grupo de familiares afectados por estas sectas. Hay denuncias, tienen un impacto mediático y él se exilia.

Así llega a México y forma México Works. Llegaron con la misma metodología que tenían, mezclada con experimentos que hicieron los Estados Unidos en los años 70. Por ejemplo, psicólogos militares usaban un método que ellos aplican, que se llama “la silla caliente”, donde colocaban al recluta al centro y los demás le iban diciendo sus defectos; la idea era quebrarlo. Algo similar se hace aquí. También la confesión pública donde cada uno confiesa sus secretos y escuchas una cantidad de cosas inenarrables.

Se convirtió en una franquicia y se diseminó por el país. No hay ciudad mexicana que no tenga un grupo de estos, pero en la región Golfo –Centro es donde más se concentran. Estos grupos han tenido la inteligencia de acercarse a grupos políticos, partidos, universidades, sindicatos. En Zacatecas eran los que se encargaban de entrenar a jueces, magistrados y ministerios públicos, cuando ellos lo que necesitan es otro tipo de capacitación. Se están utilizando recursos del erario para estas sectas comerciales.

Su publicidad no es abierta. La invitación es de boca a boca, y en redes sociales. Su interés es tener un perfil bajo porque ya hubo denuncias ante PROFECO por fraude comercial, ante COFEPRIS, ante el MP por lesiones y algunas con los organismos de psicología. Pero el problema es que esas denuncias no prosperan por la ausencia de un marco legal. Nuestra iniciativa es construir una ley que prevenga, sancione y regule estos grupos, una ley que ya existe en otros países; nos basamos en la francesa, que sanciona la manipulación mental.

En los últimos cinco años han aparecido grupos para niños y adolescentes. Si ya es preocupante los efectos psicológicos de adoctrinamiento en adultos, no les cuento en niños y adolescentes que están en etapa de crecimiento o en busca de su identidad. Es sumamente preocupante. La dependencia que se debe pronunciar es COFEPRIS, pero ha mantenido la boca cerrada porque quizá lo que están esperando es una desgracia. Las personas egresan de estos centros de tratamiento con un nivel de fanatismo grave. Lo dice la literatura psicológica. Cuando hay un cambio profundo en su sistema de creencias y conductas, se aproxima a la radicalización violenta, y en casos extremos al terrorismo.

Estas personas no toleran la diferencia. Todos hablan igualito, se saludan con la señal del 4, utilizan un lenguaje particular. Algunas empresas ya los han contratado para el reclutamiento y selección del talento humano. Ahora les dicen a los contratados: te vas a tu entrenamiento de vida.

-¿Por qué no se conoce mucho de estas sectas?

Porque casi nadie se anima a denunciar. Alguien que ingresa tarda muchos años en darse cuenta del adoctrinamiento sufrido. No es una cuestión inmediata. Algunas personas cuando ingresan se dan cuenta inmediatamente por donde va el asunto y se van. Otras son más vulnerables a la persuasión coercitiva y se quedan. Otras viven el proceso y no cambia mucho su personalidad y otras tantas la modifican por completo, y se sienten avergonzados cuando se dan cuenta. El grupo sectario te hace sentir alguien único, en familia. Otro fenómeno es que los grupos sociales de las personas se van restringiendo. Por eso hay muchos divorcios, infidelidades, abandono de trabajos. La secta sustituye a los grupos esenciales. Las personas no se reconocen como víctimas.

Es una bola de nieve que está convertido ya en una avalancha. La única manera en que podrá detener es que haya un proyecto de ley.

-¿Cuáles son los riesgos de participar en estas sesiones?

Existen algunos a corto plazo como trastornos del sueño, modificación de preferencias sexuales, relativismo moral, causalidad radical, crisis de pánico, estrés postraumático, depresión, brotes psicóticos, personalidad maniaca, trastorno disociativo.

A largo plazo, síndromes por adoctrinamiento. Un cambio profundo e irreversible en el sistema de creencias, afectos y conductas de las personas. Si alguien de este grupo me estuviera oyendo me diría que no está de acuerdo, que no he vivido el proceso, que obviamente el grupo es para personas fuertes, que no estoy preparado, o procesado.

Los coaches no son psicólogos ni psiquiatras. Hemos encontrado abogados, fisioterapeutas, gente con prepa, con secundaria, que se hizo coach viendo a los otros.

Ya se han documentado casos de suicidio en Jalisco y Monterrey. No quiero decir que todas las personas que pasen por estos grupos van a tener síntomas, hay unas que no. Y para ser justos, hay personas que se vuelven mejores personas, pero no por lo que hicieron, sino por ellas, pero no se dan cuenta. Calculamos que un 37% de las personas van a terminar con un grupo sintomático.

Héctor Cerezo Huerta / Maestro en Desarrollo Cognitivo por el Tec de Monterrey.

Héctor Cerezo Huerta / Maestro en Desarrollo Cognitivo por el Tec de Monterrey.