La única verdad es la realidad. Aristóteles

“Dejar suelto al tigre”, frase que generó un gran temor entre los empresarios presentes en la Convención Bancaria, la noticia corrió como reguero de pólvora; Andrés Manuel López Obrador sigue siendo el mismo líder autoritario y amenazador, ya que expreso que si no gana las elecciones él se irá muy tranquilo a su rancho de Palenque en Chiapas, pero que no haría nada para amarrar al tigre que quedaría suelto.

El candidato de Morena matizó sus declaraciones diciendo que no era amenaza, sino que advertía que habría un descontento social. Cierto o no, el comentario abona el ambiente de crispación en la escena política electoral y recalca la imagen de radical que ya tiene este personaje.

Históricamente esta frase tiene su origen en un comentario que a inicios del siglo pasado hiciera Porfirio Díaz respecto de Francisco I. Madero, que más o menos decía lo siguiente: “Madero ha soltado al tigre, ya veremos si puede controlarlo”. Eran otras condiciones sociales. Ahora me pregunto si esta supuesta desestabilización social en verdad puede darse; no tengo duda de que se pueda pretender desestabilizar o complicar más nuestra tan desgastada problemática social, pero no veo ese ánimo en toda la sociedad.

¿A quién puede asustar un tigre suelto? Si vivimos entre varios de los tigres más feroces y peligrosos que andan sueltos desde hace mucho tiempo y tal parece que nadie se ha dado cuenta, o al menos parece que no quieren darse cuenta. Andan tan campantes y libres estas fieras haciendo de las suyas y cobrando un festín nacional. La inseguridad pública y la delincuencia organizada son de los tigres más hambrientos y sanguinarios.

La corrupción es otro de ellos, que devora todo lo que encuentra a su paso lo mismo en el sector privado y con mayor voracidad en el público, este felino no ve ni distingue entre partidos o recursos federales o locales, arrasa con todo destruyendo vidas y truncando proyectos, viejitos o jóvenes, niños recién nacidos, becarios escolares, madres de familia, enfermos que requieren los servicios de salud y los medicamentos que este debe otorgar se han quedado sin la posibilidad de recibir los beneficios de los programas sociales a causa de esta fiera insaciable.

Pero hay más tigres sueltos: el de la economía, que en lugar de crecer cada vez más va hacia atrás; el del desánimo social que hace que los ciudadanos no participen más en las decisiones publicas y que su descontento y hartazgo sea cada vez más evidente. El del encono político que devora líderes y proyectos serios en beneficio de caciques, demagogos y charlatanes. Tigres que dañan nuestra democracia, el tejido social, la sana convivencia y el Estado de derecho.

La amenaza no es un tigre suelto más, el autentico peligro consiste en dejar sueltos a los que ya lo están. Ante los tigres que tenemos sueltos por el país, el de López Obrador resulta un gatito.

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