En un proyecto loable y visionario, la Agencia Espacial Mexicana y la Academia Nacional de Medicina se dieron a la tarea de reunir a un selecto grupo de investigadores y especialistas expertos en medicina espacial, para crear un volumen de 370 páginas que pasa revista a los principales temas de la medicina espacial. La obra Medicina espacial, coordinada por Raúl Carrillo Esper, Juan Alberto Díaz Ponce Medrano y Sanjuan Padrón Lucio, se presenta en tres secciones: “Medicina y ciencias espaciales”, “Adaptación fisiológica en el espacio” y “Escenarios especiales de la medicina espacial”.
Una incursión visionaria
Este libro no surgió como una actividad aislada sino que forma parte de una tarea iniciada hace muchos años, porque en este año se cumplen cincuenta años de la primera incursión de un mexicano en la medicina espacial, y lo hizo de una manera sobresaliente, tanto así que su trabajo se inscribe en la historia de la medicina espacial.
En diciembre de 1968, el doctor Ramiro Iglesias Leal, considerado pionero y padre de la medicina espacial en México, se convirtió en “el primer ser humano en recibir e interpretar un electrocardiograma enviado desde una nave espacial, el del astronauta Anders, tripulante del Apolo VIII”, según refiere el doctor Rolando Neri Vela en el capítulo “Momentos estelares en la historia de la medicina espacial”.
Ese y otros hitos de la medicina se encuentran en la obra, que “contribuirá de manera importante al posicionamiento de la medicina espacial en el contexto de las disciplinas de la salud en el México moderno”, como asegura en el prefacio el doctor Francisco Javier Mendieta Jiménez, director general de la Agencia Espacial Mexicana.
Por lo tanto, en el país no es nueva esta disciplina, que los coordinadores del libro definen como “la ciencia médica que estudia los efectos biológicos, fisiológicos y psicológicos de la microgravedad y los vuelos espaciales […] se ha convertido en una especialidad independiente de la medicina y en estrecha interrelación con diferentes especialidades médicas, psicología, nutrición y otras actividades científicas como la astrobiología, telemedicina y biotecnología, entre otras”.
El desarrollo de la tecnología espacial ha contribuido al avance de la medicina, la cual se considera la segunda disciplina más beneficiada por la carrera espacial, la primera es la electrónica terrestre.
Algunos de esos beneficios se encuentran en el estudio de los efectos de las radiaciones en el organismo humano; la producción de nuevas moléculas en un ambiente de microgravedad para crear medicamentos; los parches transdérmicos para administrar medicamentos como analgésicos; nuevos materiales como el titanio que se emplean en prótesis; el desarrollo de laparoscopios para la observación directa de órganos y para realizar laparatomías (cirugías); conservación y procesado de alimentos; hornos de microondas y muchos otros aparatos y equipos que contribuyen a hacer la vida más amable.

Fuera de este mundo
La telemedicina, otra área surgida de la tecnología espacial, ha ayudado a perfeccionar los marcapasos cardiacos, generar el holter (dispositivo pequeño que registra y almacena el electrocardiograma de una persona por lo menos durante 24 horas) y otros equipos portátiles. Asimismo, pueden enviarse instrucciones a personal no especializado para tratar una fractura, una luxación y otras urgencias médicas no complicadas.
De estos y muchos otros avances médicos, biológicos, farmacológicos y fisiológicos se ocupan los expertos y especialistas, quienes además de pasar revista a las aportaciones a la medicina de la Tierra, también describen las adaptaciones fisiológicas en el espacio, los cambios que suceden en los sistemas neurológico, cardiovascular, respiratorio, digestivo, reproductivo e inmune, así como en la nutrición, la visión y las células de la sangre, entre otros cambios que suceden en las cápsulas espaciales.
Asimismo, se proporciona el panorama de algunos escenarios de la medicina espacial, como la reanimación cardiopulmonar; el comportamiento de las células y la aparición de cáncer y el efecto de la radiación; las infecciones; la odontología; los cambios en la sangre; las urgencias médicas; la anestesia y la cirugía.
Mención aparte merece el capítulo “Perfil psicológico de los astronautas y adaptación al confinamiento en el espacio”, en el que se describen las características fisiológicas y psicológicas de quienes aspiran a ser astronautas, así como algunas adaptaciones fisiológicas y psicológicas a que son sometidos los astronautas antes de viajar al espacio.
En suma, el libro “abre un nuevo campo de conocimiento en el que México debe gradualmente incursionar, tanto por la colaboración internacional que en este sentido se requiere, como por el futuro desarrollo tecnológico de nuestra nación”, como señaló en la presentación el doctor Enrique Graue Wiechers, presidente de la Academia Nacional de Medicina de 2014 a 2016.
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f/René Anaya Periodista Científico

