Ricardo Muñoz Munguía

La presencia de Leonora Carrington en México inicia con su arribo a nuestro país hace seis décadas, no se puntualiza si fue por su primer matrimonio, con Renato Leduc, o por un interés particular. Tal presencia de la última surrealista del siglo pasado, hoy se afianza al dedicarle un espacio con su nombre, el Museo de Leonora Carrington en la sede del Centro de las Artes de San Luis Potosí que, por supuesto, albergará parte de su obra, ese gran universo donde se conjunta la magia y el espíritu. A partir del 22 de marzo se exhibirán sesenta piezas de su obra escultórica de pequeño y gran formato, grabados, litografías y objetos personales que su hijo, Pablo Wisz Carrington, donara en comodato para el espacio que destina 2 mil 400 metros.

Como es de esperarse, el museo destinará espacios para exhibiciones temporales, área de talleres, biblioteca, sala audiovisual y cafetería en el Centro Internacional de Estudio y Difusión del Surrealismo.

Sea pues, que la presencia de Carrington, continúe con su indeleble acento de su arte en México, donde la mayor parte de su obra se realizó, “nación a la que amó profundamente”, como lo subrayó Saúl Juárez en el anuncio de este sitio frente a Armando Herrera Silva, secretario de cultura del San Luis Potosí; Laura Elena González Sánchez, directora del Centro de las Artes del estado y el propio Pablo Wisz Carrington, quien remarcó el sueño cumplido a su madre, que es la celebración de este museo, con lo que espera que el arte de Leonora siempre esté al alcance de la gente, sobre todo de los jóvenes como ella lo quiso, y, sobre todo, porque “Leonora sigue viva en espíritu y su legado artístico es parte de nuestra vida cultural nacional”.