Es 1 de marzo de 2018. Las clases se reanudaron en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, de Parkland, Florida. Quince días antes, fue el escenario de una cruenta masacre donde Nikolas Cruz, un estudiante resentido debido a que se le expulsó por mala conducta, cargó con una ametralladora contra sus compañeros. Lo hizo en un día que simbolizaba el amor y la amistad: el 14 de febrero. Cabe mencionar que esa fecha ya ha sido usada por la industria fílmica para crear una película de terror llamada Sangriento San Valentín, en curiosa coincidencia con lo sucedido en ese plantel educativo.
Cruz llegó tranquilamente al campus armado con un rifle semiautomático que adquirió fácilmente en la tienda de deportes Dick´s, un arma que es usada para misiones de asalto en frentes de guerra. El individuo ingresó dotado de varios cargadores. Esperó pacientemente a que sus compañeros salieran del salón de clases y les disparó con tiros secuenciales y mató a 17 de ellos, para después ser capturado sin ofrecer resistencia por un escuadrón SWAT.
La escuela tiene ahora 17 pupitres vacíos, y una fuerte sensación de temor anida entre la población estudiantil, que regresó con recelo y desconfianza a clases. El año pasado, Estados Unidos también fue escenario de otros tiroteos que causaron numerosas muertes, una de ellas el primero de octubre en Las Vegas, que dejó 59 personas muertas y más de 500 heridos. Otra ocasionada por un joven de 26 años que mató a 26 personas y dejó heridas a más de veinte cuando se oficiaba una misa en una iglesia de Sutherland, Texas.
Estos hechos han puesto en la mesa de debates la política de portación y posesión de armas establecida en la famosa Enmienda 2 de la Constitución estadounidense, un aspecto que es ampliamente defendido por la Asociación Nacional del Rifle, organismo que tiene gran influencia en los medios políticos para garantizar el derecho de la población norteamericana a estar armada ante cualquier eventualidad.
El presidente Donald Trump quedó entre la espada y la pared al decretar medidas para el control de armas, entre las cuales se encuentra limitar su venta a mayores de 21 años, las cuales causaron molestia entre los miembros de la RNA, quienes se deslindaron como causantes de los actos violentos registrados. En un intento por refrendar su apoyo a la organización conservadora, Trump recomendó armar a los profesores para evitar masacres como la registrada en la escuela de Parkland.
La situación chocó de plano con un incidente en una escuela de Georgia, donde un profesor se atrincheró en un salón de clases armado. Al parecer, el docente disparó una vez para advertir a sus alumnos que evitaran entrar al recinto.
Para Stephen Donehoo, militar retirado estadounidense y experto en temas de estrategia y seguridad, armar a los maestros no contribuye a disminuir las amenazas de tiradores solitarios y denunció que la facilidad de adquisición de armas, entre otras causas, son los motores que impulsan las acciones violentas. Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía telefónica.
Una situación mediática
¿Como ve la violencia en Estados Unidos?
Es un país donde, como ya hemos visto, hay eventos espectaculares de violencia en la vida pública y, además de los casos de terrorismo que también hemos vivido, creo que en el ámbito nacional el país se está acostumbrando a una vida más o menos calmada porque la violencia es parte de la vida cotidiana. Aunque las tasas de mortalidad, dependiendo de cómo se le vea, pueden hacernos parecer que somos mucho más violentos con respecto a otros países; en un balance en el número de muertes por cien mil, yo creo que estamos más o menos bien. El tema es que cuando hay situaciones como las que hemos visto y vivido, como la del tiroteo en la escuela en Parkland, Florida, obviamente eso atrae la atención mediática y hace pensar que la situación es mucho peor de lo que es.
Esos eventos de violencia que han ocurrido, como las masacres de Las Vegas y en Sutherland Spring, Texas, ocurridas en 2017, ¿cómo las consideran, ¿como efectos de la delincuencia o formas de terrorismo?
Insisto en que son eventos espectaculares que pasan por el hecho de que se pueden conseguir armas en Estados Unidos, que pinta a la mayoría de los otros países por razones históricas, porque hemos visto resurgir en los últimos veinte años casos aislados de violencia como este de un estudiante enojado y que, en lugar de resolver su problema con las autoridades de la escuela, buscó un arma de asalto y mató a cuanta gente pudo.
Creo que eso tiene base en varias cosas, primero en la disponibilidad de armas semiautomáticas, que antes era raro; por otra parte que tenemos una situación cultural donde las familias no tienen la importancia que tenían antes. Me refiero a ciertos elementos que contribuyen a este tipo de violencia, como los videojuegos violentos, donde el jugador es premiado por matar a la gente. Esto es algo que contrasta mucho con aquellas familias que están unidas y que participan en juegos integradores como el monopolio y no en un juego de matanza a gran escala. Hay varios factores que promueven este factor de violencia, pero el principal es el acceso a las armas de este tipo, pero hay muchas otras causas.
Romper el monopolio de la RNA
La Asociación Nacional del Rifle reaccionó ante las medidas propuestas por Trump de restringir la venta de armas elevando el límite de edad para adquirirlas. Ellos han sido una puerta muy importante para el financiamiento de campañas electorales, ¿cómo puede impactar su influencia en estas decisiones?
La RNA ha tratado de sobrevivir en un momento, y a cada reto que se le impone y que afecta sus reglas fundamentales, como un intento de seguir vigentes. Creo que ellos no han estado dispuestos a negociar medidas intermedias y, en esas circunstancias, incidentes como el del 14 de febrero son los que reavivan el tema de que hay que romper el monopolio que tienen sobre el tema de la posesión de armas. Creo que con opciones medias o intermedias se pueden hacer cambios que no involucran un cambio a la Segunda Enmienda, pero sí se pueden incrementar reglamentos para controlar quiénes tienen acceso y qué tipo de armas están disponibles y cuáles son las reglas para verificar este tipo de cosas.
¿Qué piensan de la medida de Donald Trump de armar a los profesores? ¿Puede funcionar?
Me parece que no tiene ningún sentido y no creo que tenga ningún futuro tampoco. Los profesores están para educar a nuestros hijos. El número de profesores que hay en el país es alto y hay que considerar que una decisión tan grande como la que propone Trump significa armar entre 20 y 40 por ciento de los profesores. Hay más de 130 mil escuelas en la Unión Americana, estas son atendidas por más de tres millones de profesores; eso significaría que más de 600 mil maestros deberían ser armados para enfrentar casos semejantes a los de la escuela en Parkland.
Lo que creo es que debemos dejar que los profesores se enfoquen en educar a nuestros hijos y dejar que sea la gente de las policías y de seguridad interna las que se encarguen de ver por la seguridad de los planteles. Eso es lo que yo creo que ayudaría a mantener un mejor control, pero armar a los profesores, por razones filosóficas, es algo que no tiene ningún sentido.
Los profesores deben estar dedicados en preparar a los niños y jóvenes y no en adiestrarse para defenderlos. Ellos deben tener su tiempo libre para dedicarlo a prepararse mejor para educar a sus estudiantes y no para asistir a un campo de tiro para entrenar su puntería y disparar bien. Eso es como convertir en policía a un educando, quien debe tener mejor experiencia en sistemas educativos y no en el manejo de balas y cargadores.
Hay otro problema que esa propuesta trae consigo: durante su clase, ¿dónde colocará el profesor esa arma con la que se espera que pueda defender a sus alumnos de un ataque armado? ¿Cuáles son los aspectos físicos que tendrían esas armas para que no cause molestias a los niños cuando la vean? ¿Qué pasará con ellas en caso de que un niño o un joven las tome? ¿Dónde las guardarán en el tiempo en que no se esté en clase? En fin, son muchos aspectos críticos que esa medida no está considerando adecuadamente.
Creo que es insostenible desde un punto de vista legal y también del filosófico, pues tener más armas en una institución educativa no es la solución, especialmente con gente que no está preparada para lidiar con un problema tan serio como este. Los mismos agentes de seguridad deben tener un entrenamiento especial para el uso de estas armas y hay casos en los que muchos de ellos no pudieron asumir una situación extrema cuando esta llegó.
Definitivamente no creo que tener más armas en las escuelas sea una solución al problema de la violencia.
Condiciones históricas diferentes
Estados Unidos ha sido un país que tradicionalmente ha favorecido la venta de armas y su posesión. En México hay grupos que apoyan la adopción de esas mismas medidas, ¿cree usted que estas han contribuido a bajar la violencia en su país?
Yo creo que cada país tiene sus antecedentes históricos para mantener el control de las armas. No sé si en México sea una buena política la de incrementar el número de armas y de gente que pueda poseerlas, pero en Estados Unidos tenemos el concepto de que cada ciudadano tiene la capacidad de autoprotección y también de proteger al país en caso de una invasión o una rebelión. Eso ha sido parte de nuestra historia y en nuestra Constitución hay potestades muy claras que establecen la portación de armas entre los ciudadanos, y la Corte Suprema ha apoyado esa medidas; eso es algo que no va a cambiar. Más bien lo que creo es que hay que buscar las maneras de hacer modificaciones donde se puedan hacer para el tipo de armas que estén disponibles y quiénes pueden tener acceso a ellas; eso es algo que cada estado o ciudad puede ver cómo debe funcionar.