El último viernes de la semana pasada se publicó en el diario El Financiero una encuesta de Alejandro Moreno que equilibra las preferencias electorales, ante una encuesta que dejó un tamiz de desconfianza por la disparidad de los resultados presentados.

El sondeo al que me refiero es el de mi amigo Roy Campos, en el cual prácticamente entierra al candidato del PRI, José Antonio Meade Kuribreña; y al joven maravilla de los negocios inmobiliarios, el aspirante presidencial Ricardo Anaya Cortés.

La verdad es que los números de esa encuesta de Campos me parecen una desmesura, que quizá también fue advertida por los ciudadanos que llegaron a verla, que, como yo, seguramente se llenaron de una sensación de desconfianza ante el sondeo mencionado.

¿Por qué? Por el sobredimensionamiento que hace el dueño de Consulta Mitofsky de las posibilidades de un triunfo para el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador el próximo 1 de julio, y las magras cifras que otorga a Meade y Anaya.

Y de pronto que se le aparecen los muertos del panteón al buen amigo Campos, con una muy creíble encuesta que Moreno publicó en El Financiero, sondeo que ubica a Meade ya en segundo lugar de las preferencias electorales.

Para hacer un control de daños de lo inverosímil que se mostró Campos, a partir de la aceptación y credibilidad del trabajo de Moreno, enseguida subió en su página otra encuesta sobre las preferencias electorales, en la cual trató de matizar el despropósito que cometió en la que presentó.

Campos ratificó su intento de control de daños en una entrevista con Denise Maerker, encuentro en el cual admitió que, en relación con el segundo lugar de preferencias sobre los candidatos a la Presidencia de la República, efectivamente, por el efecto Margarita Zavala se ha dado una vuelta.

¿En qué sentido? En primer lugar, la esposa del expresidente Felipe Calderón inscrita virtualmente en la boleta del 1 de julio como único aspirante independiente que logró la meta de los apoyos requeridos, le empieza a pesar, sobre todo al queretano, y lo baja hasta un tercer lugar en las preferencias electorales.

Y eso que trabaja en favor de Meade Kuribreña, quien con gran consistencia se está adueñando del segundo lugar, las tendencias son claras, ya en otros sondeos.

En fin, es importante que Campos vea la realidad y reconozca que Meade no está tan abajo, como lo consignó en su sondeo.

Que recuerde Campos cómo le ha ido en el pasado cuando exagera las cifras en torno a un candidato; se juega el prestigio y la confianza ciudadana que, como él bien sabe, es muy difícil de recuperar.

Es más, Campos le reconoce a Denise que el enemigo de López Obrador en las ocasiones anteriores que ha sido candidato presidencial es el propio Andrés Manuel.

Campos ejerce, pues, el privilegio de tratar de salvar prestigio y credibilidad —oficio lo tiene y de sobra— matizando su increíble encuesta de El Economista con la que publicó posteriormente en su portal con criterios completamente diferentes y más cercanos a la realidad.

¡Cosas veredes, Sancho!