López Obrador tomó protesta ante cada uno de los partidos que conforman el Frente Juntos Haremos Historia: Morena, PT y Partido Encuentro Social (PES). Si bien los dos primeros partidos tienen lazos comunes en una visión de izquierda, la alianza con el último ha causado estupor: el PES es un partido evangélico de corte pentecostal, con valores sociales muy conservadores.

El discurso de López Obrador en el Congreso Nacional del PES no es tan simplista como lo han estimado algunos comentadores. En esta entrega inicio con un resumen de éste en el que subrayo algunos términos centrales o controversiales. En las próximas, analizaré con detalle algunos puntos.

En la introducción, López señaló que su propuesta presidencial está basada en la búsqueda del bienestar material y del alma (sin definir la palabra) inspirándose en tres principios: la justicia, la honestidad y la reconciliación de los mexicanos a través del amor (otro término ambiguo que surgirá repetidamente en la toma de protesta, enfocado desde diversos ángulos). López Obrador señaló que para regenerar al país hay que resolver la falta de bienes materiales y la pérdida de valores. Para ello hay que fomentar el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la Patria, para lo cual no basta el desarrollo ni las medidas coercitivas, hay que partir de la reserva de valores de la familia y el México profundo (comunidades) para promover valores individuales y colectivos. La regeneración moral debe estar en el centro para ir al fondo del problema. Los cambios éticos consisten en ir en contra de “la mancha negra del individualismo, la codicia, el odio”. El tema ético pertenece a la política, “quienes piensan que no, olvidan que la meta última de la política es lograr el amor y hacer el bien, en ello radica la verdadera felicidad” (otra afirmación controversial).

Luego se refirió muy brevemente (pero no citó) al Antiguo Testamento en referencia a la justicia y la fraternidad como lugares preponderantes del ejercicio ético-social, y al Nuevo Testamento para hablar de la preferencia de Jesús por los pobres y los niños. “Para muchos Cristo es amor”, afirmó sin indicar para quiénes. Igualmente aclaró que esto no se contrapone a su concepción de Estado laico, pues “Jesús fue claro: A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César” (única cita bíblica).

A continuación, habló de la bondad y la justicia que los no creyentes practican. Para ello citó a Aristóteles sobre el esfuerzo de la conciencia política para que los ciudadanos posean cierto carácter que sea bueno y estén capacitados para actos nobles. También hizo referencia a revolucionarios actuales del continente americano que buscan “no sólo la justicia sino la bondad”. Con este fin, a partir de Eduardo Galeano en Los hijos de los días, retomó una frase del militante Rafael Barrett: “Si el Bien no existe, hay que inventarlo”.

Posteriormente, con Alfonso Reyes retomó el asunto de los valores espirituales para aclarar que hablar de ellos no implica entrar en el terreno religioso. Reyes escribió en su Cartilla moral de 1944: “El Bien no es sólo obligatorio para el creyente sino para todos los hombres […], se funda en razones que pertenece a este mundo”. López puso como ejemplo a los pueblos de Oaxaca que tienen sus creencias religiosas y trabajan cargos de gobierno sin salario por el principio moral de servir a los demás. El candidato afirmó querer contribuir a formar hombres buenos y felices partiendo de una premisa: “sólo siendo buenos podemos ser felices”.

Siguiendo con Alfonso Reyes, el candidato habló de seis preceptos básicos del código del bien: Respeto a nuestra persona en cuerpo y alma; a la familia; a la sociedad humana; a la Patria; a la especie humana y a la naturaleza. También retomó las categorías, bastante similares, de León Tolstoi en Cuál es mi fe. A estos valores, López Obrador añadió, entre otros: la verdad, la honestidad, la austeridad, la no-violencia, la libertad, igualdad y fraternidad, “la verdadera legalidad”. Además, marcando su línea en un ambiente conservador, agregó “principios y derechos de nuestro tiempo”: la no discriminación, el respeto a la diversidad, el derecho a la pluralidad y la libre manifestación de las ideas.

Finalmente, resurgió el concepto de República amorosa. Para lograrla, dijo, primero hay que tener un código del bien. Para ello hay que convocar a una Constituyente que elabore una Constitución moral o un código moral: “Así como existe una constitución política, vamos, entre todos, a elaborar una Constitución moral”. Para integrar esta Constituyente convocará a filósofos, psicólogos, sociólogos, antropólogos; ancianos venerables de las comunidades indígenas, maestros, padres y madres, jóvenes; escritores, poetas, mujeres, empresarios, defensores de la diversidad y los DH, practicantes de diversas religiones para que haya un diálogo ecuménico, interreligioso, y entre religiosos y no creyentes. Cuando la Constitución moral esté elaborada se fomentará para frenar la corrupción política y moral y para sentar las bases para la convivencia futura “sustentada en el amor” y en hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad.

El candidato terminó su discurso recordando como ejemplos, como lo hizo en la toma de protesta con Morena y como faros de su presidencia, al indígena zapoteco Benito Juárez García, el mejor presidente de México; al apóstol de la democracia, Francisco I Madero; al presidente popular y patriota, Lázaro Cárdenas del Río. A continuación, lanzó tres frases significativas en ese contexto: “Qué viva el diálogo”, “Qué viva el amor”, “Qué viva la reconciliación”. Cerró con un nacionalista: “Viva México”.

Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se investigue Ayotzinapa, que trabajemos por un nuevo Constituyente, que recuperemos la autonomía alimentaria, que revisemos las ilusiones del TLC, que defendamos la democracia.

@PatGtzOtero