El Primer Ministro chino Li Keqiang advirtió que su país no tolerará ninguna acción frente a una posible independencia de Taiwán, al tiempo de defender la política de una China única, al considerar a la población de la isla de Formosa como sus compatriotas, con un pasado y cultura comunes. Dichos señalamientos vertidos en el inicio de sesiones de la XIII Asamblea Popular Nacional dejan en claro la postura de una unificación mediante el control del gobierno de Beijing, tal como sucedió con otras regiones como Hong Kong y Macao.
En contraparte, el gobierno de Taiwán anunció un aumento a su presupuesto militar como respuesta a las amenazas a su seguridad provenientes del exterior, en especial posibles ataques de China o Corea del Norte. La tensión ocasionada por el tema de independencia contra reunificación frente al gigante asiático ha generado esta respuesta debido a los ejercicios militares que realiza la República Popular en aguas del Océano Pacifico Meridional, lo que puede ser interpretado como un riesgo para la administración de Taipéi.
¿Existen amenazas para la paz ante un eventual conflicto entre Taiwán y China? Si bien existen elementos preocupantes para ambas naciones lo pero que podrían hacer es dar entrada a un enfrentamiento bélico. Por una parte, China ha logrado recuperar su soberanía en excolonias mediante la negociación y cumplimientos de acuerdos como aconteció con Hong Kong y Macao. En tanto, el gobierno de Taipéi cuenta con el reconocimiento internacional de 20 países, además de generar grandes incentivos económicos que han permitido dinamizar la economía de la región -incluida la República Popular de China- y contar con una fuerza militar que puede ofrecer una defensa costosa para cualquier tipo de invasión.
Esta tensión si puede influir en los comportamientos de los mercados de ambos países, lo que podría generar una migración de inversiones en caso de aumento de amenazas mutuas entre ambas naciones, por lo que la respuesta ante la eventualidad debe ser pacífica y de negociaciones.
Pese a las amenazas y declaraciones por ambas partes, lo cierto es que el siguiente año se cumplirán 70 años del triunfo de la revolución y la fundación de la República Popular de China (1949); lo que coincide con la salida de los nacionalistas hacia Formosa y el establecimiento del gobierno de China Nacionalista (o Taiwán) en la isla. Después de siete décadas aún no hay un acuerdo común entre ambas partes, por lo que ni una u otra reconocen la soberanía legitima, foco de tensión y quizás, el único pendiente de una reunificación después de las experiencias de Hong Kong y Macao.
La solución no será sencilla; pese a la falta de reconocimiento internacional Taiwán ha generado una poderosa industria que lo ha llevado a convertirse en uno de los “tigres asiáticos”, además de evolucionar su democracia en las últimas décadas -con Tsai Ing-wen, mujer Presidenta-, lo que ha sumado una gran cantidad de socios comerciales alrededor del mundo. No obstante, los 23 millones de taiwaneses enfrentan retos que pueden poner en riesgo su estabilidad como nación, tales como la limitante de los recursos naturales en sus escasos 36 mil kilometros2 de extensión; o el bajo número de hijos por mujer, uno de los tres más bajos a escala mundial, lo que contrasta con el crecimiento poblacional de su adversario, la República Popular de China, el país más poblado del mundo.
Legalmente, el gobierno de la isla se considera con la legitimidad de la historia y la soberanía de todo el territorio continental debido a los acontecimientos anteriores a la revolución, lo que es inaceptable para la RP China, quien en materia internacional ha ganado espacios desde que en 1971 fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas como el gobierno legal y que mantiene relaciones con 90% de los países, por lo que Taiwán ha quedado relegado en importancia internacional. Este hermetismo ha derivado en la intención de que la isla de Formosa sea reconocida como un país independiente, a fin de contar con los vínculos legales internacionales a efecto.
Sin embargo, un fracaso en la pretensión del reconocimiento de Taiwán como país soberano es la negación por parte de la ONU a tener un asiento como país o nación afiliado al organismo, por lo que no sólo queda lejos del reclamo de ser considerado el gobierno legítimo de toda China continental, sino que su propia existencia como pueblo independiente es cuestionado en los foros internacionales. Esto le puede dar una ventaja a la RP China a fin de llegar a acuerdos que permitan un futuro común bajo la gestión de la administración pública en Beijing.
Las intenciones taiwanesas contrastan contra la política de la RP China de ofrecer alternativas como “un país, dos sistemas” utilizado en Hong Kong o la política de una sola nación unificada. La falta de un diálogo genera tensiones que se agravan con los ejercicios militares de ambas partes.
Para la República Popular, la política de “una sola China” ha tenido éxito debido a la inclusión de Macao y Hong Kong, aunque la situación con Taiwán ha sido de hermetismo y sin grandes avances diplomáticos, por lo que he visto como una “provincia rebelde”. El futuro es incierto en la región, por lo que ha casi siete décadas del triunfo de la revolución aún hay temas pendientes de resolver para conformar un país unido.
El autor es Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá de Henares.