Por Elena Poniatowska*

 

Presencia de América Latina en Santiago de Chile

  

El día 15 de enero de 1962, en la Universidad de Concepción  de Santiago de Chile, hubo un encuentro de escritores de América Latina. (Un solo norteamericano invitado: el sociólogo, doctor Frank Tannembaum, especialista en cuestiones latinoamericanas). Cada uno de los intelectuales dio una imagen de su país para lograr así una visión de América Latina. ¿Se acercaron entre sí  Argentina y Bolivia, Brasil, Colombia y Cuba, Chile y Ecuador, y México, y Paraguay, y Perú, y El Salvador, y Uruguay y Venezuela?  Según Alejo Carpentier, quien hace suyas estas palabras de Linus Pauling, Premio Nobel de Química:  “Aquí se aprende más de América Latina en una semana que leyendo en tres años”. Las sesiones duraban de ocho y media a diez horas y los participantes daban una conferencia  sobre su país: “¡La exposición de Benedetti sobre el Uruguay es fabulosa, chico!”… “El boliviano Jesús Lara habló del teatro quechua, el teatro de los incas; nos contó el drama de Atahualpa… Los peruanos José María Arguedas y José Miguel Oviedo hicieron comprender a los asistentes el problema del bilingüimos en Perú.” !Hay un lenguaje popular y hay un lenguaje culto!” José María Arguedas disertó acerca de “La crisis  decisiva del progreso histórico de la Cultura en el Perú” y Thiago de Mello, el brasileño, habló sobre: “La Imagen del Brasil”.  El paraguayo Augusto Roa Bastos sobre: “Paraguay, una isla literaria en América”… “Todos salimos enriquecidos. El tono y el estilo de la reunión  era de una seriedad decisiva; el nivel intelectual muy alto, y los invitados, hombres de letras y artistas activos

—¿Asistió el hombre que edificó Brasilia, el arquitecto Niemeyer?

—Oscar Niemeyer no asistió pero mandó un mensaje espléndido diciendo más o menos que la arquitectura se ha vuelto un juego gratuito… “Ahora hemos terminado Brasilia y toda nuestra obra caerá en manos de mercachifles, vendedores y usureros. Brasilia no sirve de base sino para negocios, y mientras no se cambie la estructura de la sociedad, la arquitectura no tendrá ningún sentido artístico ni social”… Hablaron— en las veinte sesiones de trabajo dedicadas a la IMAGEN DE AMÉRICA LATINA—, más de treinta delegados latinoamericanos…

—Naturalmente ustedes esperaban la intervención del norteamericano Tannembaum…

—Sabíamos que era un especialista notable en asuntos latinoamericanos; un conocedor profundo de nuestros países, durante más de veinte años. En el ciclo “Imagen de América Latina” Tannembaum habló sobre las “Bases Ideológicas de de las Relaciones Internacionales de las Américas”, pero en realidad este título no guardaba relación con lo que se proponía decir: que la la historia de Europa se había desarrollado en función de un imperialismo. Allá privaba la rapiña como en los casos muy conocidos de Alemania –Francia, Austria-Italia. En el caso del Continente Americano, el Imperialismo era imposible, y por lo tanto habíamos llegado a un momento histórico favorable para constituir una federación de Estados, como fue el sueño de Bolívar…

—¿Tannembaum habló así, antes de Punta del Este?

—Sí, pero Tannembaum no fue por la respuesta a Roma. Carlos Fuentes le preguntó si los Estados Unidos formarían parte de esta Federación, lo cual provocó la hilaridad general. Fuentes le demostró después jurídicamente que no podía haber una unión federal entre la América del Sur y la América del Norte. Los intereses de los Estados Unidos no son los mismos que los de los países latinoamericanos. La relación que ha existido entre el Norte y el Sur, hasta la fecha, se ha caracterizado, no por la colaboración sino por la explotación. Fuentes citó varios ejemplos de la forma en que los Estados Unidos han intervenido violentamente en la política interna de los países latinoamericanos. La exposición de Carlos Fuentes, brillante y clara,  fue seguida con un interés apasionado por los estudiantes y abrió el frente de ataque a la posición de Tannembaum.

—¿Cómo se defendió el acosado Tannembaum?

—El pobre Tannembaum estuvo a punto de llorar. Arguyó que los Estados Unidos no eran los culpables de todos los males de América Latina; que lo que hacíamos no era moral y que lo estábamos usando como pretexto para atacar a su país. Al día siguiente tomó el avión y nos quedamos en familia.

—¿Qué otros delegados se opusieron a Tannembaum?

—Benjamín Carreón, del Ecuador, le dijo: “Parece señor Tannembaum que usted olvida un hecho esencial: fueron los Estados Unidos los que hicieron fracasar el Congreso de los Pueblos de América ideado por Bolívar”… El delegado colombiano Gerardo Molina trajo a cuento que si bien Colombia tendría 150 millones de la Alianza del Progreso, en cambio perdió 250 millones debido a que los Estados Unidos rebajaron las tarifas del café… José María Oviedo, del Perú, dio una lista de cuarenta y seis casos de agresión directa o indirecta de Estados Unidos al principio de autodeterminación que teóricamente funciona en la O.E.A.

—¿Y su intervención, Carpentier, en que consistió?  

—Yo señalé que la literatura hispanoamericana, desde Rubén Darío (Rodó también), pasando por la famosa carta de José Martí a Mercado, escrita la víspera de su muerte en Dos Ríos, hasta los últimos escritores—Isidro Fabela, Asturias, Fuentes, Benítez, Cardoza y Aragón, Neruda—, todos se habían caracterizado por su repudio a las distintas formas de que se ha revestido el imperialismo.

(También sabemos que Carpentier expuso todo lo que la Revolución Cubana ha realizado por llevar la cultura a su pueblo: orquestas sinfónicas, ballet, escuelas, teatro, noticieros, etc.).

—¿Qué nos dice, Carpentier, de la alfabetización?

—Pues mira, chica, los de la UNESCO estudiaron el problema y llegaron a la conclusión de que el analfabetismo se podría liquidar en Cuba, en 11 años. Tú sabes, que el gobierno de la Revolución sólo ha empleado 11 meses en liquidar este grave problema.

(Y Carpentier se despide con una amplia sonrisa).

*Texto publicado el 7 de marzo de 1962, en el suplemento La Cultura en México, número 3, de la revista Siempre!