En tiempos electorales arrecian las denostaciones, se propagan las calumnias y se muestra el músculo de la condición humana en casos como estos carentes de nobleza, propuestas o novedades significativas. Tales conductas difícilmente se habrán de erradicar porque la lucha es por el poder, no por ganar el diploma de la santidad, la política es terrenal y no está desprovista de pasión, en todo caso también se requiere imponer razones.

El común denominador que se observa se finca en un caudal de medias verdades, una muy corta memoria entre acusados y acusadores, todos contra todos aunque ninguna organización escapa al desprestigio, la desventura con episodios tormentosos, la casi extinción de calidad moral.

Nadie asume responsabilidades en relación con los grandes males que se incubaron durante años en el país y en particular.  Los candidatos parecen descubrir el hilo negro o el agua tibia, cierto aún es un tramo bastante corto de las campañas aunque las encuestas casi no se mueven y Andrés Manuel López Obrador se consolida.

El Instituto Nacional Electoral tiene ante sí una gran prueba porque debe mostrar imparcialidad, certeza, transparencia, equidad; en suma los valores de la democracia no como eslogan sino más bien como práctica para despejar dudas en relación con los cuestionamientos que hubo y habrá.

La jornada del primero de julio resulta inédita por factores que sumados la suponen densa, concurrencia en treinta entidades federativas, una candidata independiente, éxodos masivos de militantes que han cambiado de piel y camiseta.

Los spots publicitarios de los partidos políticos son cuantiosos, algunos más radicales, otros son punzantes, pocos con propuestas claras. Algunos asumen los comicios como si se tratase de una guerra, del todos contra todos, con esa premisa solo se exalta el fanatismo que es lo que menos se ocupa si realmente se tiene el interés de vigorizar la democracia a la mexicana.

Falta un trecho no tan largo de esta caminata para culminar las campañas, pueden registrarse diversos imponderables porque justamente eso caracteriza a la política, sumas y restas, ejercicios oscuros para enlodar contrincantes, medias verdades que se presenten como el descubrimiento del día.

Las encuestas merecen lectura aparte porque han demostrado que son una herramienta útil para cambiar de ruta, buscar adaptaciones a las campañas, son el retrato social de un lapso efímero que puede modificarse; en las elecciones del año 2012 algunas encuestadoras mellaron su prestigio porque registraron sendas equivocaciones ignoramos si con dolo o involuntariamente, el dato capital será hasta el día de los comicios el primer domingo de julio.

La madurez política de dirigentes partidarios y candidatos será fundamental para que el clima de civilidad impere, con actitudes sensatas no habrá espacio para pugnas que pudieran ensombrecer el panorama que debe estar óptimo para una fecha que debe caracterizarse por pacífica y competitiva. Esto implica que la vocación democrática de los contendientes no debe regatearse, más bien debe manifestarse porque no estamos para actitudes avariciosas ni mezquinas.