Gonzalo Edmundo Celorio y Blasco nació en la Ciudad de México en el año 1948. Doctor en Literatura Iberoamericana por la Universidad Nacional Autónoma de México. Editor, ensayista, narrador y crítico literario actualmente es profesor de Literatura Hispanoamericana, también imparte la Cátedra extraordinaria Maestros del Exilio Español en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha impartido innumerables diplomados y cátedras a nivel nacional e internacional. Es Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española como de la Academia Cubana de la Lengua, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Artes desde el año 1994. Ha sido honrado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura concedido por el gobierno de México en el año 2010 entre otros premios internacionales.

De la carrera De la edad I De ida es un fascinante libro. El novelista escribe minuciosos ensayos, él, manifiesta aquellos periodos históricos que lo extasió con madurez personal a desarrollar ese denso ramaje y, como afronta la vida, tiene una educada entereza para comunicar esa rica materia en pequeñas escenas, episodios con su aguda recreación de historia propia. Como observamos en un fragmento de intimidad en el capítulo El velorio de mi casa: “Pero no es la casa la que se va. El que se va soy yo y sin embargo siento que, sin mí, la casa está muerta, no sólo por el peligro inminente de su destrucción, sino por mi propia lejanía, por nuestra separación. Tengo que abandonarla yo, que le daba vida. Mis caseras, las señoritas Carrasco, me obligan a dejarla. Por primera vez comprendo el rigor del exilio”.

La narración del autor es personal, avisada e inteligente, que confirmamos un resguardo de alto sentimiento con admirable control de sí mismo sin dejarse arrebatar por su sentir en el hábitat, al contrario, se apresó en su biblioteca para escribirlo, meditarlo, luego aceptarlo.

El libro se repasa con el mismo encanto que ha sido escrito, entonces el lector queda embelesado. Un magnífico ensayista con un género benevolente en el ámbito literario. Celorio firma la existencia vivida inspirado en sus propias experiencias, idea otra coexistencia imaginaria y mediante lo que subraya tenuemente altera la vida verdadera en circunstancias blanco y negro.

Para Celorio, la ciudad grandilocuente hace que nos perdamos en un laberinto y descubramos lo que guarda desde sus entrañas, envolviéndonos con sus protagonistas; la catedral, los edificios, las calles; sus voces diversas, su pasado impregnado en lecturas renombradas por escritores que descubrieron portentos avasalladores que inmortalizaron en sus obras literarias. Leamos en México, ciudad de papel: “‘Una hoja prematuramente marchita’ que describe Alfonso Reyes en Palinodia del polvo; la ciudad de ‘luces tuertas’, de ‘imágenes rotas’, de ‘palacios humillados,/ fuentes sin agua,/ afrentados frontispicios’, que ve entre sueños Octavio Paz en el Nocturno de San Ildefonso; la ciudad ‘… que tiene una corteza, algunos bosques,/ y ciento cincuenta cementerios/ para más o menos diez millones de mediovivos’, que, enamorado de ella, sufre Efraín Huerta en su Circuito interior. Es la ciudad gigantesca y convulsa que inaugura su monstruosidad en La región más transparente de Carlos Fuentes, la primera novela de nuestra literatura que trata de la ciudad no sólo como escenario o como ámbito moral, sino como protagonista que pudo abarcarla por completo porque desde entonces la ciudad se ha reproducido y fragmentado en muchas ciudades distintas y distantes, amuralladas, inexpugnables, que ni siquiera se sospechan desde las alturas de San Nicolás Totolapan, donde está mi casa, que es la casa de ustedes. Una ciudad que ha desplazado sus fronteras para hospitalizar los brutales accidentes de la demografía; que ha multiplicado por trescientos el espacio que ocupaba en los tiempos de los conquistadores, y quién sabe por cuánto el número de sus habitantes hasta llegar a ser una de las mayores concentraciones humanas en la historia del mundo”.

Corrompida o venerable el área urbana. Para la escritura de Celorio es sobre todo evocación de la persona y de la comunidad. Una retentiva experimentada con sus propias palabras, está fielmente escrita en cada uno de los ensayos dedicados a ella, Gonzalo Celorio muestra una representación literaria, comparte su razonamiento, explicándonos que la ciudad está a merced de su propia destrucción entre sus calles, fortalezas, lo rige una mutación al paso de los tiempos contemporáneos pero esas fortalezas siempre resguardarán sus secretos conservados en la literatura histórica, geográfica, y por supuesto literaria.