Édgar Ocampo Téllez es profesor en energía en el ITAM y en la UNAM, columnista en Energía a debate y conferencista sobre este tema.

—El mundo globalizado utiliza una inmensa cantidad de energía para diversos fines. Los altos costos ecológicos que ha acarreado obligan a buscar fuentes “limpias” para generar energía. ¿Es una solución?

—Hoy la sociedad transita de fuentes de alta concentración y alta densidad energética como el petróleo, el gas y el carbón (copio aquí la liga de una conferencia del autor sobre el petróleo: https://www.youtube.com/watch?v=AcAYXrFX5uU), a fuentes dispersas, difusas y de baja densidad energética como la eólica y la solar. Tratar de hacer más sostenible el sector energético es una aspiración legítima. Sin embargo, es fundamental considerar lo que este reto implica. Si queremos reemplazar la capacidad del actual parque de generación eléctrica hay que multiplicar por 5 a 7 veces la capacidad convencional instalada; es decir que para instalar las fuentes renovables se necesita una superficie de 50 a 70 veces mayor que la que ocupa el parque de generación eléctrica. Para dimensionar esto: la capacidad del parque de generación eléctrica de México es de 70 GW de potencia, con fuentes renovables se requerirán 350 GW. Además, la infraestructura renovable no es amigable con el medio ambiente. Por ejemplo, para hacer un parque solar hay que destruir la capa vegetal de suelo para evitar el crecimiento de hierbas que puedan crear sombras sobre los paneles solares. Es decir, que estamos hablando de crear desierto.

¿Hay una mejor manera de utilizar el viento como fuente de energía?

—Hace 200 años, la humanidad dependía en gran parte de fuentes de energía como el viento y el sol. Esas sociedades eran más modestas, más pequeñas y mejor adaptadas a su entorno; mientras que en los últimos 100 años creció un sector industrial, como el del acero o el cemento, que depende de grandes flujos de energía constante, abundante y de manera oportuna y no puede funcionar con energías renovables intermitentes cuyo funcionamiento no coincide con las variaciones de la demanda de energía. Durante 20 años Alemania ha invertido en el desarrollo de un parque de energías renovables ¡y no ha podido cerrar una sola central eléctrica a carbón! A pesar de las grandes inversiones en el desarrollo de la energía eólica y de haber instalado más de 28,000 turbinas, con una capacidad de 50 GW, esa fuente sólo representa el 2 por ciento del consumo de la energía primaria. Según altos funcionarios de una empresa eólica europea, el crecimiento máximo de esa fuente en Alemania es de 60 GW. La energía eólica fracasó en ese país.

Entonces, con casi 8 millones de personas en el mundo, ¿es mejor aprender a limitar el uso de la energía?

—El crecimiento poblacional comenzó a crecer de manera exponencial a partir del siglo XVIII, lo que coincide con el uso de los combustibles fósiles. También aumentó exponencialmente el uso energético por individuo. Pero, la humanidad cuenta con una gran herramienta que es el control y la reducción del consumo mundial de energía: se deben suprimir sus usos superfluos. Por ejemplo, el motor de una pick up puede dar energía eléctrica a 100 viviendas: hay que dar paso a vehículos de bajo consumo.

¿Este tema es urgente de tratar entre especialistas y de divulgar en la sociedad?

—La conciencia energética debe ser un objetivo fundamental en la educación de cualquier país. Si no hay una difusión de la información sobre este tema, la gente no podrá modificar sus comportamientos en el consumo de energía. El miércoles 2 de mayo en la UNAM tendrá lugar el Coloquio “Desafíos económicos en el futuro económico de México” para compartir desde diversas ópticas el problema de la energía (http://www.inergy.lat/index5.html) y las posibles alternativas para resolver el predicamento energético al que se enfrenta la sociedad.

@PatGtzOtero