En este año electoral la atemporalidad de la política electoral puede apreciarse pertinentemente si recordamos cómo, en la antigua Roma en el año 64 a. C., cuando Cicerón compitió electoralmente para un puesto en el consulado romano, su hermano Quinto le dio una serie de consejos, no todos muy éticos, para ganar las elecciones, los cuales hoy traemos a la memoria porque, sin duda, siguen vigentes y por ello ahora se reproducen.
- Las apariencias, por encima de lo real
La fugacidad de la campaña obliga al candidato a cuidar a detalle sus apariciones en público y, en especial, a cuidar su oratoria: “Por mucha fuerza que tengan por sí mismas las cualidades naturales del hombre, en un asunto de tan pocos meses, las apariencias pueden incluso superar esas cualidades. (…) Tendrás que presentarte siempre tan bien preparado para hablar como si en cada una de las ocasiones se fuera a someter a juicio todo tu talento”.
- Cuida del núcleo interno y de tus “amigos”
La relación entre un candidato y sus colaboradores más cercanos: “Procura que aquellos que te deben algo se den cuenta de que no van a tener más oportunidad que esta para demostrarte su agradecimiento. (…) Cuando eres candidato, la palabra amigo tiene un significado mucho más amplio que en tu vida corriente (…) Cuanto más íntimo es un amigo, cuesta mucho más esfuerzo conseguir que te aprecie y que desee que alcances el mayor prestigio posible”.
- Cuidado con los apoyos inesperados
“El agradecimiento puede venir de aquellos que te deben algo y también de aquellos a los que les pueda interesar debértelo”. Los apoyos siempre se dan por tres razones: “Beneficios, expectativas o simpatía sincera”, aunque esta última es la menos frecuente.
- No hay ningún hombre imposible de convencer
Nunca hay que dar a ningún votante por perdido. “No existe nadie de quien no puedas lograr apoyo. Si te ganas la amistad de los hombres más importantes, podrás contar fácilmente con la del resto”.
- La especial importancia de los indecisos
Una vez que convences a un indeciso, este peleara mucho más por tu causa que cualquier otro: “Si consigues que deseen apoyarte los que están indecisos, estos te apoyarán mucho”.
- Los jóvenes, una importancia extraordinaria
Los jóvenes tienen una especial importancia en una campaña electoral: “Alimenta la esperanza de los más jóvenes. Su edad los empuja fácilmente a la amistad. Es extraordinariamente grande y digno de admiración el celo que ponen estos jóvenes a la hora de buscar votos, de salir al encuentro de las personas, de propagar las noticias y de acompañar al candidato”.
- La necesidad de la multitud y el séquito
“De la afluencia del séquito se podrán deducir los medios y apoyos con los que vas a contar. Resulta muy necesario y conveniente que vayas siempre rodeado de una gran multitud”.
- Un breve retrato de los enemigos
En el mundo, existen tres clases de enemigos: “Los que se han visto perjudicados por ti, los que sin motivo alguno no te aprecian y los amigos de tus competidores”.
- Cómo convencer a un enemigo
“Justifícate ante los que has perjudicado y hazles ver que, si te brindan su amistad, podrás ayudarles en el futuro. Ante los que, sin motivo alguno, no te aprecian, dedícate a alejar de ellos ese sentimiento hostil haciéndoles algún favor. Da afecto a los amigos de tus competidores. Incluso si fuera necesario, para ganártelos, da afecto a los propios competidores.”
- Cómo lograr el fervor del pueblo
“El pueblo desea que el candidato lo conozca por su nombre, lo halague, que mantenga un trato asiduo con él, que sea generoso, que suscite la opinión popular y ofrezca una buena imagen en su actividad pública. Haz que salten a la vista tus esfuerzos por conocer a los ciudadanos. Aun si es necesario simular aquellas cualidades que no posees. Procura ser accesible día y noche. Abre las puertas de tu casa y también las de tu alma”.
- El arte de la adulación
La adulación, siendo negativa en la vida corriente, cobra en campaña una gran relevancia. Es conveniente dominar este arte y transformarlo en votos: “Aunque en la vida corriente constituya un defecto vergonzoso, se hace imprescindible en una candidatura”.
- Promete, incluso aunque no puedas cumplir
Al ciudadano le gusta que le prometan, y por eso hay que hacerlo, incluso a sabiendas de que en un futuro esas promesas no serán correspondidas: “Los hombres no solo quieren recibir promesas. Quieren que se las hagan con liberalidad y deferencia. Aquello de lo que no seas capaz, niégate a hacerlo amablemente o no te niegues; lo primero es propio de un hombre bueno, pero lo segundo es propio de un buen candidato. Las promesas quedan en el aire, no tienen un plazo determinado de tiempo y afectan a un número limitado de gente; por el contrario, las negativas te granjean indudable e inmediatamente muchas enemistades”.