“Presidente Trump: Si usted quiere llegar a acuerdos con México, estamos listos. Como lo hemos demostrado hasta ahora, siempre dispuestos a dialogar con seriedad, de buena fe y con espíritu constructivo. Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos. No vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones…”
Esta fue la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto luego de que Donald Trump endureciera su discurso antimigratorio contra México al amenazar con el envío de entre 2 mil y 4 mil integrantes de la Guardia Nacional a la frontera sur de Estados Unidos para frenar el acceso de inmigrantes mexicanos ilegales.
El mensaje del mandatario mexicano sorprendió a muchos por considerarlo un duro discurso contra el presidente norteamericano, luego de más de un año y medio de mantener una posición tibia y hasta de sumisión.
“Enrique Peña Nieto no está hablando con Donald Trump, el mensaje está dirigido a los mexicanos, porque tendremos elecciones en julio, más próximas que las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Quiere crear consensos internos, porque eso le ayuda a tener un mayor control político y tener una mejor imagen hacia la población mexicana”, señala Rafael Velázquez Flores, profesor e investigador de la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California.
“Sabemos —dice— que los índices de aprobación del presidente han sido muy bajos, y busca aprovechar esta situación para llevar agua a su molino desde el punto de vista político, porque no hay ningún actor, hasta ahora, que esté en contra de lo que manifestó en su discurso. En el ámbito académico, laboral, sindical, empresarial, todos estamos de acuerdo, fue un discurso enérgico, eso es bueno, era lo que faltaba tener, un discurso más fuerte”.
Apunta que las únicas críticas que se han hecho respecto del mensaje es que fue un poco tardío e insuficiente, “pero hay que ver que realmente lo que busca Peña Nieto con este discurso es, por un lado, ganar legitimidad interna, y por el otro, tratar de apoyar la candidatura de José Antonio Meade, que actualmente está todavía en el tercer lugar”.

Del discurso a los hechos
Para el licenciado y maestro en relaciones internacionales por la UNAM y doctor en estudios internacionales por la Universidad de Miami, Donald Trump pasó del discurso a los hechos al enviar la Guardia Nacional a la frontera para darle seguridad y evitar que crucen los migrantes ilegales, principalmente mexicanos.
“Es un acto innecesario, en la actualidad prácticamente estamos en una tasa cero de migración. El número de migrantes mexicanos que cruzan se ha reducido mucho en los últimos años, menos mexicanos están cruzando de manera ilegal la frontera, debido a las medidas migratorias, a las crisis económica, etc. Además, a través de deportaciones o de regreso voluntario muchos mexicanos están regresando al país. No hay necesidad ni de un muro ni de tener a la Guardia Nacional”, explica.
Velázquez Flores afirma que “esta acción de parte de Donald Trump tiene una retórica dirigida el público estadounidense, porque en noviembre también hay elecciones de medio término en Estados Unidos, y el presidente de ese país tiene temor a perder una de las dos cámaras, en este caso la Cámara baja, ya que existe la posibilidad de que los demócratas recuperen la mayoría en la Cámara de Representantes. En el Senado será muy difícil, es prácticamente imposible”.
Explica que “una cámara en donde el Partido Demócrata tenga mayoría puede conllevar ciertos riesgos para la administración Trump, como una mayor oposición, incluso podrían iniciar con un impeachment (destitución) como se hizo en el caso de Richard Nixon en 1973, aunque no se llegó a eso, pues él renunció antes de que se le hiciera un juicio político para evitar ser el primer presidente destituido en toda la historia de Estados Unidos”.
Asegura que para un sector de la población estadounidense hay la percepción errónea de que los migrantes mexicanos son “una amenaza a su seguridad, que romperán con sus tradiciones, que cambiarán el idioma, las culturas, ¡es totalmente falso! Está probado desde el punto de vista económico, sociológico, que los migrantes mexicanos hacen una aportación muy importante a las sociedades, principalmente en el sector laboral, y son los migrantes quienes sostienen su economía”.
Relación en crisis
Rafael Velázquez, también miembro del Consejo Consultivo de la Asociación Mexicana de Oficinas de Asuntos Internacionales de los Estados, anota que la relación bilateral “está en una etapa de tensión que no ocurría desde hace mucho tiempo. La última crisis fue en 2011, cuando el presidente Felipe Calderón declaró persona no grata al embajador, en ese entonces Carlos Pascual, no sucedió nada, simplemente la relación se tensó un poco”.
“En 1985, hubo una crisis diplomática con Estados Unidos por el caso Enrique Camarena, agente encubierto de la DEA, y en 1969 con la Operación Intercepción, que motivó que se revisaran todos los vehículos y las personas que cruzaban la frontera entre México y Estados Unidos para detectar drogas. Han sido los momentos de mayor tensión bilateral, pero desde la llegada de Donald Trump, incluso desde su campaña, se han tenido fricciones y tensión bilateral”.
A nadie le conviene
Pese a la situación que se vive el día de hoy y a que el presidente Peña Nieto instruyó a los miembros de su gabinete realizar una evaluación de los mecanismos de cooperación que cada dependencia federal tenga con el gobierno norteamericano, Rafael Velázquez explica que “a ninguno de los dos países le conviene detener la cooperación que se tiene en materia migratoria, de seguridad, que desemboca en lucha contra el narcotráfico. “Es solo el discurso, natural en la política exterior, creo que se quedará en ese nivel de retórica”.
“Lo que sí se está viendo es que la interacción entre los presidentes Enrique Peña Nieto y Donald Trump está cancelada, pero en la esfera ministerial, la burocracia se sigue reuniendo, tiene acuerdos, es decir, sigue funcionando”.
Recuerda que los secretarios de Economía y de Relaciones Exteriores, después de que se anunció que pondría la Guardia Nacional a lo largo de la frontera, hicieron un viaje a Washington porque queda fuera de cualquier normalidad decir: mañana ya no voy a cooperar contigo, somos vecinos que estamos peleados y no nos hablamos. No, nos necesitamos uno al otro, hay un nivel de interdependencia tan alto que no es posible dejar de cooperar en los niveles más bajos. Por ejemplo, en Tijuana hay una interacción intensa, complicada con Estados Unidos. Aquí cruzan legalmente alrededor de 100 mil-200 mil mexicanos hacia Estados Unidos. Romper la cooperación significa que ya no los dejarían pasar y eso es imposible, porque Tijuana tiene una interacción económica, social, política, muy muy fuerte con San Diego, no se puede detener”.

Candidatos de la continuidad
El experto en política exterior expresa su opinión sobre lo publicado en The Washington Post, en el sentido de que si Andrés Manuel López Obrador fuera presidente, entre él y Trump terminarían con la relación bilateral… ”Voy a decir algo que he planteado: el término política exterior no es tan importante en esta campaña presidencial, la ventaja es que los cuatro candidatos coincidirán en términos generales en las propuestas de política exterior”.
“Ahí no habrá debate, todos estarán a favor de que México debe enfrentar los retos que representa la relación con Estados Unidos desde la administración de Donald Trump; plantearán que México actuará en favor y en función de los principios tradicionales de la política exterior y estarán de acuerdo en que México debe tener una participación activa en las organizaciones internacionales, y que el libre comercio es una piedra angular del crecimiento económico, no pueden negarlo”.
Indica que “gane quien gane no podrá hacer cambios sustantivos, extremos, en la política exterior de México a partir de 2018. No importa si gana López Obrador o José Antonio Meade, habrá una continuidad en la política exterior de México, al menos en los hechos, en el discurso puede haber cierta diferencia. A la mejor si llega López Obrador tendremos un discurso más nacionalista, está bien, es una buena alternativa, pero eso no quiere decir que habrá cambios profundos en la política exterior del país”.
Desde mi punto de vista, dice, “José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Margarita Zavala también mantendrían un discurso nacionalista mientras el presidente Trump siga tomando decisiones como el tema del muro, cancelar el Tratado de Libre Comercio y mandar la Guardia Nacional a la frontera. Lo veremos a lo largo de las campañas y saldrá en los debates”.
“En un sistema tan global y tan interdependiente un país no se puede dar el lujo de hacer cambios profundos en su política exterior, puede hacerlo en el matiz del discurso, pero no en el fondo”, explica.

