“La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes”,
José Martí
El presidente cubano Raúl Castro convocó a elecciones parlamentarias el próximo 19 de abril, dos meses después de lo anunciado debido a problemas técnicos atribuidos al paso del huracán “Irma”. Lo histórico es que la nueva conformación del Congreso legislativo de este país caribeño elegirá un nuevo representante del Poder Ejecutivo ante las declaraciones del mandatario de no buscar una reelección más después de dos períodos de cinco años al frente del cargo.
¿Qué cambios experimentará Cuba con el anuncio del Presidente del Consejo de Estado y de Ministros? Si bien desde la revolución el apellido Castro ha estado presente en la titularidad del responsable de la administración pública de este país, es posible que el Congreso electo por los ciudadanos elija alguien no vinculado a esta familia para que asuma el máximo cargo político de la isla.
Sin embargo, los ojos del mundo estarán puestos en este proceso, por lo que la opinión pública internacional velará a fin de que se respete la decisión electoral de los cubanos, tanto los que viven al interior como los exiliados.
En ese sentido, el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, fue enfático al señalar que no se puede aceptar una transición que no sea democrática en Cuba, cuyo actual gobierno calificó de la “peor clase de dictadura”. Por tanto, el ignorar los reclamos de este organismo puede llevar a la burocracia de La Habana a recibir nuevas sanciones que, acumuladas a las ya existentes, deteriorarían aún más el comercio y la cooperación internacional.
En tanto, líderes de exiliados cubanos como los descendientes del finado luchador social Oswaldo Payá han pedido la realización de un plebiscito vinculante para fomentar la participación ciudadana en un proceso de apertura democrática.
Esta propuesta difiere del mecanismo establecido para la sucesión, en la que 612 miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba son electos mediante el voto popular, la gran mayoría emanados del Partido Comunista de esa nación, aunque otros son de organizaciones afines a esta fuerza política, y por tanto, sometidas a su control.
Por tanto, debido a las limitaciones del sistema electoral de este país tanto operativa como normativamente, los exiliados no votarán, aunque su voz se escuchará en todo el orbe.
Para la elección de estos parlamentarios ya se realizaron asambleas municipales, en las que por voto popular dentro del esquema socialista saldrán los candidatos nominados. Estos tendrán que obtener la mitad más uno de los votos válidos de su demarcación, y en caso contrario son designados por las instituciones gubernamentales.
Pese a que dichos comicios marcan la salida de los hermanos Castro Ruz del Poder Ejecutivo, no son un cambio de régimen, ya que continuará el sistema de partido único, sin una oposición que pueda participar de forma libre y con garantías del respeto a su sufragio, además de excluir a los miles de cubanos que han tenido que huir de su lugar de origen, debido a que las leyes cubanas no reconocen la doble nacionalidad, lo que afecta mayoritariamente a la población migrante radicada en ciudades estadounidenses, como la cercana Miami a la que arribaron de forma ilegal en décadas pasadas, fenómeno que se redujo en los últimos años en parte por el acercamiento diplomático entre los gobiernos de La Habana y Washington, impulsada en gran medida por el expresidente estadounidense Barack Obama.
Cabe destacar que en esos comicios también se renovarán a los gobernantes de las quince provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud. Se puede dar un cambio generacional en diferentes regiones, sin embargo, todos los candidatos tienen la formación recibida en el Partido Comunista Cubano, sin otras opciones democráticas que representen a sectores minoritarios o disidentes.
Ante la inminente salida de Raúl Castro de la Presidencia de Cuba, este país afrontará desafíos tales como mantener el diálogo con Estados Unidos para el fortalecimiento de las relaciones internacionales, disminuir los impactos del bloqueo internacional o sortear los señalamientos hechos por la OEA. Asimismo, el envejecimiento de la población cubana comenzará a generar problemas en el gasto de salud -el cual es uno de los mayores a escala internacional con 11% del Producto Interno Bruto (PIB)- y empleo para un sector que ha sido testigo de que las nuevas generaciones han migrado y reducido su tasa de fecundidad, la cual fue negativa, con cerca de -0.3% en 2017. En tanto, la edad promedio de los cubanos es de 41.3 años, la más alta de América Latina.
Entre los problemas sociales que deberá resolver la nueva administración del gobierno cubano está contrarrestar los efectos de la obesidad, ya que afecta a uno de cuatro adultos en este país.
Además, las tasas de desempleo en jóvenes han escalado a porcentajes de 6% de la población económicamente activa entre 15 a 24 años, lo que es preocupante debido al gasto destinado a educación, el cual ha destacado por su esmero y prioridad bajo los gobiernos de los hermanos Castro.
Las nuevas políticas públicas deberán enlazar los sectores económicos con los educativos, a fin de superar la crisis económica que afectó en los últimos años a Cuba y que se reflejó con crecimientos negativos del PIB al llegar a -1% en 2016.
Las elecciones de 2018 en Cuba han generado una gran expectativa en diferentes puntos del mundo por la alternancia histórica que representa, pero quizás no en la isla, la que mantendrá por lo menos en el corto plazo un esquema de partido único y excluyendo a diferentes sectores de la población en la toma de decisiones.
El autor es Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá de Henares.