Corría el minuto 1:57:34 del debate de los cinco candidatos presidenciales transmitido en YouTube, que congregó a más de 13 millones de mexicanos —algunos lo vieron menos de un minuto—, según la empresa Nielsen Ibope México. El moderador Sergio Sarmiento, inquisitivo, preguntaba al candidato Andrés Manuel López Obrador: “En caso de que usted perdiera la elección, ¿aceptaría… haber sido derrotado?”. No concluía la pregunta —transcurrieron tan solo 3 segundos— cuando el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, en un movimiento automático movía la cabeza negándolo, para luego señalar: “¡Desde luego que sí! En la democracia se gana o se pierde. Lo que buscamos es que no haya compra de votos, que no se falsifiquen las actas, que no haya fraude electoral” y se siguió de frente….

Y es que nuestros ademanes muestran nuestras emociones, sentimientos y nuestras verdaderas intenciones, advierte Sara Dolché, especialista en manejo corporal y proyección asertiva a Siempre! “No sabemos lo que piensa la persona pero intuyes emociones e intenciones en el lenguaje corporal. Nuestra labor es analizar y ver el contexto, examinar las gesticulaciones y los movimientos”.

Como muestra, un botón: basta recordar cómo entró y salió el candidato presidencial tabasqueño del set de televisión, rápidamente y sin saludar a nadie. Su cara reflejaba enfado, soberbia. Reunidos en el Palacio de Minería, la expectación era grande. Los cinco candidatos a la Presidencia de México confrontaron una mínima parte de sus propuestas. Más allá de si el encuentro modifique o no las encuestas, lo que sí fue evidente es que fue un debate distinto que permitió ver que ninguno es invencible, ni que todo está decidido como se empeñan en señalar algunos equipos de los candidatos.

Dulché, también psicóloga y con una maestría en asesoría de imagen política en el London Image Institute, advierte que para un candidato lo más importante es tener influencia en los demás y no manipular. “Es llegar a la gente de manera congruente, empática y coherente con lo que estamos diciendo”. Señala que la mayoría de las personas busca cuidar su lenguaje corporal porque permite elevar el impacto personal, aumentar las cualidades de liderazgo, incrementar el respeto de los otros y acentuar la capacidad de influencia, sobre todo en el caso de los políticos.

 

Margarita Zavala, sobreactuada

¿Qué sucedió con Margarita? La sentí sobreactuada, muy preparada, pero lo estudió tanto que sobreactuó, y es que el nervio le ganó. Era evidente que iba a haber nervio, porque una cosa es que salgan a hablar ante 100 mil o un millón de personas, pero en un debate estás más expuesto,  más criticado y supervulnerable. Por más que diga López Obrador que no fue a ensayar a Minería porque estaba pegando estampitas con su hijo, resulta una declaración ridícula. Hay mucho nerviosismo porque te están atacando, y del resultado del encuentro depende tu carrera, tu imagen.

A Margarita tanto ensayo le quitó espontaneidad, su lenguaje no iba con lo que decía, porque se trababa, tartamudeaba, medio se le olvidaba y luego lo retomaba. Muy sobreactuada.

Jaime Rodríguez, macho que conecta

Fue un candidato que conectó. Esa historia que manejó desde que abrió sus participaciones sobre la muerte de su hijo por una presunta persecución del crimen organizado y luego el secuestro de su hija de dos años provocó emoción, que es importantísimo — sus versiones sobre los mismos hechos los ha ido cambiando—. Sus propuestas son ridículas pero conecta por la emotividad que maneja.

Es un hombre sarcástico, agresivo. Lo siento como el macho que se atreve, que va para adelante, que está muy bien claro, pero no como para presidente de la república. Sin embargo, el Bronco introdujo en el debate el condimento, y basta ver los memes que siguen circulando en las redes sobre sus declaraciones.

José Antonio Meade, estructurado pero plano

Es un candidato seguro y estructurado. Sin embargo, su voz tiende a ser un tanto monótona y aburrida, porque los cambios en el volumen, en el tono, en la velocidad son los que te pueden emocionar. Es brillante, pero todo lo habla en el mismo tono, no lento, pero sí con la misma velocidad, el mismo ritmo, lo que hace que resulte plano.

Meade tiene que reforzar su lenguaje corporal, hacerlo más contundente, con más líneas rectas, porque eso da demasiada accesibilidad, es un hombre de principios, valores, con un trabajo aseado, así lo demuestra su currículum.

Le falta contundencia, una mayor autoridad para fortalecer el liderazgo, que no debe confundirse con ser autoritario. Insisto, más autoridad en su lenguaje corporal. No está todo dicho, falta un segundo y un tercer debate. No está todo perdido, si verdaderamente impacta en los próximos encuentros, la impresión en los ciudadanos se puede modificar.

Ricardo Anaya, abusó sonrisita sarcástica

Ricardo Anaya tuvo un lenguaje corporal del que abusó mucho: su sonrisita sarcástica. Por ejemplo, Hillary Clinton la utilizó cuando Trump decía algo absurdo, ella se volteaba y ella se carcajeaba como diciendo “este idiota”, con eso ridiculizas y minimizas al rival. Si lo haces una o dos veces está muy bien, pero si en cada intervención haces lo mismo pierde impacto. Anaya todo el tiempo se manejó con su sonrisa de entre que estoy tranquilo a pesar de las críticas y me estoy burlando porque no está pasando nada. Eso no es cierto, claro que está pasando, te están atacando y se vale hacer cara de ¡qué poca abuela! y no estoy de acuerdo con lo que dices. No todo es tan fácil.

Parpadeaba mucho. Cuando vivimos una situación de estrés, empezamos a parpadear mucho más rápido porque hay resequedad en los ojos. Parpadeamos alrededor de 11 veces por minuto y muchas veces se incrementa 10 veces más, cuando nos están diciendo algo que no nos gusta. Incluso hacemos el llamado bloqueo ocular —bajamos más lentamente los ojos— porque no me está gustando lo que me estás diciendo. Su lenguaje corporal de las manos es bueno porque es determinante cuando tiene que serlo. A él si se le da sacar cosas como láminas de una manera natural.

Todo movimiento en el escenario o en el debate tiene que tener una razón de ser, ya sea que ilustre más porque si no, se vuelven distractores que no aportan nada.

Andrés Manuel López Obrador, muy minimizado

Su lenguaje corporal en el debate estaba muy minimizado, aunque dice que no le afecta y va muy seguro a los debates, no es cierto. Veamos y comparemos cuando está hoy en la entrevista que le hicieron en Milenio, donde se come a los entrevistadores, tiene mucha experiencia. Se sienta en la orilla de la silla, incluso se agacha hacia el entrevistador, lo señala, lo toca, le rebate, está con un contacto visual impresionante, en un 1 a 1.

Aunque es evidente que se siente un sabelotodo, sabía que en el debate sus contrincantes iban contra él y no lo pudo controlar. ¡Claro!, no explotó, pero todo era irse por la tangente y decir: porque los pobres y los pobres… Muy predecible, no sale de sus misma frases. Su lenguaje corporal muy disminuido y apocado.

Su voz; le critican que no habla de corrido y tiene cosas para llamar la atención de una manera hasta tonta, como no decir Trump sino Trum. López Obrador dice: es que yo soy del pueblo y por eso digo Trum, es una manera de llamar la atención.

Habla muy despacio. Generalmente este tipo de personas que hablan tan lento, son personas arrogantes que cuando les estás diciendo algo, no contestan lo que les estás preguntando porque están tan ensimismados en su papel y quieren tanto llamar la atención, que no te hacen caso, están ensimismados en sus ideas.

Esto tiene una implicación psicológica, cuando una persona habla tan lento significa que hay manipulación, soberbia, arrogancia y todo lo que se sabe sobre este candidato.

 

Qué esperar del segundo debate

Para Sara Dolché —quien también estudió en el Paul Ekman Institute, líder en lenguaje corporal, estilo verbal, voz y contenido del mensaje—, “López Obrador es una persona que no se deja dirigir por nadie. En el segundo debate, seguramente vamos a ver lo mismo”.

“En el caso de Margarita Zavala creo que va a salir un poco más relajada, seguramente se trabajará en que no se sobreactúe, que se vaya más a propuestas, con contundencia, sin exagerar. Ojalá que esa sea su estrategia en el manejo de sí misma. Anaya va a seguir igual, la verdad está bien preparado, sabe debatir y lo hace bien”.

“Jaime Rodríguez va a seguir con lo mismo, busca popularidad y la está logrando. Es el macho entrón, lo que me digan me vale un cacahuate. Seguirá confrontando a Andrés Manuel, soltando cosas, porque busca ganar más popularidad y ser una figura nacional”.

“Espero ver a un José Antonio Meade más contundente, con más autoridad y fuerza, mucho más frontal en sus ataques pero también muy propositivo. Ya consiguió su objetivo de verse seguro y tranquilo ahora debe ir por otros objetivos”.