El ataque de Estados Unidos, Francia e Inglaterra en Siria han generado, por una parte, tensiones geopolíticas y revivido tiempos que se estimaban superados. Entre la población del mundo se vive angustia y temor ante una posible conflagración que pondría en peligro la vida misma del planeta, ante un factible uso de bombas y misiles nucleares, así como otras armas de mayor sofisticación tecnológica capaces de destrucciones inimaginables.

Es claro que el ataque en represalia por el supuesto uso de armas químicas, que no ha sido probado debidamente o aunque así fuera, viola los principios del derecho internacional y la propia Carta de Naciones Unidas, que cuenta con mecanismos sancionatorios para los países que utilicen estas armas prohibidas.

Hasta ahora, la respuesta de Rusia y China ha sido prudente y a la expectativa, y han utilizado el Consejo de Seguridad de la ONU para condenar la agresión en territorio sirio y, a pesar del apoyo de otros países y debido a varias abstenciones, han perdido las votaciones en ese órgano especial de Naciones Unidas, aunque las mismas se han decantado por una ínfima y ajustada mayoría de ocho de 15 votos posibles.

El mundo parece haberse dividido en dos bloques, similar al de la denominada “guerra fría”, nombrada así por Winston Churchill, el premier inglés de oratoria flamígera, para calificar el enfrentamiento político, ideológico y económico entre el capitalismo y el socialismo. Hoy es muy diferente; la similitud solo consiste en el alineamiento de dos bloque de países enfrentados sin que esté en juego ninguna ideología, es solo una descarnada lucha por el control de las reservas petrolíferas, depósitos de gas y reservorios de agua dulce de la zona de Oriente Medio.

La zona de conflicto ha sido disputada desde tiempos inmemoriales por razones comerciales y de control geopolítico como espacio vital, tanto por las antiguas potencias coloniales asentadas en la región, como Inglaterra y Francia, como por Rusia, que busca acceder a las inmensas reservas petroleras y controla el suministro de gas a Europa, lo cual parecen obviar los franceses y lo recordarán el próximo invierno.

El desastroso régimen trumpiano, que se ha empeñado en ceder sin sentido su presencia en todos los frentes geopolíticos, pareciera con esta grosera intervención recuperar los espacios perdidos, solo que lo hace frente al “oso ruso” que ha ido ocupando los vacíos de poder y además enfrentando a China, al mismo tiempo que se enzarza en una guerra económica con la nueva potencia que lo desplaza aceleradamente del primer sitial de la producción y el comercio mundial.

Lo que más preocupa en el mundo, tanto a los habitantes del planeta,  como en los sitios de poder mundial, es que en una acción demencial el actual presidente de Estados Unidos, que en los escasos meses en que ha ejercido el poder ha dado muestras de falta de juicio, de mesura y de raciocinio, en un impulso desquiciado pueda iniciar una guerra nuclear.

Por lo demás, esperemos que la diplomacia multilateral haga su trabajo, se fortalezcan los esfuerzos por lograr la paz en Siria, sin olvidar que los grupos terroristas como el Isis, que han cometido muchos atropellos como la destrucción de Palmira y otros vestigios de las culturas más antiguas de la Tierra, fueron armados por los propios Estados Unidos, y hoy tienen su propia agenda. Es tiempo de luchar por la paz.