Siria anunció haber rechazado un ataque contra posiciones militares. Según el gobierno de Damasco, el sistema de defensa balística logró impedir que varios misiles cayeran sobre dos de sus bases en la localidad de Sharyat, aunque no logró determinar el origen del ataque. Estados Unidos negó su participación, mientras Israel, declinó siquiera emitir un comentario, aunque los sirios aseguran que sus sistemas antibalísticos se activaron por una falsa alarma provocada por esos dos países.

Esta no es la primera ocasión que la base aérea de Sharyat es atacada. El año pasado fue bombardeada con misiles crucero Tomahawk, también en represalia por otro ataque con armas químicas adjudicado al ejército sirio contra la ciudad de Jan Sheijun, en ese momento bastión de las fuerzas del Daesh.

Por su parte, Israel desplegó un cinturón de seguridad en torno a las frontera con Líbano y en los Altos del Golán, que es una meseta siria que mantiene ocupada desde 1967. Su intención es impedir cualquier posible ataque por parte de las fuerzas iraníes. Tel Aviv teme una respuesta armada por parte de los aliados de Teherán por haber bombardeado la base aérea T-4, ubicada en la ciudad siria de Homs, que le costó la vida al menos a siete soldados iraníes.

Mientras tanto, personal de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) se desplegaron en la zona de Duouma, donde presuntamente tuvo lugar el ataque con armas químicas. Su función es precisamente determinar si este tipo de armamento fue usado en realidad, pero tanto Siria como Rusia han impedido el paso del personal internacional desde hace dos días.

Aunque Estados Unidos y Francia aseguran que tienen pruebas de que las fuerzas gubernamentales sirias usaron un gas letal el pasado 7 de abril, no han presentado ninguna evidencia de éste.

La ONU califica la disputa entre los países involucrados en el conflicto como “el mayor peligro actual para la seguridad y paz internacionales y una “nueva Guerra Fría”.