Miguel de la Cruz inició en los medios de comunicación en 1988 como asistente de producción del programa El Gran Premio de los 64 mil pesos conducido por Pedro Ferriz Santa Cruz, y al siguiente año se une al noticiero Hoy en la Cultura de Canal Once. Entre los años 1990 y 2001 entrevista a personalidades como Carlos Fuentes, Octavio Paz, Fernando del Paso, Fernando Benítez… Su labor de comunicador y difusor de la cultura en el Festival Internacional Cervantino, Festival de Morelia, Festival Instrumenta Oaxaca; o en el Festival de Jazz en Montreal, Canadá; ferias del Libro de Bogotá, de Colombia, la Expo Internacional en Lisboa, Portugal…, son un referente del periodismo cultural de nuestro país.

A Miguel de la Cruz le ha sido otorgado el Premio Nacional de Periodismo 2018. Y me concede una charla para La Cultura en México, de Siempre!, en las instalaciones de Canal Once, su segundo hogar, como él lo afirma.

—Mi primera entrevista en Canal Once se la hice a Eraclio Zepeda, hace ya casi 30 años. Un hombre que me dio mucha confianza por la personalidad que lo caracterizaba: muy amable, bonachón… Después, esa charla se la pasé al jefe de información, Valentín Alemán, a quien le gustó ese trabajo. Eso me motivó y desde entonces me propuse hacer una nota que sonara distinta a las demás. Sin duda, su reacción y su actitud me llevaron a continuar con rigor el trabajo periodístico.

—A propósito de esos casi 30 años, ¿cómo ves el periodismo en esta era de las redes sociales?

—Somos pocos o, más bien, casi ninguno que se mete con fuerza a las redes sociales. Noto que hay gente muy inquieta en cualquier área y que tienen su página, su blog y, en el caso de la fuente cultural, no he notado esa inquietud tan clara. Irma Gallo me salta ahorita a la vista con La Libreta de Irma, pero no encuentras otros casos. Prácticamente no hay más. Yo también abrí una página, me metí a las redes, abrí un canal y, entonces sí, me adentré a lo que tiene ya mucha fuerza, la tecnología. Sin embargo al periodismo cultural, en general, le falta muchísimo. De hecho, creo que ni siquiera estemos en la ruta que debamos ir porque hay muchos blogs con muchas cosas artificiales sin que nadie esté pensando en descubrir qué es cultura; se cubre por inercia, y no digo que no sirva pero no sirve todo lo que debía servir. Son mínimos los medios dedicados a la difusión cultural y en los medios electrónicos esta materia está estancada. En televisión, el noticiario cultural de Canal Once llegó a ganar tanta identidad en el medio cultural que decían “ahí vienen los de la cultura”, y no “ahí vienen los del Once”. En Canal 22 no ha ocurrido lo mismo, es el espacio que cuenta con un noticiario cultural específico, no una descripción de cultura. Por otro lado, es muy importante que el periodista o crítico cultural sepa llevarnos hasta lo hondo; por ejemplo, hacer preguntas que nos descubran, descubrir nuevas visiones… En cuanto a la Ley de Cultura dice que uno de sus principios es el Derecho a la Cultura, pero si preguntamos qué es Cultura, ahí vamos para atrás. Una gran mayoría de gente sigue creyendo que ser culto es el que sabe de arte o que la cultura son sólo las bellas artes, y las bellas artes son ciertamente cultura pero no todo lo que es cultura es arte. La cultura es mucho más amplia. Alguna vez un sacerdote decía que cuando se dice que alguien es humilde se piensa en pobreza, y el sentido más claro de humildad es reconocerse así mismo tal como es y sobre cultura, si la gente fuera humilde, reconocería que no se tiene claro el concepto de cultura, lo que sería un paso fundamental para que podamos avanzar. Por mi parte, ojalá tenga la oportunidad en algún momento de tener el apoyo y las vías para concretar el valor por la cultura, que vean que se vende y se vende bien. La cultura se necesita así como necesitamos comer, descansar o cubrir necesidades básicas. La emoción y el pensamiento son necesidades básicas.

—Por tu parte surge una propuesta de lectura, la de LeoConOnce

—Surgió de una carencia que nadie detecta, que es lo peor, como nadie detectó que Canal Once en algún momento sacó al cine. ¿Alguien sabe cuándo desapareció? ¿Cuántas películas se dejaron de producir? El pilar fundamental, el maestro Jorge Rogelio Pantoja Merino, que estuvo aquí, un día le dieron las gracias y se tuvo que ir con su ayudante principal. Existe muy poca conciencia. Yo abordo teatro, danza, ópera, artes plásticas, literatura… sin embargo los libros no entran, se quedan para mañana, un mañana que no llega. Entonces, lo que hice, al saludar en el programa hablo del libro, de su título, autor, tema y ya; con eso logré presentar en unos cuatro o cinco años unos ochocientos títulos, algo que todavía no hay nadie que se acerque a ese récord. El proyecto LeoConOnce se concentró en involucrar al público, y le propusimos que leyéramos juntos. Escogemos un libro, se divide el total de páginas entre quince y el resultado que nos dé es la cantidad de páginas que leemos al día. Después, pescamos al autor para que se comprometa que al término de la lectura de su libro nos dé una hora un día y hacemos una sala de lectura. Así, todos los que desean asistir van y le hacen preguntas sobre la lectura que ya hicieron, esa fue la idea de LeoConOnce. Descubrimos que si propones leer como una iniciativa de convivencia, genera un placer doble. Creo que somos pioneros en eso, el entablar contacto del autor con el lector a través del papel y la tinta, y la extensión de las nuevas tecnologías que son las redes sociales, y esto difundido en un medio de comunicación electrónico como es la televisión, un universo de lectura que generamos y que va por buen rumbo. Debo reconocer sobre todo a mi esposa Nayeli y a mi hija Andrea, que gracias a su involucramiento se hace posible este trabajo.

—Por último, te pregunto sobre tu faceta de escritor.

—Escribir surge de una necesidad más por expresarme, pasa de una intensión propia y noble a una obligación por hacerlo. Escribo algunas cosas de narrativa y cuentos breves. La poesía me satisface mucho porque en cuanto empecé a tentarla, y que Raúl Renán tuvo la generosidad de leerla, me acordé de una de sus tantas alumnas: Verónica Ortiz, también periodista, quien destacó sentirse a gusto con la poesía porque toda la vida había escrito para el periodismo y el periodismo exigía síntesis, frases concretas y claras, y no puedes hacer poesía si no tienes esos ingredientes, que sea claro, que sea contundente, que sea sintético con todo. Como periodista te encuentras muy bien con la poesía.