(Segunda de tres entregas)
En vano se buscará un sentido a la vida personal, si no se le da por base la renuncia al egoísmo, si no se tiene por objeto servir a los hombres, a la humanidad, al hijo del hombre.
Lev Tolstoi
En 1891, a la edad de 63 años, Tolstoi escribió el ensayo Cuál es mi fe. Iglesia y Estado. En él, de manera metódica, deslinda la doctrina de Cristo, que para él es la de la vida en la Tierra, de la doctrina enseñada por la Iglesia institucional y el Estado, pues el cristianismo se corrompió al ligarse con el poder en la era de Constantino. El texto muestra un amplio conocimiento de autores de muy diversos ámbitos: Padres de la Iglesia como Crisóstomo y Orígenes; filósofos: Sócrates, Marco Aurelio, Pascal, Schopenhauer y Hegel; críticos bíblicos como Strauss y Renan; diversos científicos. Conoce y aplica principios de la exégesis comparando copias de los evangelios y buscando el sentido de ciertos términos griegos y hebreos.
Desde el inicio Tolstoi aclara que “el pasaje que fue para mí la clave de todo” es el de Mateo 5,39. A partir de ahí entendió los Evangelios, que separó de la Ley de Moisés; sus indagaciones lo alejaron de la Iglesia que lo excomulgó años más tarde. “‘Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Yo, empero, os digo que no hagáis resistencia al agravio’. Súbitamente, comprendí por primera vez ese versículo del modo más sencillo. Comprendí que Jesucristo no dijo más que lo que dijo”. De ahí surgió su convicción fundamental de no resistir al mal con el mal bajo ninguna circunstancia.
A partir de este descubrimiento, Tolstoi, siguiendo como principio el uso de la razón y la conciencia, lo que todo ser humano debería hacer, continuó desentrañando el sentido de lo que llamó los cinco mandamientos de Cristo que se encuentran en Mateo 5,21-48. Para el escritor ruso, “dichos mandamientos excluyen todo el mal de la vida de los hombres”. De hecho, para él, las doctrinas filosóficas y religiosas “tienen por objeto regular la vida humana y explicar a los hombres lo que cada uno ha de hacer para volverse mejor y mejorar la vida”. Tolstoi rechazó incluso la vida individual eterna, que la Iglesia ha utilizado, según él, para no aplicar los cinco mandamientos de Cristo en lo concreto de la existencia: 1. “No te encolerices, no consideres a nadie como inferior a ti, porque eso es estúpido. Si te enfadas, ofendes a la gente, y será peor para ti”. 2. “No corras detrás de las mujeres, toma una y vive con ella, y te encontrarás mejor”. 3. “No te comprometas por promesas con nadie ni con nada, para no verte obligado a cometer tonterías o crímenes”. 4. “No devuelvas mal por mal, no vaya a ser que el mal caiga sobre ti con doble fuerza”. 5. “No consideres a los hombres como extranjeros por el único hecho de que vivan en otro país y hablen una lengua diferente de la tuya. Si los miras como tus enemigos, también ellos te mirarán como su enemigo, y saldrás perdiendo. Así, abstente de estas cosas estúpidas y serás más feliz”.
En este marco de búsqueda personal de sentido a través del uso de la razón y explorando en su fe, Tolstoi planteó lo que López Obrador citó para fundamentar las condiciones de la felicidad terrena: Gozar de la naturaleza; trabajar en lo que gusta y de manera física; la familia; la comunión libre y afectuosa con todos los hombres; la salud y una muerte sin enfermedad. Condiciones todas que se encuentran llevando una vida austera. ¿Hasta qué punto el dirigente mexicano hace suyos los planteamientos generales de Tolstoi en cuanto a la concepción del cristianismo y sus mandamientos; en cuanto a la no aceptación, aunque dolorosa, de la Iglesia institucional; en cuanto al rechazo al poder estatal y los juramentos; en cuanto a no resistir al mal con el mal? No es indispensable que lo haga, pero es interesante saberlo dada su opción por la no-violencia y un cristianismo que parece carente de filiación institucional.
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@PatGtzOtero


