(Tercera y última entrega)

Tomamos de todo corazón la “no-resistencia al mal con el mal” como dogma fundamental.

Lloyd Garrison

En las dos entregas anteriores situé la fuente de lo que el gran escritor Lev [León] Tolstoi considera como el fundamento de la felicidad humana. La referencia a Mateo 5,39: “no resistas al mal con el mal”, condujo su interpretación y traducción de los Evangelios. Alejándose paulatinamente de la doctrina de la Iglesia (y con pesar pues rompía con la comunidad) el literato ruso consideró que las enseñanzas de Cristo son muy simples y deben practicarse, no para conseguir una vida individual futura, que para él no existe, sino para vivir bien sobre esta Tierra junto con los otros seres humanos; es decir, para volverse un hijo del hombre, y encontrar la felicidad.

Esto se señala claramente en el libro El reino de Dios está en ustedes (https://www.uaem.mx/difusion-y-medios/publicaciones/clasicos-de-la-resistencia-civil/files/el_reino_de_dios_esta_en_vosotros.pdf) en el que la suerte de introducción se titula “El reino de Dios está en ustedes o el cristianismo no como una doctrina mística, sino como una nueva concepción de la vida” (las cursivas son mías). En esta obra retoma las reacciones al polémico libro Cuál es mi fe. Iglesia y Estado de 1884, dividiendo la obra en dos partes: 1. Desde que se fundó el cristianismo sólo una minoría de personas ha profesado y profesa la doctrina de la no resistencia al mal con la violencia, y 2. Consideraciones de creyentes y ateos sobre la cuestión de la no resistencia al mal.

Es imposible aquí analizar la obra, sólo menciono la rápida respuesta de los cuaqueros americanos que indicaron su opción por “la mansedumbre, la resignación y el espíritu de paz” y le enviaron abundante literatura; también la “Declaración de la no resistencia” (1838), de William Lloyd Garrison (luchador por la libertad de los negros). Esto dio pie para que el Conde Lev Tolstoi identificara grupos que habían comprendido y hecho suyo el mandamiento de la no resistencia antes que él, lo que implicaba no ocupar cargos públicos, no entrar en el ejército, no hacer juramentos, no prestar el servicio militar, es decir: evitar todo aquello que conduzca a la violencia.

En cuanto a los críticos de su libro, Tolstoi los divide en los “religiosos” y los “librepensadores”. Recuerda que en Rusia su libro fue “prohibido y condenado por ley a ser quemado”. Los religiosos esgrimieron diversos argumentos. Me interesa que aquí Tolstoi aclare que en su perspectiva ni siquiera es permitido ejercer la violencia para defenderse a uno mismo o a los suyos, lo que muestra la radicalidad de su postura. Por su parte, los librepensadores, contra la expectativa de Tolstoi, tampoco entendieron a Cristo “como un reformador que desmoronó los antiguos fundamentos de la vida y nos proporcionó unos nuevos”. Ni los críticos laicos rusos ni los críticos extranjeros lo aceptaron. Ambos llegaron a esta “conclusión: que la doctrina de Cristo, que tiene como uno de sus preceptos la no resistencia al mal con la violencia, no es válida para nosotros porque nos exige un cambio en nuestras vidas”.

Tolstoi, quien acabó su vida eligiendo la austeridad, tuvo influencia en luchadores sociales de envergadura como Gandhi o Luther King, aunque él mismo no tuvo un activismo social, a pesar de su inmensa notoriedad dentro y fuera de Rusia. Cierro con esta pregunta, ¿los ideales éticos de Tolstoi y Gandhi pueden y deben tomarse en serio en la política para lograr una vida sin violencia o hay que reconocerlos como unos soñadores a los que cabe admirar, pero no seguir? En este momento crítico de la historia global y nacional es necesario preguntárnoslo seriamente, aunque la respuesta conlleve un cambio en nuestra vida. Eros y thanatos libran una batalla en la que hay que tomar posición.

Además opino…