Parecía impensable que el encuentro entre las dos Coreas llegara a producirse en algún momento. Tras años marcados por las amenazas y las tensiones, Kim Jong-un pisó territorio surcoreano y celebró junto al mandatario de este país, Moon Jae-in, una cumbre histórica. Desde 1953, cuando se logró el armisticio entre las dos Coreas, ningún líder norcoreano había pisado suelo del Sur.

La reunión se celebró en Panmunjom, la Zona Desmilitarizada que separa a sus dos países, el único punto fronterizo en el que soldados de los dos países se ven las caras. Con un gesto afable y cariñoso, Moon y Kim se saludaron sonriendo, se dieron la mano y posaron para las cámaras tanto en suelo surcoreano como en territorio norcoreano, pues de forma espontánea Moon también pasó al otro lado de la línea divisoria por un momento.

Este acercamiento entre las dos Coreas abre la esperanza a la paz para acabar con su división. De hecho, Kim escribió este mensaje en el libro de honor al comenzar una cumbre: “Una nueva Historia empieza desde ahora. En el momento en que empieza una era de paz”.

La sesión duro 100 minutos y, según dijo el portavoz presidencial surcoreano, Yoon Young-chan, “hablaron sobre la desnuclearización y establecimiento de la paz en la península y sobre mejora de las relaciones” entre los dos países, que técnicamente siguen en guerra.

Toda la atención está puesta ahora en esta declaración conjunta y en si incluirá algún tipo de compromiso o alusión al desmantelamiento del programa nuclear norcoreano, después de que el régimen haya mostrado su voluntad de hablar sobre el posible abandono de sus armas atómicas. El único precedente en este sentido data de 1992, cuando los dos países firmaron una declaración comprometiéndose a mantener una península libre de armas nucleares, acuerdo que no se implementó por desavenencias sobre cómo verificar su cumplimiento y malogrado por el posterior desarrollo del programa de armas de Pyongyang.

Moon y Kim fueron andando hasta el Pabellón de la Paz y durante el camino, como retransmitieron las televisiones, hablaron constantemente. “Deberíamos reunirnos todas las veces que podamos”, le dijo el presidente norcoreano a su homólogo sonriendo y ya sentados en la mesa.