Una exploración razonada de la relación que tiene el cine con algunos acontecimientos clave en la historia de la humanidad -específicamente la de Estados Unidos- es lo que propone, a través de un análisis profundo de diferentes películas, la crítica Fernanda Solórzano en su libro Misterios de la sala oscura: Ensayos sobre el cine y su tiempo; una obra que refleja el contexto histórico de los filmes.

“No son ensayos sobre las películas sino sobre qué representan en el imaginario popular”, aseveró en entrevista para el diario Milenio, la editora y ensayista al mencionar cintas como La naranja mecánica, El último tango en París, El padrino y Matriz, entre otras, que han dejado una referencia en conversaciones, convirtiéndose en “paradigmas de comportamientos, de vicios y actitudes”.

Añadió que la película La naranja mecánica (estrenada en 1971), sirve para ejemplificar la historia de la violencia tanto en el cine como en Londres y las pandillas de Nueva York del siglo XIX; en tanto, El último tango en París, que si bien resulta conocida por la controversia que provocó, “muy poco se sabe del debate feminista que originó en su época”.

Como una película que rompió con estereotipos de la mujer de su época, explicó Solórzano en la conversación, mencionó la película que es protagonizada por María Schneider, Jeanne, un personaje que derivó diversas críticas al personificar a una mujer pasiva, no culta, y que se dejó manipular por las fantasías sexuales de un hombre.

“Algo similar sucedió con la cinta Kubrick, las críticas apuntaban a que la cinta fomentaba la violencia en la juventud”, aseguró Solorzano, quien detalló que culpar al arte es una manera de librar responsabilidades que corresponden a otra esfera.

Expresó que las películas que han mostrado a la mafia y los gánsteres, en principio aparecieron de una forma atractiva y que al final generaban una moraleja, como es el caso de la película el El padrino, que creó un cambio interesante durante la trama, pues los Corleone representan a una familia integra a pesar de sus actos delictivos.

“Se llego a visualizar al criminal de aquella época de otra manera, por lo que esta familia ficticia revestida de un honor criminal se vuelve atractiva y aspiracional”.

En cuanto a los cineastas que están detrás de estas grandiosas películas, señaló se trata de una generación de los setenta, que se destacaban por conservar y defender en todas sus obras, su visión de autor:  “buscaron quitarle el poder a los productores y dárselo a los guionistas y directores”.