De hombres es equivocarse;

de locos persistir en el error.

Marco Tulio Cicerón

En uno de sus últimos actos como jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera —novel promotor del gobierno de coalición del Frente por México—, vaticinó el previsible desastre que provocará la falta de recursos federales destinados a la terminación de la conexión de la línea 12 del Metro al Centro de Transferencia Modal Observatorio con la estación Mixcoac.

Haciendo gala de su proverbial desestructura gubernamental, el día anterior a dicho acto anunció la apertura del proceso de selección de la empresa que construirá la línea del tren exprés entre Observatorio y el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, cuyo trazo generó la inmediata repulsa de los habitantes de la ciudad, al verificar que esta línea correrá sobre la avenida Chapultepec, Arcos de Belén, Fray Servando y Calzada de Zaragoza hasta alcanzar esa aberración denominada Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).

El escurridizo jefe de Gobierno poco reparó sobre la ampliación de la línea 9 de Tacubaya a Observatorio ni hizo mención de las dificultades que significará la integración en ese punto del interurbano procedente de Toluca y la imposibilidad de absorber el pasaje transportado desde la capital mexiquense por el Metro si no se consolidan las conexiones de las líneas 9 y 12 a la primera línea subterránea con la que contó la ciudad.

El desparpajo con el que se endosó la culpa del fracaso a la federación es inadmisible en quien, al igual que el presidente Enrique Peña, siempre ha contemplado fragmentariamente el proyecto Observatorio y, sistemáticamente, se ha negado a reconocer el desacierto urbano que este puede representar por la carencia de planeación técnica y financiera, con visión de derechos humanos, de un nodo que más que ser solución puede resultar un verdadero nudo gordiano al derecho a la movilidad de sus usuarios.

La otra arista de la tragedia urbana está en el mismo proyecto del NAICM, que ha dejado hasta el final la solución al transporte de trabajadores y pasajeros del “monumental ecocidio de Texcoco”, pues de las 12 propuestas de acceso planteadas por la SCT se ha elegido la más compleja: el tren exprés de 30 kilómetros de extensión con 8 estaciones, con 4 kilómetros por vía subterránea (Observatorio-Chapultepec) y el resto superficial.

Sin consulta ciudadana, esta decisión profundizará la tensión social provocada por un gobierno gentrificador y ello representa un factor de riesgo que Mancera hereda a quien se queda a cubrirle las espaldas en tanto él recorre el país como heraldo de un esquema poco claro de coalición gubernamental en el que el reparto se dará entre los frentistas pues, conociéndolos, nunca accederán a que aquellos que disienten de su contubernio electoral formen parte de “su” coalición.

Tan descomunales errores invocan a la sapiencia cicerónica, para calificar a quienes los enarbolan como locos persistentes y no como humanos errados.