México está en elecciones. La mayoría de las campañas ya empezaron, otras arrancarán al finalizar abril, y el próximo 1 de julio más de 87 millones de mexicanos podrán acudir a las urnas para elegir a más de 3 mil representantes populares, entre ellos, presidente de la república, 500 diputados, 128 senadores y 9 mandatarios estatales. Se trata del momento culminante de los partidos políticos, pero no se debe olvidar que en la organización del proceso electoral y en el ejercicio del voto, los ciudadanos son los protagonistas. Esta elección en particular representa el mayor esfuerzo de organización electoral de la historia de nuestro país.

¿Cómo llega México a este momento? Mientras los candidatos del PRI y del PAN se hunden en sus conflictos internos, en el país existe una gran movilización a favor del cambio que representan Andrés Manuel López Obrador y Morena. Este movimiento masivo y popular se expresa en varios indicadores. En las encuestas, sin excepción, López Obrador es el primer lugar en las preferencias electorales, supera con mucho a los otros candidatos. Más de 50 por ciento de los millennials, que se dice definirán la elección, votarían por el candidato de Morena.

El proceso electoral enfrenta varios riesgos: autoridades electorales sin autonomía e independencia para aplicar la ley; exgobernadores empeñados en mantenerse en el poder; candidatos obsesionados con ganar y dispuestos a cualquier cosa para esto; y campañas negras que al final de cuentas terminan dañando la competencia democrática. Sin embargo, pese a estos factores en contra, la voluntad popular prevalecerá en la próxima jornada electoral.

No todo es la elección presidencial. En una república con una clara división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, ya lo hemos visto, no basta con ganar la Presidencia de la República, también se requiere tener la mayoría en las Cámaras del Congreso de la Unión. En la Cámara de Diputados y en el Senado de la República se necesitan grupos parlamentarios consolidados, con agendas parlamentarias y políticas claras, para que las negociaciones y acuerdos sean eso: acuerdos entre fuerzas políticas y no simples mayorías legislativas coyunturales.

La historia reciente de nuestro país tiene varios capítulos estatales y federales que hablan de las pocas sanas relaciones entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo. En un extremo está el bloqueo a las iniciativas provenientes del Ejecutivo para impedir que cualquier cambio avance. En el otro, gobernadores y el presidente de la república intentan incidir en la vida parlamentaria, por medio de todos los recursos a su alcance, influir en las decisiones que únicamente les corresponderían a los legisladores. Uno y otro extremo son perjudiciales para la democracia y el equilibrio de poderes.

El pasado viernes comenzaron formalmente las campañas. Aunque la atención principal de los ciudadanos y de los medios de comunicación se concentra en la elección presidencial, no puede perderse de vista la disputa por los 128 escaños y las 500 curules. El tema no únicamente son las candidatas y candidatos que cada partido o coalición postulan por el principio de mayoría o por el principio de representación proporcional, sino las agendas que proponen y las iniciativas que piensan impulsar.

Por lo menos se tienen que establecer tres tipos de agendas para los legisladores federales: la agenda parlamentaria, la agenda política y la agenda de gestión ciudadana. La agenda parlamentaria está integrada por las iniciativas de reformas a leyes existentes o a la aprobación de nuevos ordenamientos legales o constitucionales; los nombramientos y los procesos que son exclusivos de alguna de las Cámaras. Por ejemplo, Cámara de Diputados, la aprobación del presupuesto anual; Senado, la ratificación de embajadores. Aquí no son ocurrencias del legislador, sino la aplicación parlamentaria de un programa y de una línea de política, la organización y sistematización de las propuestas de la sociedad. La agenda política está relacionada con el perfil que asume el legislador, si es de oposición o si es del partido en el gobierno. Implica definirse como político ante un gobierno y plantear desde la tribuna la visión de país, de nación y de Estado que propone. Es defender valores y principios de nuestros partidos y de la democracia. La agenda de gestión ciudadana es la relacionada con apoyar las demandas y las luchas de la gente y convertirse en su voz en todo momento en el Congreso de la Unión.

Los senadores y diputados federales de Morena deberán ser los voceros, representantes y protagonistas del cambio de régimen en el Poder Legislativo federal. Las candidatas y candidatos de Morena están listos en Puebla y en todo el país para buscar el voto ciudadano. Presentar una agenda parlamentaria que plasme las grandes transformaciones que nuestro país necesita, defender un proyecto de nación con la fortaleza ética que significa estar del lado correcto de la historia y del lado de las demandas de la gente.

@MBarbosaMX