Uno de los obstáculos que atoran la continuidad de los planes gubernamentales en nuestro país es la transición de un sexenio a otro. Este cambio de estafeta presidencial puede afectar proyectos de infraestructura, programas sociales, educativos, de salud, entre otros. Cada jefe del Ejecutivo, y es acertado y válido que así sea, tiene una propuesta de gobierno que no necesariamente empalma con la de su antecesor y está en sus atribuciones constitucionales hacer cambios en donde lo considere conveniente.

Sin embargo, hablando en especial del campo de la política contra el cambio climático, es un rubro cuya continuidad está garantizada, sin importar la transferencia de poderes que se avecina después de las elecciones de julio próximo, en especial en la Presidencia de la República. Al menos, esto es así porque México está dentro de las naciones que propusieron estrategias de medio siglo, como lo señala el Acuerdo de París, lo que significa tener más allá de 2030 una perspectiva de hacia dónde vamos en materia de lucha contra el cambio climático.

“Desde el inicio (del Acuerdo de París) nos adherimos a los países que buscan mayor ambición en la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y también buscamos distintas formas de financiamiento. Tenemos una propuesta viable, congruente, y hemos hablado mucho de la inclusión de temas de género, de equidad intergeneracional y de derechos humanos a la hora de la aplicación de la tecnología para reducir las emisiones”, señaló María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.

Añade la directora algo muy interesante, en el sentido de que a México le interesa bajar las emisiones de gases de efecto invernadero, pues actualmente somos una nación que se ubica dentro de las 20 más contaminantes, pero también necesita enfocarse mucho más en temas de adaptación y de mitigación al cambio climático. Y por ello, dice, México tiene una gran ventaja respecto de otras naciones, porque es la segunda a escala global que cuenta con una Ley General de Cambio Climático y esto le permite adecuar la estructura institucional federal para tomar medidas transversales en los distintos órdenes de gobierno contra la inestabilidad del clima y sus impactos.

La funcionaria confía en que México cuenta con lo necesario para cumplir con los compromisos establecidos en el Acuerdo de París, que entre otros, destacan la reducción de carbono negro, que es un contaminante emitido principalmente por el transporte y durante las quemas agrícolas indiscriminadas, así como en las fugas de distintas instalaciones industriales. Y esperemos que así sea y podamos afrontar esas exigencias internacionales en materia ambiental.

Pero regresando al punto de que está asegurada la continuidad en nuestro país en la lucha contra el cambio climático, pese a la transición presidencial que se avecina, no hay que estar tan seguros de ello, porque esto depende de que quien tome las riendas del país esté comprometido en la materia del cuidado del ambiente y avale los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París. Ya vimos, estimados lectores, que con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, una de las primeras medidas que tomó fue echar abajo los acuerdos internacionales que su antecesor había dejado establecidos en materia de lucha ambiental.

Y en el caso de México, somos testigos de que uno de los candidatos a la Presidencia, envuelto en la bandera de un populismo trasnochado, ha establecido que de ganar las elecciones cancelará una de las obras de mayor avanzada en el país, como es el Nuevo Aeropuerto Internacional, y echará para abajo las reformas energética y educativa. En este sentido, nadie puede asegurar que este personaje, en un arranque desenfrenado y ocurrente, como una especie de Trump tropical, mande al diablo los compromisos de México en el Acuerdo de París, aduciendo que no es prioritario y que “el pueblo” así se lo indicó.

Ojalá que esto solo sea una muy lejana posibilidad y que quien llegue a la Presidencia de la República esté comprometido con el pleno desarrollo nacional a través del cuidado ambiental para garantizar la salud de los mexicanos de esta generación y de las siguientes.

Secretario general del Partido Verde Ecologista de la Ciudad de México.