Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse.

José Ortega y Gasset

¿Qué está pasando con la humanidad? Muchas preguntas y respuestas en una sola interrogante. Vivimos una época de horror, parece una recreación de los nueve círculos del infierno de Dante, pero de una manera mas cruda, descarnada y aumentada. No podemos entenderlo de otra manera. Un mundo globalizado, que genera grandes avances tecnológicos, científicos, médicos y de desarrollo.

Estamos más cerca, sin importar las distancias; Sanamos de  enfermedades que antes eran foco de grandes contagios, pestes, epidemias y de una muerte segura; nos enteramos en tiempo real de lo que sucede hasta en los rincones más recónditos del orbe, tenemos vehículos que se conducen a control remoto, hemos conquistado lugares del mundo y del espacio antes inalcanzables. Pero muchos de estos avances mal enfocados han contribuido a una deshumanización y desinterés por la persona.

“Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí”; esta es la frase inscrita en la puerta del Infierno de Dante.

“Abandona la esperanza si entras aquí”, reproduce el infierno dantesco que vivimos como país. Los graves hechos que conocemos todos los días, parecen una eterna “espada de Damocles” que pende sobre nuestra cabeza y de la cual no tenemos salvación, tarde o temprano alguno de nosotros puede ser blanco de la delincuencia.

No reproduzcamos la tragedia de Sísifo. No seamos los eternos sufrientes de las incapacidades de los gobernantes y del estado de violencia generado por los delincuentes. Lo sucedido a los tres jóvenes que elaboraban un trabajo escolar y que fueron privados de su libertad, torturados y privados de la vida, además de desaparecer sus cuerpos usando acido, es algo además de indignante y atroz, totalmente un acto inhumano.

Lamentablemente no son los únicos casos que existen, hay muchos más. Fosas clandestinas, miles de desaparecidos. Las autoridades dicen que los jóvenes se encontraron en el, lugar y momento equivocados. Bajo esta lógica, cualquier lugar del país puede ser el lugar y el momento equivocado para cualquier persona. La indignación no puede quedar en un enojo o coraje reprimido. No debemos ser la “ciudad del llanto”, tampoco aceptar que la realidad sea un “dolor eterno” y mucho menos sentirnos la “raza condenada”.

El caso de los jóvenes desaparecidos en acido, no debe quedar impune ni legal ni socialmente. Debe ser un acicate a la conciencia que genere el actuar ciudadano y la exigencia permanente a las autoridades para que logremos la paz y tranquilidad y parteaguas que permita rescatar la esencia humana.

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