Por Jorge Alonso Espíritu

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]sta semana Facebook atraviesa por una de las mayores crisis que ha enfrentado desde su fundación. Su CEO, Mark Zuckerberg, ha sido llamado a comparecer ante el Congreso de EU para aclarar el manejo de datos que salieron de su empresa y que permitieron a  Cambridge Analytica la manipulación de las elecciones en Estados Unidos y el Reino Unido.

A la par, en México comenzaron las campañas electorales, y como nunca antes se espera que las redes sociales influyan sobre el resultado de los comicios. Algunos analistas prenden “focos rojos” sobre la polémica en torno a la filtración de información privada, pues el Instituto Nacional Electoral firmó un contrato confidencial con Facebook para evitar que las noticias falsas empañen la contienda.

Lo cierto es que a pesar de los intentos de eliminar las “fake news” de las redes sociales, estas proliferan y son parte de la estrategia de todos los partidos. Y es que, además de todo, son un lucrativo negocio que involucra no sólo a los actores políticos, sino a operadores nacionales y extranjeros.

Tan grave es el escenario, opina Esteban Illades, periodista y editor en la revista Nexos, que en Estados Unidos, Donald Trump llegó a la Casa Blanca valiéndose de noticias falsas y manipuladas, y no sólo eso, sino que las “fake news” son su forma de gobernar.

Illades nos presenta este panorama de forma amplia en su nuevo libro Fake News, la nueva realidad (Grijalbo, 2018), que a través de ejemplos claros y reales, desde la paradigmática narración de La guerra de los mundos, de Orson Welles, hasta el caso Frida Sofía, explica el cómo, el porqué y sugiere un hacia dónde en el tema.

¿La realidad se esta volviendo falsa?

Sí y no. Creo que tenemos dos realidades ahora: la realidad en la que siempre hemos vivido, y una realidad alterna donde los datos, los hechos duros ya no son importantes o no existen, lo que nos esta separando como ciudadanos.

-Personas como Steve Bannon, director de una pagina de teorías conspirativas y luego asesor de Trump, han adquirido poder en el escenario político y social del mundo. ¿Qué tan grave es esto?

Es muy grave por el poder que tienen, por cómo pueden canalizarlo. Donald Trump fue un vehículo para que personas de ultraderecha pudieran posicionar sus temas. El muro, por ejemplo, no era un tema de Donald Trump sino de Steve Bannon, de gente de extrema derecha. Ahora acaba de firmar un decreto para enviar a la guardia nacional a la frontera entre México y Estados Unidos.

Pero no sólo en términos políticos, sino también en términos científicos. Así como estaba Bannon en la Casa Blanca tenemos a Scott Pruitt, que es el encargado de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, un negacionista del cambio climático que apoya las industrias, y ha buscado revertir los efectos de protección al ambiente que existen en EU.

-Hablando del caso de Pruitt, ¿por qué parece estar tan desacreditada la ciencia?

Porque la comunidad científica se ha ido alejando cada vez mas de la sociedad. Las cuestiones científicas son muy complejas para que las personas las entiendan, entonces cuando alguien llega y lo explica de una manera más simple, sea la correcta o no, la gente lo empieza a creer. También tiene que ver con lo que la gente ya piensa de inicio, por ejemplo, si crees que Dios creó el mundo en seis días, y llegan y te muestran un video donde dicen que es cierto, vas a usar ese video para confirmar lo que ya sabes. En cambio, si ves algo con datos científicos difíciles de entender que te dice que estás mal, vas a tender a no creerlo. Las personas que crean las teorías de la conspiración hablan el mismo idioma que las personas a quienes quieren convencer.

-Los algoritmos de Facebook y la “cámara de eco”, nos dan la ilusión de estar en lo correcto, de que nuestras opiniones son verdades. ¿Cuál es el efecto sobre la forma en que la gente se involucra en la política?

Tiene muchísimos efectos. Estamos viendo que los grupos ya no se intersectan. La gente que sigue a AMLO, como los que siguen a Anaya o a Meade, están en “cámaras de eco” distintas, consumen solo información que apoyan lo que ellos piensan, y contradice lo que piensan los demás, las campañas ya no se intersectan. Entonces, cuando gana un candidato u otro, las personas dicen, “¿cómo es posible que haya ganado si yo no conozco a nadie que haya votado por él?”.

-Cómo influye el nivel de educación de las personas, que además en México es muy bajo…

Tiene que ver más con que hemos llegado tarde a la tecnología. Apenas estamos empezando a lidiar con los problemas de la tecnología y las redes sociales. 2018 va a ser la primera elección en que tengamos pleno uso de redes sociales para difundir información.

-¿Los mexicanos leen las notas que comparten?

Como trabajador de un medio de comunicación te puedo decir que muchas veces no es el caso. Eso se puede saber con herramientas de internet: la gente las comparte, pero eso no incide en la tasa de lectura dentro de las notas.

-¿Si Donald Trump fuera mexicano, habría ganado las elecciones?

Son circunstancias muy distintas, pero sí tendría una oportunidad porque es alguien que sabe utilizar los medios de comunicación y las redes sociales. Sabe hablarle a las personas que han olvidado los demás candidatos, hablar de lo que no se habla y conseguir votos.

-Después de conocer la manipulación de las elecciones en Estados Unidos y Gran Bretaña, ¿podemos decir que las elecciones en México están en riesgo?

Creo que las elecciones en México pueden estarlo, pero por el riesgo que generamos nosotros mismos. No necesitamos a los rusos para sabotearnos. En términos de redes sociales estamos viendo noticias falsas, en uno externo vemos el uso de programas sociales, compra de votos, etcétera. Las elecciones siempre están en riesgo por esas cosas que hacen los políticos y las personas asociados a ellas. No creo que el internet ponga más en riesgo la elección de lo que ya está por nuestras prácticas tradicionales.

-¿Debe preocupar al INE el caso de Cambridge Analytica?

Pues se ha revelado que realmente no eran 50 millones de cuentas de Facebook afectadas, sino 87 millones, de las cuales aproximadamente 780 mil son de México.

Tampoco son tantas, pero en un universo electoral mexicano sí puede afectar. Además, no hay evidencia que diga que Cambridge Analytica está trabajando con una campaña en particular, pero sabemos que hubo acercamientos el año pasado, de alguna u otra manera, con el PRI. Se dice que en Estados Unidos sí lograron mover la elección pero no hay pruebas contundentes.  

-¿La prohibición de las “fake News” es buena idea?

No, nunca es bueno meter palabras como “prohibición” con cuestiones de información, sea cierta o sea falsa. Por ejemplo, el gobierno de Malasia ha dicho que va a prohibir las noticias falsas y va a encarcelar a quien las comparta. Eso no es bueno porque la verdad a fin de cuentas no es universal. Tiene tintes, no es de un lado ni del otro, entonces lo que a uno le puede parecer falso en realidad puede ser verdadero, salvo cuando se trata de términos científicos. En cuestiones políticas es mucho más difícil discernir lo cierto de lo falso. Intentar prohibir es un atentado contrario a la libertad de expresión y puede ser entendido como censura.

-¿Cómo se puede evitar que las noticias falsas nos afecten como sociedad?

Hay dos enfoques. Primero, el de los medios de comunicación: hacer nuestro trabajo de una manera más rigurosa, verificar fuentes para que la gente que nos lee tenga más datos y hechos con los cuales informarse e ir apoyando lo que piensan.

Y del lado de los ciudadanos, tardarse un poco más de tiempo en leer y compartir; muchas veces vemos una noticia falsa con una cabeza estridente y la compartimos porque confirma lo que pensamos. Pero si te metes a la nota y comparas la cabeza con el contenido, ves quién lo escribió, si lo sustentan datos, si cita otras notas… allí puedes ver si una nota es cierta o falsa.