Hace exactamente un año, Donald Trump ordenó un ataque balístico contra Siria. Decenas de misiles Tomahawk cayeron sobre una base aérea de Shayrat, desde donde él aseguraba que el presidente sirio Bassar al Assad había lanzado un ataque con armas químicas que dejó al menos 70 personas muertas, entre ellas, varios niños.

En esa ocasión, la reacción de Rusia, principal aliado del régimen sirio, no pareció importarle mucho, el Kremlin solo se concretó a decir que “sería una medida negativa”. Esta semana, la posibilidad de un nuevo bombardeo estadounidense sacudió las fibras de la comunidad internacional, luego de que Washington condenara un nuevo ataque con armas químicas adjudicado también al mandatario árabe. Aunque inspectores rusos descartaron la presencia de un agente químico en la zona del percance, el inquilino de la Casa Blanca advirtió en un tuit que lanzaría misiles “bonitos, nuevos e inteligentes”.

Aunque es de todos conocido su estilo bravucón, también es sabido que las posibilidades no solo de atacar, sino de desencadenar una guerra, es altamente realista. Trump, quien ha expresado admiración por Vladimir Putin, ahora lo tilda de ser “el padrino del animal Bassar al Assad” e, incluso, le ha advertido que se prepare para un despliegue bélico estadounidense.

Para analistas internacionales como Ana Teresa Gutiérrez del Cid, esta situación es alarmante, pues deja al mundo al borde de una guerra de gran intensidad que podría tener consecuencias desastrosas no solo para la región de Oriente Medio sino para el resto del orbe. De hecho, las bolsas han empezado a caer ante la posibilidad de que Washington cumpla su palabra.

Para la también doctora en relaciones internacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, Estados Unidos está retomando el proyecto de reconfiguración de Oriente Medio iniciado por la administración Bush Jr., que contempla apartar a Rusia de la región para dejarla absolutamente bajo los intereses norteamericanos, a fin de crear, entre otras cosas, un gasoducto que surta de gas a Europa desde Qatar, pasando por Siria y dejando a Rusia con un palmo de narices. Seguramente a Moscú no le va gustar nada, pues su gasoducto es el que provee a Alemania y al resto del viejo continente. Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía telefónica.

Ataque de Eu es inminente

Donald Trump ya amenazó con tomar represalias contra Bassar al Assad. ¿Cómo dejaría a la región?

Ya es inminente el enfrentamiento, pese a que Estados Unidos decidió mandar una comisión para averiguar el caso. Lo que vemos es que todo dependerá de lo que determine esa comisión. Sin embargo, militares rusos afirman que Estados Unidos ya está mandando armamento al Mar Mediterráneo, lo que resulta preocupante porque eso demuestra que sí puede haber una total intención de lanzar un bombardeo.

Además se está debatiendo en los medios rusos cómo enfrentar un ataque así. En los círculos políticos y mediáticos rusos hay diversas voces, unas que dicen que si se abstienen de contraatacar o si permiten este nuevo ataque de Washington, la reputación de Rusia como gran potencia, quedará dañada. También están conscientes de que un contraataque sería muy peligroso debido a que se podría desencadenar un conflicto bélico directo: estamos hablando de una guerra entre las dos más grandes potencias del mundo.

EU quiere favorecer a Israel

¿Cuál es la intención que busca Estados Unidos en Siria?

Parece ser una nueva provocación en Siria para lograr su objetivo, que ahora es detener a Rusia en esta área y sacarla de ahí, ya que Trump está enfocado nuevamente en Oriente Medio. La llegada de John Bolton a su administración denota que Trump ha hecho una alianza con los neoconservadores. Bolton ha sido partidario de un ataque bélico contra Irán, previo al acuerdo nuclear con ese país.

Trump está siguiendo estas acciones militares que se iniciaron con la Primavera árabe que, aunque no lo parezca, fue una estrategia de guerra de Estados Unidos.

Hay que recordar que fue así como se lanzó el ataque de Francia contra Libia y, de hecho, el siguiente objetivo eran Irán y Siria, no lo hicieron porque nunca previeron que Rusia les respondiera oponiéndose a los ataques y auxiliando al ejército sirio con su fuerza aérea.

La idea es reconfigurar Oriente Medio en favor de Israel, por una parte, y también para construir un gasoducto que iría desde Qatar atravesando Siria, por eso les interesa tanto ese país y por lo que apoyan a los kurdos para lograr la partición del territorio. Washington quiere crear un gasoducto para enviar gas a Europa y aislar más a Rusia, que hasta ahora ha sido su principal proveedor.

Trump ya ha iniciado una ofensiva contra Rusia. La última ronda de sanciones, que fue con el pretexto del envenenamiento de Skripal, tenía el objetivo de sancionar a compañías europeas que tengan tratos con compañías rusas.

Una guerra más peligrosa

¿Se puede hablar de una nueva Guerra Fría?

Y más peligrosa que la del siglo XX pues no hay reglas. En la Guerra Fría con la Unión Soviética había tratados como el ABN, que era de antimisiles balísticos firmado en 1972. Se supervisaba la cantidad de ojivas y misiles de cada potencia. Estados Unidos se salió de ese tratado desde los años noventa y no existe esta regulación de las armas nucleares. Rusia, frente a todo esto, ha generado una nueva carrera armamentista al modernizar sus armas. Ya presentó tres nuevas armas muy poderosas y capaces de detener los ataques norteamericanos.

Hay que recordar que el proyecto de Estados Unidos, después de la caída de la Unión Soviética, era que el siglo XXI se construiría bajo su perspectiva y así se llama el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC), que fue ejecutado por George Bush Jr.

Después del ataque a las Torres Gemelas vimos cómo atacaron Afganistán, Irak y luego se detuvo cuando Obama subió al poder, pero después este mismo convenció a Francia para que atacara a Libia. No fueron los neoconservadores ni el PNAC, pero se siguió en esa misma lógica. Trump la renueva, pero antes quiso allegarse diplomáticamente a Rusia. Esta reconfiguración de Oriente Medio incluye un ataque contra China para acabar con sus éxitos políticos y económicos, pero necesitaba como aliado a Rusia.

Trump sigue la política aconsejada por Kissinger para acabar con las dos grandes potencias asiáticas: Rusia y China. El apoyo de Rusia era importante para atacar China, pero no lo ha logrado. Trump ya no piensa en acercarse a Rusia, ahora quiere seguir las estrategias de halcones como Bolton. Su intención es nombrar a Rusia como un contrario y enemigo; eso tendría un efecto adicional que sería quitarse de encima la llamada trama rusa y reposicionarse en las elecciones de medio término.