Por Jorge Alonso Espíritu
[su_dropcap style=”flat” size=”5″]S[/su_dropcap]ucede a menudo que el marketing y el cine corren por caminos que parecen ser lejanos, como si a los encargados de la publicidad les importara un comino el contenido de una cinta y quisieran crear la imagen de otra, completamente distinta a la que promocionan, y así el espectador termina siendo engañado, a veces para bien y otras para mal. Es el caso de la francesa Revenge, cuyo título ha sido traducido en México como Venganza del más allá, y que ha sido promocionada con un cartel infame sacado de no sé qué película.
Pero que no los engañe la estrategia publicitaria. Venganza del más allá no cuenta una historia de espectros, ni de fantasmas, ni siquiera está centrada en sucesos paranormales, aunque todos estos elementos aparezcan en el promocional mexicano. Revenge cuenta una historia más común de lo que nos gustaría: una violación, un intento de feminicidio y los sucesos que se desencadenan.
Tres exitosos y adinerados hombres se reúnen anualmente para participar en un certamen de cacería. Según mencionan, se han llevado el trofeo a casa en repetidas ocasiones. Pero esta vez a Richard, el líder, lo acompaña Jen, su amante, interpretada por una convincente Matilda Lutz. Al amanecer de una noche de alcohol uno de sus amigos, Stan, enfurecido por el desprecio, abusa sexualmente de ella.
Para ocultar la violación y el desprestigio Richard ofrece a Jen una alta suma de dinero a cambio de su silencio. Este momento es clave porque deja al descubierto los mecanismos de poder que operan en la cinta –y en la vida real-, que aunque en la historia están basados en los más fieles estereotipos, cumplen una función altamente simbólica: los hombres blancos, ricos, poderosos, celosos de la familia, misóginos, cazadores, conductores de vehículos potentes, astutos portadores de armas, no tienen reparo en pasar encima de quien sea necesario para conservar su estatus. Aunque esto implique el homicidio, cuando la joven rechaza el chantaje.
Pero algo falla y Jen despierta mientras ellos van por su cuerpo para ocultar las evidencias. Sin quererlo, la cacería se invierte y siempre para sobrevivir, ella se convierte en la cazadora. La revancha del título es una reivindicación de la mujer, aunque eso sí, llena de sangre que se desparrama a litros por la pantalla.
Hay algunos renglones sutiles que la directora nos regala para reflexionar acerca de un discurso femenino, casi feminista. El más evidente, además de confirmación del cuerpo de la mujer empoderado, es su relación con la naturaleza, que le brinda oportunidades de sobrevivir a sus depredadores. Para ello hace uso del peyote, la cactácea sagrada mexicana, que en un ritual improvisado es consumido en una caverna del desierto.
Cierto, el argumento es en buena medida inverosímil, pero cumple una función catártica, basada en la violencia gráfica, pero también en la violencia de los tiempos, que transcurren vertiginosos, caóticos en la carrera por sobrevivir. Y eso es, quizá, lo mejor de la cinta, inscrita en el gore, capaz de revolver el estomago, pero que va más allá del mero sadismo.
La ópera prima de Coralie Fargeat nos descubre a una directora digna de seguir, y una película que a pesar de no ser perfecta, es una gran opción en carteleras.
Permanencia voluntaria: Vuelven
Nominada a 10 premios Ariel, y como parte de la gira de las elegidas para competir por los galardones de la Academia Mexicana, regresa a exhibición Vuelven, cinta de terror dirigida por Issa López, que tiene como tema central la orfandad provocada por la violencia del crimen organizado y la corrupción de las instituciones públicas.


