Pese a que los candidatos de las coaliciones, Al Frente por México, Ricardo Anaya; Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, Todos por México, José Antonio Meade; así como el independiente, Jaime Rodríguez, el Bronco, se autoproclamaron ganadores del segundo debate presidencial organizado por el Instituto Nacional Electoral en la ciudad de Tijuana, el pasado domingo 20 de mayo, analistas políticos e internacionalistas consideran que los candidatos presidenciales “tuvieron una actuación gris”, no presentaron propuestas claras, concretas y reales, es más, ni siquiera señalamientos efectivos.

En opinión de Cristopher Ballinas Valdés, profesor e investigador en políticas públicas en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, “los debates son ejercicios republicanos que permiten contar con elementos para tener un voto informado”. En este caso, el Instituto Electoral está tratando de innovar al definir un nuevo formato para el desarrollo de los debates entre los candidatos presidenciales y, por primera vez, realizar tres eventos de esta naturaleza, con un rol activo de moderación e interacción con la ciudadanía, lo cual ha resultado benéfico.

Sin embargo, “no hay que confundir eso con que tengamos una gran democracia y grandes candidatos. En realidad los candidatos que competirán en los comicios del próximo 1 de julio no necesariamente están dentro de las expectativas de todos los ciudadanos, ya se verá una vez que se elijan cuál será el desempeño de estos candidatos en el gobierno”, señala.

En entrevista con Siempre!, Ballinas Valdés divide en dos puntos su análisis: primero lo que es el formato del debate, y segundo, el desempeño de los candidatos, debido a este formato. En cuanto a lo primero, “es un formato novedoso en México, porque los ciudadanos preguntan directamente sus inquietudes a los candidatos, aunque lamentablemente no fue explotado de la mejor manera. Los moderadores debieron tomar las preguntas del público a lo largo de los tres bloques y abundar en ellas, así como propiciar más el debate entre ellos, pero no fue así, los moderadores hicieron sus propias preguntas, lo que limitó mucho el lucimiento del debate que era muy importante”.

“De hecho, de lo que menos se acuerda el público que lo vio o lo escuchó es de las preguntas que plantearon los ciudadanos, cuando tendría que ser lo más recordado de este ejercicio”, dice.

Se esperaba más

En cuanto al desempeño de los candidatos, el también doctor en ciencia política por la Universidad de Oxford, Reino Unido, explica que a diferencia del primer debate, el puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, “sí se preparó en esta ocasión. Aunque de quienes se esperaba más era de José Antonio Meade y de Ricardo Anaya, porque los temas que se debatieron: comercio exterior e inversión; seguridad fronteriza y combate al crimen transnacional, y derecho de los migrantes son temas que ambos conocen y manejan todos los días”.

“El candidato del PRI no solo tiene experiencia en la cancillería sino también fue dos veces secretario de Hacienda, tuvo muchos contactos internacionales, y ha participado en diferentes foros relacionados con la migración, con lo que se llama relación bilateral y multilaterales. Mientras que Anaya, se sabe, tiene una relación con empresarios de varios sectores, en su agenda siempre hay temas relacionados para mejorar las relaciones comerciales”, asegura.

No obstante, ambos candidatos pese a la experiencia que tienen no supieron explotar los temas, no mostraron todos sus conocimientos. Redujeron las relaciones internacionales a dos cosas: una, a que son relaciones comerciales, y dos, que el único país que existe es Estados Unidos, siendo que Meade, por ejemplo, participó en reuniones con China, con la Unión Europea. Podría haberlas mencionado para diversificar su propuesta y las acciones a tomar en materia de relaciones comerciales.

Destaca que “ni Meade ni Anaya hablaron de las relaciones bilaterales y multilaterales más allá del comercio, es decir, entre países no solo se mueven mercancías, también se mueven personas, bienes intangibles como la cultura o proyectos que no necesariamente se ven, como la Internet, cuestiones de esta índole que los candidatos debieron de haber pensado”.

 

AMLO fue el gran ganador

En cuanto a la actuación de López Obrador, Ballinas Valdés considera que “pudo ser mejor, porque si bien son temas que no domina, a diferencia del primer debate, en esta ocasión sí se preparó. En un momento dado, apeló más que al discurso y al conocimiento técnico, a la narrativa o a la parte emocional de sus seguidores, incluso lo siguió haciendo de manera normal, como lo hace siempre”.

Aunque una falta grave para él fue que en ningún momento le habló al electorado que está en el exterior, “sobre todo cuando el debate fue en una ciudad fronteriza, en Tijuana, no les habló a los mexicanos que están en Estados Unidos, a todos aquellos que están preocupados por ser deportados o que tienen un familiar en el exterior, que les diera una razón para votar por él, pero no sucedió así, desaprovechó la oportunidad de dirigirse directamente a los migrantes”, utilizar la parte emocional a su favor para hablarle a las personas que son afectadas hoy por la política implementada por Donald Trump.

Cristopher Ballinas no coincide con las opiniones que señalan que durante el debate se vio a un Andrés Manuel cansado, tenso, enojado, incluso enfermo. “Empezó tenso, pero no creo que esa haya sido su estrategia dentro del debate, al contrario muchas veces se mostró relajado, cuando se acerca Anaya o el Bronco, hablar en los estudios —de televisión— no es la parte favorita de Andrés Manuel”.

Al tabasqueño “le gusta hablar en los mítines, ante grandes grupos de personas, entonces, obvio que se le vio nervioso, no estaba en sus territorios, pero de eso a que su lenguaje corporal nos dé la razón de que está enfermo como muchos aseguran, no lo creo. Tiene los padecimientos de cualquier persona de su edad, de su enfermedad, pero no tiene ni la incapacidad mental ni física como se quiere presentar en la campaña negra. Claro, no es una persona vital como Ricardo Anaya, pero se le vio mucho más preparado, sereno y tranquilo que en el primer debate.

El politólogo asegura que “José Antonio Meade y Ricardo Anaya le siguieron hablando a la élite mexicana, y Andrés Manuel debió haberle hablado no solo a su electorado cautivo, sino también a ese electorado que podría votar por él y que a lo mejor está en alguna ciudad de Estados Unidos, en Los Ángeles o en Nueva York, pero siguió el debate”.

Por lo tanto, afirma: “Andrés Manuel es el gran ganador del segundo debate, no perdió ni un solo punto ante las personas que lo siguen. Hubo gestos como cuando se acerca a Ricardo Anaya, el Bronco, cuando abraza a Meade o esconde su cartera, que de alguna forma le acarrea puntos de sus simpatizantes, pues lo hacen ver natural, como una persona común, pero sin olvidar su oposición a las personas que él dice son parte del régimen”.

Aunque coincide en que Andrés Manuel López Obrador dejó preguntas sin contestar, explica que “es parte de su estrategia no responder aquellas preguntas que le resultan incomodas o que cree que le desvían de su narrativa y de su campaña. No creo que eso le reste votos, por el contrario mantiene a los votantes que tiene actualmente, porque el votante que ya está cautivo ve que sigue actuando de la misma manera”.

“Mientras que Meade y Anaya —dice— siguen peleando entre ellos para ver quién tiene el segundo lugar y posiblemente ser el ganador del llamado voto útil, ante la decisión del elector de dar su voto a quien esté más cercano a López Obrador” .

Se mantendrán las cifras

El doctor Ballinas afirma que “en las encuestas que veamos, posteriores al segundo debate, se mantendrán las mismas cifras para Andrés Manuel, no así para Ricardo Anaya y José Antonio Meade, pues aquí sí habrá cambios en los números”.

“Las tendencias se mantendrán, es posible que se vea, dependiendo el tipo de encuesta, a un Anaya arriba de Meade o viceversa, pero todavía a una distancia considerable del puntero López Obrador. El debate no cambiará las tendencias. Es común que los debates no sean definitorios en las decisiones que toman los votantes, al contario, a lo único que ayudan es a confirmar lo que el votante ya decidió desde antes del debate”.

Cristopher Ballinas advierte que no necesariamente quien gana el debate gana la elección, “hay muchos casos en la historia en donde una persona ganó el debate, y no ganó la elección. Un caso muy sonado en México es el de Diego Fernández de Cevallos, que ganó por ser mejor orador y crear la mejor polémica, en el debate de 1994, en donde participó Ernesto Zedillo por el PRI y Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD, sin embargo no ganó en los comicios”.

Aunque, “el hecho de que no haya ganado no significó que no estuviera cerca, pero el debate no sólo impactó, fue un momento de identificación muy claro del PAN. Se le colocó como una fuerza muy posible de ganar. Y hemos visto otros casos en donde los candidatos no son buenos oradores, como en el debate que pedía Vicente Fox, que no se realizó y literalmente acabó hablando solo en los estudios de televisión, pero al final ganó la elección de la alternancia en el 2000”.

Cristopher Ballinas Valdés.