La influencia de los medios de comunicación en las campañas electorales es fundamental y, más allá de los spots que por su brevedad y continua repetición pierden su efecto, las entrevistas y las preguntas de los comentaristas perfilan, de mejor manera, la imagen de los aspirantes a la presidencia de la república.

Por eso, es importante analizar su presencia en el conocido programa Tercer Grado, producido por la empresa Televisa en donde los últimos días comparecieron Andrés Manuel López Obrador y José Antonio Meade.

Es sorprendente la actitud de Televisa, ya que mientras López Obrador se enfrentaba a la iniciativa privada y ésta se organizaba para responderle, como nunca había sucedido, la empresa de Azcárraga se mostró cautelosa— por decir lo menos— en la presentación de López Obrador, a quien sus comentaristas estrella le dieron “trato de presidente de la república”, pues no le cuestionaron cómo lograr el paraíso que ofrece y cómo construirá una utopía, que es buena como propaganda electoral, pero muy complicada de apuntalar a la luz de la seriedad y del análisis adecuado. Ninguno de los participantes se atrevió a contradecirlo de fondo, y el entrevistado “pontificaba”, a pesar de su poca capacidad sobre oratoria, logró salir bien librado.

Pocos días después, el lunes 7 de mayo se presentó José Antonio Meade, quien, por primera vez, se destacó de manera brillante, mantuvo una agilidad intelectual y una seguridad que no le conocía el público; era otro Meade que, a partir del día anterior en que tomó posesión el nuevo presidente del PRI, René Juárez Cisneros, cambió su estrategia, aceptó que existían contradicciones entre el partido y su equipo de campaña, planteó sus respuestas con capacidad, con inteligencia y con razonamiento; podremos estar o no de acuerdo con él, pero demostró que es un conocedor de la realidad nacional.

El martes 8 Meade se presentó en Milenio Noticias, donde lo acribillaron, lo intentaron sacar de sus casillas y lo golpearon de manera severa los comentaristas de este canal y José Antonio, una vez más, los enfrentó con agilidad intelectual, con convicción y con fuerza, a pesar del ataque verdaderamente duro que sufrió, demostró su habilidad y una capacidad dialéctica vinculada a una esgrima verbal filosa y atractiva.

De todo esto, se desprende que han cambiado las expectativas de la campaña presidencial, la guerra entre la iniciativa privada y López Obrador será un factor de cambio de la percepción de miles de mexicanos; la nueva actitud de Meade lo hará acercarse al triunfo electoral, aunque todavía está muy lejano, sin embargo, podemos decir: así sí, José Antonio.

Por su parte, Ricardo Anaya sigue a la baja porque sus partidos están vacíos de militantes: el PRD destruido, el PAN abandonado de sus bases fundamentales y Movimiento Ciudadano a la expectativa del futuro político, pues el único inteligente de estos patrocinadores del joven Anaya se llama Dante Delgado.

En suma, en esta especie de exámenes profesionales que les hacen a los candidatos, los espectadores pueden reprobar o aprobar con bases más sólidas que la simple propaganda absurda, costosa y cazabobos, con las que suelen hacerse estas campañas.