La cosa está que arde en Nicaragua. A un mes las protestas se intensificaron contra el régimen del presidente Daniel Ortega. Las fuerzas de seguridad arremetieron contra estos grupos manifestantes que se oponen a una medida gubernamental de aumentar la cuota patronal y laboral y además establece una cuota de 5% para los jubiladosHasta el momento, las víctimas por la represión policial suman más de sesenta.

Tan sólo en la jornada de ayer, los enfrentamientos dejaron una persona muerta y más de 20 heridos, entre estos varios periodistas. Un grupo de jóvenes opositores al régimen orteguista, tomó la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), considerado como un importante centro de estudios y un bastión del sistema educativo del gobierno.

En medio de esta violencia, las autoridades se pronunciaron por reanudar el diálogo a fin de buscar una solución pacífica a la crisis, la cual ha comenzado a golpear a la economía de ese país centroamericano. Según informes del Banco Central, el caso ha causado casi 300 millones de dólares las pérdidas, al tiempo que se registra una salida de capitales ante el temor de que los conflictos se intensifiquen.

La Iglesia, que ha hecho todo lo posible por mediar la situación, aseguró que Ortega está dispuesto a discutir los temas propuestos en la llamada Mesa del Diálogo Nacional, que ahora también exigen la adopción de reformas democráticas.

“Espero que las fuerzas antimotines no provoquen más dolor en Nicaragua. ¡No más represión violenta ni más muertes!”, escribió en su cuenta de Twitter Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua y una de las voces más críticas de la Iglesia contra el Gobierno de Ortega.

La Alianza Cívica, conformada por estudiantes, dirigentes civiles, empresarios y académicos– consideran reanudar el diálogo, que fue suspendido luego que el gobierno se negó a discutir las reformas con las que se busca recuperar la institucionalidad del país. Sin embargo, el bloque opositor en realidad ya no está en un momento para negociar, pues su bandera es ahora poner fin al gobierno de once años de Daniel Ortega, caracterizado por sus tendencias autoritarias.