Por Jorge Alonso Espíritu

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]l cine, como la literatura y el arte en general, no plantea verdades, sino interrogantes. Cuestionar lo cierto, lo único, lo normal, lo legal, es parte importante de su tarea. Entrar en los laberintos de lo humano para visualizar los derroteros de la mente, con su complejidad, con sus convicciones, dudas y sentimientos, y comprender que no siempre existe una salida, pero sí un final.

La cinematografía japonesa lo ha entendido. En 1950 Akira Kurosawa presentó Rashômon, obra maestra que narra la historia del juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal -con la ayuda de un médium- y de un leñador, testigo del homicidio. Por supuesto, cada uno de ellos tiene una verdad, y los oyentes y el espectador crearán la suya. Es la paradoja que presenta Kurosawa.

En El tercer asesinato asistimos nuevamente a un crimen y a un juicio, esta vez en el Japón moderno. Misumi, un exconvicto por homicidio, mata a su jefe y es acusado por ello, con agravante de tentativa de robo. Al ser reincidente la condena, según las leyes del país asiático, sería la pena de muerte, pero Shigemori, su abogado, hará lo posible por demostrar que el móvil del asesinato fue la venganza, y así reducir la pena a cadena perpetua.

El problema es que Misumi no es un cliente fácil de defender. No sólo porque la evidencia apunta en su contra, sino porque cada vez que es interrogado cambia su versión de los hechos, así, si en Rashômon eran los testigos quienes alteraban la percepción de lo verídico, aquí es un solo hombre quien tiene muchas verdades, y el elemento común es, como en cualquier historia de crimen, el desconcierto. Pero el verdadero misterio va más allá de lo aparente; no responde a qué pasó la noche del crimen, sino por qué Misumi actúa como lo hace.

Hirokazu Koreeda, recién galardonado con la Palma de oro en Cannes, presenta esta cinta que no es esencialmente un thriller, ni un drama judicial, aunque lo sea. Narrado con la sutileza que caracteriza su filmografía, El tercer asesinato es un estudio sobre el bien y el mal que habitan a un hombre, a un miembro cualquiera de la sociedad. Un ensayo sobre lo moral y lo legal, y sobre nuestra responsabilidad como humanos. ¿Puede la vida de un hombre malo ser juzgada por una buena acción? ¿Puede la vida entera de un hombre bueno ser juzgada por una mala acción?

Al mismo tiempo, Koreeda reflexiona sobre sus temas predilectos: las relaciones familiares, principalmente paterno-filiales y las costumbres arraigadas en la sociedad nipona moderna.

Por último, cabe destacar el uso de la música, el duelo de los actores Masaharu Fukuyama y Koji Yakusho, capturados con una cámara sumamente sensible, así como la negativa de apostar por el melodrama cuando se tocan temas delicados.

El tercer asesinato, de Hirokazu Koreeda, se encuentra en carteleras de cine.

Permanencia voluntaria: Nunca estarás a salvo

Llega a carteleras la nueva película de la directora escocesa Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin – 2011), protagonizada por un acertado Joaquin Phoenix. Nunca estarás a salvo narra la historia de Joe, un veterano de guerra que se dedica a cumplir encargos violentos, cuidar a su madre anciana con problemas de demencia, y huir de sus propios recuerdos. En esa rutina es contratado por un político para rescatar a su hija, que ha sido presa de las redes de trata, pero al intentar hacerlo se verá envuelto en una trama repleta de horror y violencia. Mención especial al espléndido trabajo visual de Thomas Townend, y el acertado montaje.