Por Jorge Alonso Espíritu
[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]n abril de 1992, Christopher Johnson McCandless, un joven estadounidense con orígenes en la clase acomodada, se adentró en los bosques de Alaska como destino final de una travesía solitaria que había iniciado dos años antes, tras concluir de forma destacada sus estudios en la Universidad Emory de Atlanta.
McCandless donó a una organización humanitaria los 24 mil dólares de su cuenta de banco, abandonó su auto en el camino y quemó el dinero en efectivo que llevaba. Comenzó una nueva vida, con un nuevo nombre: Alexander Supertramp. Así, recorrió los Estados Unidos, llegó a México de forma ilegal y continuó una ruta épica rumbo al norte del continente, incentivado por un ansia de aventuras y de libertad aprendida en los libros de Tolstoi y Jack London, cuyas vidas austeras admiraba, rayanas en el ascetismo, y compartía filosofía y postulados morales. Su evangelio laico era la “Desobediencia civil”, de Henry David Thoreau.
Internado en Alaska, entre el frío y el hambre, fue encontrado muerto cuatro meses después, en estado de descomposición dentro de una furgoneta abandonada.
El caso llegó a la redacción de la revista Outside, que encargó al alpinista y reportero Jon Krakauer, una investigación sobre las circunstancias de la extraña muerte del muchacho. Dicho texto se publicó en la revista convirtiéndose en uno de los más debatidos en la historia del impreso. ¿Se trataba de una muerte innecesaria, irresponsable, o de una tragedia vivida con coraje y nobleza? El reportaje de Krakauer se convirtió un par de años después en una crónica de largo aliento publicada como libro.
Más de 10 años después, en 2007, Sean Penn tomó la crónica y las notas del diario de McCandless y los llevó a la pantalla grande en la película Hacia rutas salvajes, publicada en video como “Camino Salvaje”, y disponible en Netflix bajo el nombre de “Aventura en Alaska”.
La adaptación de Penn tiene el extraño mérito de poseer una identidad propia, distinta a la del libro en el que se basa, conservando sutilmente las interrogantes filosóficas que se desprenden del viaje de Supertramp: la libertad, la familia, el sistema, el movimiento, la riqueza, la sociedad, la educación, el dinero, la soledad y, por supuesto, el amor. Todo lo anterior, puesto en duda por el protagonista en su camino a Alaska. ¿Puede el ser humano hallar la felicidad? Y si la respuesta es sí, ¿cómo?
El filme se convierte en una road movie, que retrata los lugares que Alex conoció, las personas que encontró, todas ellas transformadas por el contacto y las convicciones del muchacho, pero también por sus dudas y errores.
El guion de Penn es sumamente cuidadoso a la hora de intersectar los distintos momentos de la narración, haciendo que cada pequeña historia sea importante para sí misma y para el conjunto.
La dirección artística es especialmente destacada. Eric Gautier en la fotografía usa los espacios naturales para capturar imágenes memorables. Para ello mezcla planos largos espectaculares con íntimos planos de detalle. La Banda sonora es poderosa, sentida. Las canciones de Eddie Vedder, líder de Pearl Jam, son exactas para darle toda la fuerza artística a la cinta.
Es por ese conjunto que Hacia rutas salvajes, que tuvo una difusión limitada durante su estreno, se ha convertido en uno de los clásicos del siglo XXI.
Permanencia Voluntaria: Rostros y lugares
En una cartelera dominada por el blockbuster, permanece en un circuito limitado la cinta Rostros y lugares, colaboración de la cineasta Agnès Varda, precursora de la
Nouvelle vague francesa, y el fotógrafo y artista urbano JR. Ambos personajes, la primera a punto de cumplir 90 años, se lanzan a recorrer la Francia rural fotografiando personas, imprimiendo sus retratos en formato monumental y pegándolos en lugares visibles como una intervención que cumple una doble intención: reflexionar acerca del pasado y al mismo tiempo sobre la función del arte.
En el viaje, los recuerdos de Agnès Varda y la personalidad de JR dialogan convirtiendo el documental en una road movie entrañable, llena de filosofía, de humor, de carisma y melancolía. Una de las películas que no te puedes perder este año.