La serie de televisión Populismo en América Latina, para la cual se lanzó una campaña publicitaria en autobuses de la Ciudad de México en donde aparece Andrés Manuel López Obrador, candidato a la Presidencia de la República por la coalición Juntos Haremos Historia, al lado del fallecido expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el exmandatario brasileño, Luiz Inácio Lula de Silva, reaviva la polémica sobre el populismo, un tema controvertido, complejo y de especial relevancia para América Latina, sobre todo en un año en que están previstas elecciones en Colombia, Brasil y México.

Sin lugar a dudas un caso emblemático que retrata a la perfección este fenómeno latinoamericano es Venezuela, en donde “fue personalizado por Hugo Chávez, quien después de un golpe de Estado fallido, ser encarcelado y luego indultado, se hizo del poder democráticamente usando el populismo”.

Y aunque mucho se dice en nuestro país que Andrés Manuel López Obrador, de llegar a ganar la Presidencia de la República el próximo 1 de julio, podría repetir la historia venezolana en México, para el empresario venezolano y mexicano naturalizado Francisco José D’Angelo Ohep, el tabasqueño no es el peligro, sino la gente cercana a él. “Lo que no me gusta es que en su partido tiene el mismo fenómeno que tuvo Chávez, mucha gente que está de acuerdo con la figura del chavismo y con ese modelo de gobierno. Hay el riesgo de que si gana y estas personas se hacen más fuertes en el interior de su partido nos lleven a un gobierno populista peligroso”.

“Me da miedo lo que han dicho pública y notoriamente militantes de su partido, gente cercana a él, que la vía para solucionar los problemas del país es un cambio hacia lo que está haciendo Nicolás Maduro, hacia el modelo bolivariano, eso es una locura”, asegura.

“López Obrador no es un Chávez, porque a diferencia del mandatario venezolano, ya gobernó, no es un militar, no dio un golpe de Estado; en lo personal no me da miedo, aunque me preocupa que no se haya pronunciado contra lo que sucede en Venezuela, ahí sí hay un foco rojo”.

Francisco D’Angelo pertenece a la Asociación de Empresarios Venezolanos en México, sin embargo deja claro que las opiniones que expresa a Siempre! son a título personal. “No es la posición de la asociación, ella tiene su propia postura y visión sobre el tema. Su único fin es la promoción de negocios entre venezolanos y mexicanos, así como atraer inversionistas al país. Yo soy mexicano naturalizado, por eso puedo comentar sobre Venezuela, un tema terrible y una de las razones por las que la gente está emigrando, pero hay muchos extranjeros que no se meten en temas políticos”.

El inicio del chavismo

Lo que la gente vio en Hugo Chávez fue un hombre “supercarismático, aunque muchos vimos que venía de un golpe de Estado, que estuvo preso y lo indultaron, ese era el peligro. Era un personaje que no era democrático, que nunca había gobernado ni había sido alcalde, nunca había tenido un cargo público que se le conociera, por tanto el tipo era una incógnita para los venezolanos”.

El empresario venezolano-mexicano recuerda que cuando Hugo Chávez ganó la presidencia el 6 de diciembre de 1998, con más de 70, casi 80 por ciento de la votación a su favor, se vivía un fenómeno parecido al que se vive hoy en México, la oposición estaba dividida, había dos candidatos, no hubo un candidato que uniera a toda la oposición, por eso Chávez ganó”.

Advierte que un elemento fundamental fue que el chavismo ganó también el Congreso, “con lo que le das todo a un presidente para hacer lo que él quiera”, cambiar muchas cosas a su conveniencia.

Cuando llegó a la presidencia Chávez, la gente pensaba que era un populista más, no un tipo que destruiría el país. Lo que pensaba la gente es que era una especie de Carlos Andrés Pérez, un presidente venezolano que fue mucho más populista en los años setenta, en su primer gobierno (1974-1974), que en su segunda presidencia, en su reelección (1989-1993), cuando llegó con un equipo más maduro y una visión menos populista de gobernar.

Sin embargo, con Chávez no fue así, “la gente no tenía una visión de quién era, desde el punto de vista de cuál era su proyecto final? La gente creía que era un populista democrático, que eventualmente tomaría medidas populistas, se mantendría en el poder un rato y después cedería el poder”.

Sin embargo, afirma que no fue así, “no cedió el poder, al contrario, hizo una Asamblea Nacional Constituyente en el año 1999 para modificar la Constitución de 1961 vigente y poder incluir la reelección, que anteriormente no se permitía, los periodos presidenciales eran de cinco años”.

El empresario destaca que Chávez “aglutinó una gran cantidad de gente, de todo tipo de ideología, gente de derecha, de izquierda, radical, se pasó a su partido, pero ¿cuál fue la tragedia?, que poco a poco cuando los años van pasando fue poniendo gente más radical al frente de posiciones clave, hace una alianza cívico militar en la cual los militares forman parte importante de su gobierno, es decir, empieza a dejar de darle cabida o estrecharle los puestos a los civiles y empiezan a meter militares en cargos clave, un proceso importante para el tema de la Constituyente, para la reelección”.

El director general y `residente del Consejo Directivo de Inmobilare & Co. expresa lo que pasó con la empresa privada durante el régimen chavista: “la empresa privada legalmente, incluso en la Constitución del 99, tenía garantizados los derechos de la propiedad privada. Es  una Constitución de avanzada, tiene muchas garantías, pero no las cumplen, porque creo que era un plan para hacer una Constitución en la cual no importara lo que dijera, pero que llamara a la reelección, ese era el tema”.

 

Gobiernos populistas

Explica que en los gobiernos populistas “aumenta el gasto público, la gente se confía, ve dinero en la calle, aunque se vaya devaluando la moneda la gente dice: bueno, pero hay dinero, hay cosas, hay supuestamente negocios, sin embargo empiezan a cercar los negocios privados, el gobierno empieza a tomar las acciones que normalmente hacían los privados o a interferir en los precios, a meterse en redes de distribución, el gobierno empieza a tomar las riendas de todo”.

“Al principio se puede ver como una alarma, pero te parece bueno, a los tipos les gusta centralizar todo, sin embargo cuando te das cuenta no puedes hacer nada, la libre empresa no puede hacer nada sin un permiso de gobierno, pues este empieza a tomarse atribuciones que anteriormente las tenía la industria privada, empiezan a distribuir comida, se meten en cosas raras en que nunca se habían metido, que no es su business,  como dicen”.

Por tanto, las alarmas son “que estos tipos engañan a la gente con un plan serio de gasto público, de «te doy», a nosotros nos pusieron control de cambios, a ciertos sectores les daban dólares preferenciales, así jugaron mucho tiempo, y empiezan a destruir la institucionalización. Empiezan a jugar nuevos actores, que nunca han jugado en el plano económico, nuevos competidores, pero son competidores que tienen que ver con el gobierno, ellos usaron muchos prestanombres, testaferros, amigos de ellos, y empezaron a hacer labores que a la larga eran para corrupción o para tener los dólares preferenciales y empezar a importar, lo que complica la vida y los negocios de los importadores tradicionales, de las personas de empresas que normalmente habían hecho negocios en el país, porque empiezas a tener competencia desleal de nuevas compañías que tienen una relación con el gobierno”.

Todo esto —dice— se destapa con el tiempo, te vas dando cuenta de que es muy difícil la existencia de una compañía que no tenga vinculación alguna con el gobierno y te van estrangulando esas personas o esos empresarios tratando más bien de que te vayas del país para que no estorbes.

“La gente empieza a emigrar hacia México, Estados Unidos, Argentina, Colombia, a hacia todos los países, aunque ante tal panorama mucha gente sigue siendo optimista, es como la teoría de cuando va a estallar un volcán y el pueblo está abajo. Las personas que habitan el pueblo le dicen a protección civil, váyase de aquí porque el volcán es bueno y a mí no me hará daño”.

En opinión del empresario venezolano, “se genera una relación psicológica en la cual dices, esto no va para peor, pero todo indica que sí: hay destrucción de la moneda e inflación. No todo el mundo ahorra en moneda extranjera, por eso cuando ve que tiene millones en su moneda no sirven ni para comprar un pan. La inflación destruye el poder adquisitivo, empieza a crearse un cerco en el cual tus propiedades tampoco valen, a destruir todo el sistema de registro notarial, el Estado se mete en todo, en la compra-venta de bienes e inmuebles, complicando y entorpeciendo toda la situación. No hay mercado, lo acaba, la economía de mercado la acaba, más o menos así fue el cuento”, señala Francisco D’Angelo Ohep.

 

Chávez, el populismo en su máxima expresión