Miguel Ángel Osuna imparte clases de ética, así como de Ser humano, historia y sociedad en Cetys Universidad y en CEUX. Es oriundo de Mexicali, B. C.

—Miguel, ¿cómo ves el cambio de valla en la frontera entre Mexicali y Calexico?

—Aquí va mi reporte en directo de los avances del muro. Mi abuela materna vive a dos cuadras de él. Por primera vez en mi vida, y tal vez única, mientras lo reemplazan, no veo un muro en un tramo de varios metros. Esa ausencia es un claro: desde la banqueta de México ves a Calexico en EU.

¿Es decir que desde que eras pequeño ya había un muro?

—Esta pregunta me hace recordar muchas cosas. El barrio de mi abuela es una de las colonias más antiguas. Se fundó en 1952, lo que para mi ciudad es antiguo. El viejo muro era una alta malla muy primitiva. En aquel entonces, había una política de muy buena vecindad entre Mexicali y Calexico. Recuerdo que la cerca tenía agujeros por los que cruzaba con mis tíos. En la parte de EU había prados muy bonitos y verdes, ahí jugábamos futbol. Los “migras” (border patrol officers) eran muy amigables, los conocíamos personalmente, tenían nombre. Hacia finales de los años setenta parece que un tipo quiso correr para meterse a EU abusando de este espacio, cuando lo detuvieron mató a un agente. La gran leyenda cuenta que a partir de entonces todo cambió, nadie volvió a jugar en aquellos campos. Para que te des cuenta: íbamos a los canales a pescar cangrejos, y había almejas. Eso se acabó hacia los ochenta. Desde entonces, yo sólo he visto control.

—Las nuevas vallas que se ven en las fotos son largas y sin apoyos para fijar los pies.

—Es una valla muy alta con puros postes verticales que tienen una forma adiamantada y que permiten ver un poco del otro lado. Una de las ideas es que eviten el acto de trepar. Mira, con el tiempo, la calle fronteriza fue habitada por “polleros”. Era típico verlos correr con una escalerilla pesada y enrollada, hecha de cadenas con tubos, que aventaban para hacer que sus ganchos se fijaran arriba. Cuando la escala se descolgaba alguien trepaba, brincaba y corría. Con esta nueva valla será imposible hacerlo con un tiro de impulso hombre con brazo. No sé si todo el nuevo muro vaya a ser así, pero al menos así es en la parte urbana de Mexicali y creo que en las ciudades colindantes con otras de EU —acuérdate que hay pueblos de frontera que no tienen del otro lado una ciudad vecina.

¿Cómo se siente la gente con esta nueva valla o muro o barda?

—La gente lo ve como algo cotidiano. Lo miran y dicen “es el nuevo cerco”. Para la gente local tiene un impacto cero. En Calexico hay un centro comercial muy famoso con buena ropa y a buen precio, y la gente dice: “Ay, si me dejan cruzar rapidito, nada más compro una camisa y me regreso”.

¿Tampoco les inquieta la llegada de elementos de la Guardia Nacional estadounidense a la frontera?

—Estamos acostumbrados a que sea una frontera militarizada con una enorme tecnología de sensores, cámaras, torres de vigilancia y demás. Incluso, cuando entras de Estados Unidos a pie, lo primero que ves son soldados mexicanos junto a la aduana mexicana (SAT). Es decir, desde hace mucho hay militares mexicanos desplegados en el cruce fronterizo, y eso no indigna a los mexicanos. Quejarnos porque EU tomó la decisión, acertada o no, de desplegar un cuerpo militarizado es una postura falsa.

—Para terminar, ¿a la gente de Mexicali le gusta ser mexicana o preferiría ser estadounidense?

—Esta pregunta me parece un lugar común de las fronteras norte de muchos países. Puede ser que algunos la confundan con la aspiración del migrante para el que EU es una gran aspiración final. Pero los que somos hijos de la frontera, transfronterizos o transborderizos, como dice un crítico muy serio, Heriberto Yépez de Tijuana, hace mucho que somos mexicanos con un modo de identidad y colocación distinto. La vida en la frontera tiene su propia dinámica. Octavio Paz decía que hay tres Méxicos, uno en la frontera, otro en el Centro y otro en el Sur. No aspiramos a ser norteamericanos estadounidenses. Somos mexicanos del Norte.

Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, se atienda Ayotzinapa, trabajemos por un Constituyente, recuperemos la autonomía alimentaria, revisemos las ilusiones del TLC, defendamos la democracia y no olvidemos a las víctimas.