Los astrólogos y otros seguidores de supercherías argumentan que “los astros inclinan pero no obligan”, con el propósito de estar a salvo de reclamaciones pues la mayoría de las veces no aciertan en sus previsiones; los científicos, en cambio, sí saben los efectos que causa en los organismos por lo menos uno de esos astros, el Sol.

Se conoce que la distancia del Sol a la Tierra es uno de los factores que propició la evolución de la vida terrestre, ya que numerosos organismos requieren de las radiaciones solares y de la alternancia luz-oscuridad para realizar adecuadamente sus funciones. Y ahora se ha encontrado que en los ratones puede mejorar el aprendizaje y la memoria.

 

Una luminosa influencia

Además de los grandes beneficios que el Sol brinda a la vida con la alternancia luz-oscuridad y el paso de las estaciones, también se conocen efectos negativos en lugares donde disminuyen mucho las horas de exposición solar, como el desorden afectivo estacional que puede aquejar durante el invierno a personas que viven en las regiones nórdicas.

El desorden afectivo estacional se caracteriza por tristeza, sentimientos de desesperanza, pesimismo, irritación, pérdida de interés en actividades que se solían disfrutar, desgano, perspectivas sombrías, dificultad para dormir o somnolencia excesiva y pensamientos suicidas, entre otros. Pero no todas las personas de esas regiones lo sufren, pues intervienen otros factores que efectivamente pueden llevar a afirmar que el Sol inclina pero no obliga.

Asimismo, un reciente estudio sobre los efectos de los rayos ultravioleta en ratones confirma la importancia de nuestra estrella en los comportamientos de algunos organismos, y revela las estrechas conexiones existentes entre las condiciones ambientales y las conductas de los seres vivos.

Un grupo de científicos encabezados por Wei Xiong, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, encontraron por serendipia (de manera accidental porque su investigación estaba enfocada a otro objetivo) una vía de biosíntesis para la producción de glutamato, el principal neurotransmisor de la información sensorial, motriz, cognitiva, emocional y de formación de memoria.

El glutamato también interviene en otras funciones del organismo, como el transporte de nitrógeno entre los diferentes órganos, es fuente de energía de las células inmunitarias y juega un papel importante en la liberación de hormonas implicadas en la reproducción. De todas ellas se conocía su biosíntesis, pero Xiong y colaboradores encontraron otra vía de producción, de manera inesperada.

 

Una luz sobre el aprendizaje

Los investigadores estaban probando una nueva técnica de espectrometría de masas, creada por ellos, para analizar el contenido molecular de neuronas. En su análisis de las neuronas encontraron con sorpresa que había ácido urocánico, una sustancia que es producida en la piel en respuesta a la luz ultravioleta, pero que nunca se había reportado en el sistema nervioso central.

Ante el hallazgo decidieron probar si la luz ultravioleta aumentaba los niveles de ácido urocánico, para lo cual rasuraron a ratones y los expusieron durante dos horas a dosis bajas de rayos ultravioleta B (los que causan las quemaduras solares), analizaron sus neuronas y efectivamente encontraron más ácido urocánico en ellos que en ratones de control no expuestos a ultravioleta B.

La espectrometría de masas reveló “un camino metabólico nuevo que convierte el ácido urocánico en glutamato después de la exposición ultravioleta. Esta síntesis de glutamato, activada por rayos ultravioleta, promueve su empaquetado en vesículas sinápticas y su liberación en terminales glutamatérgicas en la corteza motriz e hipocampo”, escribieron Xiong y colegas en su artículo “Moderate ultravioleta Exposure Enhances Learning and Memory by Promoting a Novel Glutamate Biosynthetic Pathway in the Brain” (“La exposición moderada a ultravioleta mejora el aprendizaje y la memoria mediante la promoción de una nueva vía biosintética del glutamato en el cerebro”), publicado en la revista Cell el 17 de mayo.

Pero no solo eso, los investigadores sometieron a los ratones a una serie de tareas de memorización y aprendizaje motriz, observaron que se incrementó su capacidad de aprendizaje y memorización, en relación con los ratones no expuestos a ultravioleta. Si a esos ratones se les administraba ácido urocánico también mejoraba su memoria y aprendizaje.

Estos cambios se han observado únicamente en ratones, no se ha experimentado todavía en seres humanos. Sin embargo, como refieren los investigadores: “Estos resultados revelan un camino de biosíntesis del glutamato, que podría contribuir a algunos de los cambios neuroconductuales inducidos por la luz solar”. Efectivamente, podrían contribuir a explicar el desorden afectivo estacional, si también ocurre la biosíntesis en seres humanos.

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f/René Anaya Periodista Científico