“El magnicidio, desde el punto de vista histórico, suele tener una motivación ideológica o política, y la intención de provocar una crisis política o eliminar a un adversario que considera un obstáculo para llevar a cabo sus planes o por ser contrario a los derechos y libertades colectivas”, asegura Mercedes Vázquez de Prada, autora del libro Terrorismo y magnicidio en la historia, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, España, 2008.

En entrevista, vía Internet con Siempre!, Vázquez de Prada señala algunos ejemplos emblemáticos de magnicidios: Julio César, Abraham Lincoln, archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, zar Nicolás ll, Mahatma Gandhi, John F. Kennedy.

Apunta que las circunstancias en estos casos “son diversas, pero casi siempre en un contexto de lucha por el poder, de nacionalismo o totalitarismo revolucionario o de una conspiración internacional. El asesinato de Julio César no formó parte de ningún plan de restauración republicana, sino repartirse el poder entre los más poderosos de los conjurados. En el caso del archiduque de Austria, el grupo nacionalista Mano Negra, que apoyaba la unificación de Bosnia con Serbia”.

Mercedes Vázquez indica que “el asesinato no siempre ha sido un desenlace fatal de pasiones políticas enfrentadas, producto de lo más oscuro de la persona humana. El magnicidio ha tenido también una reflexión de carácter moral sobre la naturaleza y los límites del poder”. Dice que “a partir de la época contemporánea, la visión de la violencia entendida como instrumento inevitable, necesario o bien positivo y deseable, ha sido con frecuencia el resultado de una relativización utilitarista de la noción de moralidad”.

La profesora e investigadora de historia contemporánea en el departamento de Historia, Historia del Arte y Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, España, explica que “en muchos casos el mesianismo político tendrá unas implicaciones de exclusivismo, sublimación de la violencia y odio a la sociedad vigente. Nunca la violencia ha generado beneficios sociales ni ha propiciado posturas de paz. Hay que prestar atención al peligro que supone la subordinación de las libertades y de la democracia al predominio político hegemónico de esas minorías y grupos supuestamente capaces de garantizar una buena política y una buena moral.

Destaca que “es una constante de la política que una minoría bien organizada, con una ideología lo suficientemente fanática y con los medios necesarios puede acabar con un régimen político. Y eso es tan cierto ahora como en tiempos de Julio César”.

Mercedes Vázquez de Prada.

 

Obregón, Carranza, Madero, Colosio…

Aun cuando la escritora española advierte que no es experta en historia de México, comenta que los asesinatos de Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Luis Donaldo Colosio “son muestra de la historia de un sistema autoritario sumamente violento, en el que esa violencia se ejercía contra quienes buscaban subvertir ese orden. A partir de 1994 esa violencia se observa también entre esos grupos; en ese año se resquebrajó su pacto, y los acomodos entre ellos, incluyendo el narcotráfico, aún no terminan de consolidarse”.

 De cara a los comicios del próximo 1 de julio se han dado una serie de asesinatos contra políticos y candidatos a puestos de elección, y  dado que la violencia politica escala rapidamente el escenario electoral,  más ahora que en fecha reciente el periodista mexicano Ricardo Aelmán retuiteó un mensaje en el que de alguna forma inivitaba a los seguidores del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador a atentar contra su vida, Mercedes Vázquez de Prada considera que “históricamente, la violencia representada actualmente entre los mexicanos proviene de cánones posteriores a la modernización del país a finales del siglo XIX. Es preocupante la existencia de una tradición política mexicana  que exhibe rasgos que pueden convertir la democracia nacional en una búsqueda de personas salvadoras que gobiernen sin límites. En este sentido, la participación civil democrática no violenta es la que puede conseguir la articulación nacional”.

En cuanto a si existen condiciones en México para un magnicidio, la historiadora española asegura que “garantizar la seguridad de los mandatarios nunca ha sido tarea sencilla. Homicidios vinculados con la política, que en ocasiones también están relacionados con cuentas pendientes relacionadas con la corrupción o el narco, no pueden descartarse a la vista de la situación acelerada de violencia que se está dando en la campaña”.