Los once ensayos contenidos en (In)disciplinar la investigación. Archivo, trabajo de campo y escritura —coordinado por Frida Gorbach y Mario Rufer, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana— tan densos como provocadores y estimulantes para todo investigador de ciencias sociales y estudiantes incipientes o avezados no son una compilación multidisciplinaria más: es una propuesta que se plantea —amén de la indagación de temas que abarcan un eje temporal flanqueado por más de cinco siglos— una autocrítica en el ejercicio de la investigación, cuyos elementos centrales son “el archivo como campo” y “el campo como archivo”, oscilantes entre la antropología y la historia.

Unos ensayos se concentran en la transformación de un campo, en manifestación textual e indagan los modos de llegar, incluso, a la poética, así como se integra la ficción en un texto etnográfico.

Otros convierten el archivo en un campo: “convierten el documento, el texto —dicen los coordinadores—, la imagen y los actos mismos de gestión y administración que involucran a los repositorios en campo etnográfico con preguntas relativas al detalle del funcionamiento […] a procedimientos y al registro de protocolos específicos que transforman el archivo en un objeto-fetiche, en una pieza de legitimación y soporte de la legitimidad”.

Presencia del otro

La mayoría de los textos se interrogan sobre el trabajo epistemológico; sobre la utilización del poder cultural para jerarquizar, por ejemplo, la historia sobre la antropología, en beneficio del eurocentrismo y en mayor aislamiento de poblaciones como las africanas. Conceptos como ciencia, género, cultura, poder, raza, censura, memoria, comunidad, son enfocados desde diversas perspectivas; en conjunto, sin proponérselo, crean diversas discusiones ya propuestas por los coordinadores del volumen.

Su introducción, en sí misma, contiene —entre muchas— una propuesta de lectura: en lugar de desplegar y clasificar las interrogantes que fluyen y se sumergen a lo largo de los textos, porque ello significaría una labor interminable —más cercana a un ensayo sobre los ensayos de Indisciplinar la investigación— recuperan, en cambio, tópicos y asuntos que hoy forman parte del debate público en los estudios multidisciplinarios, relacionados con la vida gregaria.

La actualidad, la vigencia, el quiebre de las disciplinas entre la rudimentaria imagen social y la vitalidad —acompañada de contradicciones— es uno de los méritos de (In)disciplinar la investigación

Una constante, puntualizan Gorbach y Rufer, es la relación entre teoría y el binomio archivo-campo; la retroalimentación que se genera en la investigación y en la escritura; un leit motiv son las bifurcaciones entre el ejercicio científico y la realidad analizada: cómo dar cuenta —en palabras de Michel de Certau— al mismo tiempo de los acontecimientos y de los procedimientos que se utilizan para validar epistemológicamente un relato histórico; mientras que los antropólogos buscan y exploran cuestiones teóricas “en el proceso de la representación etnográfica misma”.

La presencia del otro es una de las constantes en los ensayos de Rita Laura Sagato (“El discurso racional de la antropología frene a lo sagrado”); María Gabriela Lugones y Gustavo Blázquez (“De cómo infamar: reflexiones en torno del ejercicio de escribir sobre vidas ajenas”); Mario Rufer (“El patrimonio envenenado” y “El archivo: de la metáfora extractiva a la ruptura poscolonial”); Alejandro Castillejo Cuéllar (“Violencia, inasibilidad y legibilidad del pasado: una crítica a la operación archivística”); Paula López Caballero (“Algunas preguntas metodológicas y epistemológicas para leer las notas del campo etnográfico como documento histórico”; Frida Gorbach (“El historiador, el archivo y la producción de evidencia”); Guy Rozat Dupeyron (“Doxa y herejía en el relato de la conquista de México”; María Elena Martínez (“Sexo y el archivo colonial de «Mariano» Aguilera”); Valeria Añón (“Los usos del archivo: reflexiones situadas sobre literatura y discurso colonial”), y Saurabh Dube (“El nacimiento del archivo. Una crónica de pérdida y recuperación desde el campo”).

Registro de protocolos específicos que transforman el archivo en un objeto-fetiche.

Aportaciones

En toda investigación existe el riesgo de reducir el todo a una de las partes (en la retórica hay un tropo que designa un objeto con el nombre de su parte y, al contrario, designa una de sus partes de ese objeto con el nombre de todo); en ese sentido los compiladores señalan que “los textos tienen que preguntarse por la relación entre totalidad y los fragmentos, es decir, por modos posibles de entrelazar la descripción de lecturas particulares y la narrativa de los eventos mundiales”.

Recuerdan a Gerge E. Marcuse quien se preguntó en Writing Culture, (1986) ¿cómo trabajar la idea de que las formaciones culturales están insertas en sistemas impersonales más grandes?; ¿cómo hacer para que la etnografía sea sensible a su contexto de economía histórica y política?; ¿cómo mirar los rasgos de esos sistemas impersonales dentro de representaciones de la vida local considerándolas a ambas en tanto que formas culturales autónomas y constituidas a su vez por un ordenamiento mayor?

Una de las interrogantes cruciales en las ciencias sociales es, aludiendo a John Comaroff (Of Revelation and Revolution, 1991), ¿cómo dar cuenta simultáneamente, en un mismo relato, de los acontecimientos locales, la situación global y los marcos teóricos que para conocer esos acontecimientos, utilizamos?; ¿cómo situar los casos en un mundo más amplio de poder y significado?

Si hubiese una selección de los mejores libros académicos del año, (In)disciplinar la investigación tendría un lugar; sus aportaciones no son pocas; destaca el vasto horizonte disciplinario que abarca. A todo estudioso de las disciplinas sociales, humanísticas, artísticas y, en general, de las humanidades le dejará contribuciones.

(In)disciplinar la investigación. Archivo, trabajo de campo y escritura (Coords. Frida Gorbach y Mario Rufer, México, 2017, Siglo XXI Editores- Universidad Autónoma Metropolitana.