Vida deportiva
Por Fernando Marcos*
[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]l 10 de mayo, por alguna sarcástica determinación del destino, ha sido fatal para el futbol nacional.
Un 10 de mayo, Inglaterra nos hizo polvo al son de un ocho a cero vergonzoso, no porque nos lo hayan hecho sino porque no debieron hacérnoslo, ya que teníamos con qué evitarlo.
Un 10 de mayo, Borussia Dortmund, sin los mejores de sus hombres, nos venció en Toluca, por dos goles a uno, y no porque el Borussia nos haya vencido, siendo como es, un escuadrón de calidad mínima, sino porque el equipo nacional ha causado pena y condolencia hasta del representante de uno de los más modestos equipos que nos visita: El Salvador.
Se dice que Raúl Cárdenas no da la lista de jugadores para el mundial porque no quiere. La verdad es otra: no la da, porque ni él mismo la conoce.
Los saboteadores del escuadrón nacional, y del futbol mexicano mismo estarán de plácemes: la selección nacional saltó a Toluca para darles la razón.
“Eso” que vimos en Toluca no puede ser el equipo nacional. Es preferible suponer que salieron a disfrazar sus posibilidades; que, por un pacto de simpatía con los rudos, pero leales germanos, encontraron al campo a dejarlos ganar; que Raúl Cárdenas tiene una carta en la manga para jugarla en el momento crucial de la gran partida de póker que es el campeonato mundial.
Podemos creer cualquier cosa. Pero, de ninguna manera, que “eso” que vimos en Toluca es el equipo nacional.
A menos de dos semanas para la gran fecha, nuestro escuadrón nacional es una masa infame, es una chusma sin entusiasmo y sin ruta fija. Es como si un pelotón de “nadies” subiera en un ferrocarril sin ruedas, sobre una vía sin rieles rumbo a una ciudad que no existe…
Pero no, “eso” no puede ser el equipo nacional. “Eso” es una simple pesadilla con que el futbol de México sufre la fecha fatal del 10 de mayo.
“Eso” que nos presentaron con camisetas verdes, pantalón blanco, medias verdes y zapatos que, incluso, se salen en pleno juego —caos José Luis González— debe de ser una jugada magistral del alto mando, para disfrazar nuestras fuerzas ante los ojos escrutadores y malignos de espía extranjeros.
“Eso” que vimos en Toluca debe ser un plan bien madurado para demostrar a los entrenadores del mundo lo que NO debe hacerse en la conducción de un seleccionado nacional…
“Eso” que jugó en Toluca al pipis y gañas debe ser la más sutil e intencionada actitud para ejemplificar a los futbolistas del mañana cuál es el camino que NO debe tomarse frente a un adversario fuerte, pero ingenuo, duro, pero vulgar.
“Eso” que vimos en Toluca debe ser el “patiño” de hombres como el defensa central del Borussia, peludo y desmañado —un hippie del futbol— que hacia su parte para que el tipo levantara las manos, triunfalmente, cada vez que se burlaba de dos, de tres y hasta de cinco adversarios en plena cancha llena de partidarios.
“Eso” que vimos en Toluca podrá ser cualquier cosa, pero, ¡vive Dios!, “eso” no puede ser el equipo nacional mejor preparado de todos los tiempos…
Queremos confiar en que “algo” está oculto en este sentido; que el equipo nacional está escondido en alguna parte, dispuesto a dar la sorpresa en plena Copa del Mundo.
No tenemos confianza, porque en “eso” no se puede tener confianza. Pero tenemos fe, una fe profunda que nos hace esperar que la montaña de errores se derrumbe de pronto y, como resultado, surja el equipo nacional que todos esperamos, dada la calidad de sus hombres, el respaldo que los alienta y el dinero que los impulsa.
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe…
Lo repetimos una y mil veces: “El equipo nacional surgirá el 31 de mayo de 1970 para dar el paso final de su consagración internacional”…”El equipo nacional surgirá el 31 de mayo de 1970”… “El equipo nacional surgirá el 31 de mayo”…”El equipo nacional surgirá”… “El equipo nacional”…
Pero en verdad, ¿existe el equipo nacional?
Tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe, tenemos fe
Ojalá y la fe se cumpla y tengamos, también, un equipo nacional.