Si en alguna ocasión la palabra “Histórica” ha sido utilizada con toda propiedad esa fue el viernes 27 de abril último, al calificar la jornada de ese día cuando tuvo lugar uno de los más trascendentales foros diplomáticos del aún joven siglo XXI: la cumbre entre los dos mandatarios de los países que forman la Península de Corea —Moon Jae-in, del sur, y Kim Jong-un, del norte—, que, pese al ríspido entorno y a las recientes descalificaciones entre el “dictador” norcoreano y el extravagante —por decir lo menos—, presidente de Estados Unidos de América, Donald John Trump, lograron superar las viejas rencillas que como polvos de aquellos lodos, nacieron en la guerra coreana entre 1950 y 1953, cuando las armas callaron pero fue imposible firmar un tratado de paz definitivo, solo un armisticio que se mantiene hasta el momento.

Una vez más –pese a los críticos del ejercicio de la diplomacia—, se demuestra que el viejo oficio y el compromiso multilateral si pueden lograr el entendimiento entre los pueblos más allá de los combates estériles y de la ingenuidad. La cumbre del viernes 27 de abril en el paralelo 38 puede ser un buen ejemplo.

La historia cuenta que la Guerra de Corea, de 1950 a 1953, fue provocada por la invasión de tropas norcoreanas en territorio surcoreano en la madrugada del 25 de junio de 1950. Reunido de emergencia, el Consejo de Seguridad de la ONU —organismo del cual la URSS voluntariamente estaba ausente desde el mes de enero anterior—, solicitó la asistencia de Naciones Unidas en favor de Corea del Sur. El presidente Harry S. Truman respondió la solicitud y decidió la intervención de las tropas estadounidenses (el 27 de junio). Además, varios contingentes internacionales fueron enviados inmediatamente a Corea. Al mando de las tropas internacionales, el general Douglas MacArthur logró salvar de la invasión de Corea del Norte, la cabeza de puente de Pusan (al sureste de la península) y, el 15 de septiembre desencadenó una contraofensiva que, el 26 de octubre, condujo a las fuerzas de la ONU hasta la frontera de Manchuria.

Corea del Norte se encontraba en una situación militar desesperada, pero China Popular decidió intervenir bajo la forma de un envío de “voluntarios”. Así, la balanza se inclinó una vez más en favor de los comunistas: una poderosa ofensiva China desencadenada el 26 de noviembre de 1950, obligó a las fuerzas internacionales a evacuar Seúl y a replegarse casi 100 kilómetros al sur del Paralelo 38. El frente fue estabilizado a principios de enero de 1951 y, poco a poco, las fuerzas de la ONU pudieron replegar a los comunistas al norte del Paralelo 38. China fue condenada como agresor por la ONU en febrero de 1951. Sin embargo, el general MacArthur, para evitar una nueva ofensiva comunista, reclamó intervención aérea contra las bases chinas en Manchuria. Pero el presidente Harry S. Truman se negó y reemplazó a Truman por el general Mathew Búnker Ridway (11 de abril de 1951). Iniciadas desde julio de 1951 en Kaesong, continuadas en Panmunjon, las negociaciones de paz se alargaron durante dos años.

Después de la muerte de José Stalin (1953), los comunistas abandonaron su intransigencia  y por fin se firmó el armisticio en Panmunjon el 27 de julio de 1953. La línea del cese al fuego cuyo trazo se situó, en su mayor parte, claramente al norte del Paralelo 38, y se convirtió de facto en la frontera de las dos Coreas porque, como dije antes, ningún tratado de paz ha sustituido el presente armisticio.

La Guerra de Corea fue extremadamente mortífera: 38,500 hombres de Naciones Unidas (incluyendo soldados estadounidenses), 70,000 surcoreanos, y casi dos millones de coreanos del Norte y de chinos, y más de tres millones de civiles muertos por los bombardeos, las epidemias….Desde su inicio, este conflicto tuvo una significación internacional. En sus primeras semanas, hubo el temor de que se desencadenara la Tercera Guerra Mundial, pero la Unión Soviética, que había sido informada de los preparativos del ataque norcoreano  en 1950, no quería más que una guerra local, por lo que se mantuvo fuera de los combates, lo que hizo que el Tío Sam se quedara solo en este conflicto. Por primera vez, después de la Segunda Guerra Mundial, las dos grandes potencias demostraron claramente su decisión de evitar un enfrentamiento irremediable. Además, la Casa Blanca, al decidir la destitución del famoso general MacArthur, al mismo tiempo rechazaba el peligro de un conflicto generalizado con la República Popular China.

La historia siguió por otros cauces. Hasta ahora.

Sin menospreciar a ninguno de los dos mandatarios, el significado real del encuentro solamente podrá evaluarse al paso del tiempo. En tanto, ambos personajes no fueron parcos en sus distintas manifestaciones en los distintos momentos de la reunión, algo que nadie pensaba un año antes cuando la península vivía en permanente tensión, en una escalada que parecía imparable.

El episodio más reciente de la historia coreana comenzó a las nueve y media de la mañana del viernes 27 de abril de 2018, cuando Kim Jong-un se acercó a la franja de cemento situada junto al edificio azul que durante décadas se ha utilizado para escenificar su rivalidad militar. Después de estrechar la mano derecha de Moon Jae-in, sonriéndole, cruzó la simbólica frontera que ha dividido a las dos Coreas desde 1953. Todos los presentes aplaudieron. También los periodistas, testigos de excepción. Así, Kim es el primer miembro de la saga norcoreana que entró en territorio surcoreano desde hace seis décadas y media.

Entonces, el surcoreano   Moon Jae-in le dijo a su invitado: “Has venido al sur y me pregunto cuándo iré yo al norte”. En forma cordial, bromeando, Kim le tomó la mano a Moon instándole a dar un paso hacia atrás, lo que oficialmente le colocaba del lado norte. “En el momento en que el presidente Kim cruzó la Línea de Demarcación Militar, Panmunjom, se convirtió en un símbolo de paz, no de división”, explicaría más tarde el propio Moon.

Este encuentro concluyó con un comunicado final en el que las dos naciones prometen “que no habrá más guerra en la península de Corea” y abrir “una nueva era de paz en ese territorio”. Asimismo, el texto incluye también un compromiso para reducir el arsenal bélico en la línea limítrofe (ZDM) de los dos países, conseguir que Corea quede libre de armas atómicas “mediante la desmilitarización completa” –rubro que se anticipa como el aspecto más problemático de las negociaciones ulteriores–, la suspensión de cualquier tipo de “hostilidades” y la búsqueda junto a China y Estados Unidos de América de un Tratado de Paz definitivo que sustituya al armisticio que terminó las hostilidades en la Guerra de Corea en 1953.

El encuentro fue completo, incluyendo palabras de fuerte calado político como cuando Kim recordó de forma tácita las expectativas nunca cumplidas de otras reuniones similares y dijo: “Se puede conseguir un buen acuerdo pero lo importante es que se cumpla, porque si no se cumple decepcionaremos a mucha gente”. E insistió:”Vengo a poner fin a una historia de confrontación y resolver los asuntos que crean problemas en nuestra relación mutua”.

Esta es la tercera entrevista que mantienen las cabezas de ambas Coreas, tras la del año 2000 y la subsiguiente en 2007, con la diferencia de que en estas fue el presidente surcoreano el que se desplazó hasta Pyongyang, lo que daba una victoria diplomática y de imagen al norte.

El éxito del encuentro fue aprovechado por el presidente Donald Trump, que como acostumbra se adjudica indebidamente créditos como “gran adalid de la paz” y, de paso, trata de echar en cara los “errores” de anteriores administraciones estadounidenses. En una rueda de prensa con la mandataria germana Angela Merkel, de visita en Washington, Trump presumió: “Buscamos un futuro de paz, prosperidad y armonía, desbloquear un futuro más brillante no sólo para el pueblo de Corea, sino para todo el mundo…es algo que espero poder hacer por el mundo”…”En cualquier caso, en la búsqueda de alcanzar el objetivo (de la desnuclearización) no repetiremos los errores de anteriores administraciones”. Y concluyó: “Estados Unidos y todo su gran pueblo debería estar muy orgulloso de lo que está sucediendo ahora en Corea”. La próxima reunión de Trump con Kim Jong-un, está en puerta.

En fin, en la madrugada del domingo 29 de abril, como corolario de la reunión entre los líderes coreanos, el gobierno de Seúl anunció que el gobierno de Corea del Norte cerrará en este mes de mayo su silo nuclear de Punggye-ri, donde ha llevado a cabo seis pruebas atómicas desde 2006. Este anuncio es otro de los resultados de la “histórica” cumbre del viernes 27 de abril entre Moon Jae-in y Kim Jong-un. A veces la diplomacia si fructifica. VALE.