…el hombre no es únicamente esclavo del tiempo y de la muerte sino que, dentro de sí, lleva a otro tiempo. Y la visión instantánea de ese otro tiempo se llama poesía: crítica del lenguaje y de la realidad: crítica del tiempo.
Las peras del olmo
Los temas decisivos de la condición humana y el destino de la naturaleza constituyen parte de la imaginación artística que tocó Octavio Paz. Consciente de ello, fue una difícil tarea del poeta en contextos de banalización y extenuación de la razón. Sus premisas de base del discernimiento poético son la correspondencia universal y la reflexión en blanco. La poética en su acepción original de Poiesis excede el tenor meramente literario para exponer como visión del mundo por derecho propio, donde existen temas de introversión.
Lazos entre historia y poesía son complejos, sin embargo, no pecar de ignorancia que a pesar de su aspecto de racionalidad y de necesidad histórica son imágenes de regocijo y la gratuidad de la poesía que infunde los ideales humanos. Cuando la historia aviva la imagen se hace acto, sobreviene el poema: la poesía ingresa en acción, no obstante las vías a través de los cuales el poema desempeña los ofrecimientos de la historia son un recelo y el motín contra toda comprobación de domar la historia de la humanidad en patrones restringidos. Historia y poesía concuerdan en que las dos son la locución de la Utopía, la realización de una visión. Paz muestra la sedición poética en una firme crítica de sí mismo desarrollándose en un espacio aparentemente libre de todo compromiso político o social, ejemplo claro es el ángulo de dar un sentido verdadero a la existencia humana.
La poesía épica florece desde la apertura coronando las funciones de la historia y de lo debidamente estético. Homero, poeta y reminiscencia del pueblo griego sintetiza esta identidad oriunda entre poema y recuento. La representación de compendios de subjetividad poética entre el relato hace derribar las presunciones de la filosofía racional de la historia, se revelan en ella los símbolos del mito y de los valores épicos.
Octavio Paz indaga la libertad de toda conexión de orden intacta a su interior, desdobla un lenguaje propio que lo lleva a dar un primer paso a la autonegación de la poesía; el pensamiento hacia el verso libre se muda a una estética de las emociones, lo bello y lo excelso son terminaciones poéticas de exploración humana. Paz ilustra que es umbral de su negación como vehículo del sentido: el poema se desabriga de toda ansiedad expresiva, de todo significado; el lenguaje es totalmente infalible a la acción poética, hacer del poema un evento, un hecho real más que una simple obra, donde los párrafos son signos que tienen existencia autónoma; palabras de un lenguaje vivo de experiencia y movimiento en el universo.
Su obra poética es tan vasta que el camino recorrido por él en los últimos años es tan colosal que podríamos recapacitar que sobrellevó una transformación completa. Yo siento más bien un sumario de intensificación.
Ver al poema como un ente formado de frases cuya constitución íntima es el tiempo. El efecto confinado del tiempo sobre el hombre ha sido y será uno de los contextos más inexorables de la vida humana. Una cortapisa que tenazmente roe, frustra a aquellos que se dan cuenta de la paradoja de la vida, una encarnación del tiempo pero no del tiempo que cuñó el reloj, es la obra literaria que ubica Paz, de ese triple tiempo humano que ubica en el presente sólo para eternizar el origen del ser e imaginarlo en la meta. La pregunta por el tiempo figura en Octavio un asedio inquebrantable donde reflexiona; no vivimos el tiempo, él es quien nos vive.
Por supuesto, que un pensamiento no puede conjeturar dentro de sí otro estadio del ser que sea temporal, su poética está regido a investigar y debatir ese enigma primordial. El apremio del cual proviene —el pretérito— y el que anhelamos a devenir —el futuro—, lo que somos de lo que seremos, e inferirá Paz como guión del redescubrimiento tradicional oriental: “Todo es presencia, todos los siglos son este presente”. Este santiamén esgrime para Paz la objetivación del sujeto, la invariable hecatombe del “yo”. Para los zenistas el pasado es un actual del pasado, el futuro es también un presente que todavía no llega. La reciprocidad entre tres tiempos, el pasado, el presente y el futuro se considera a la de tres puntos en un círculo. El pasado puede leerse en el futuro y viceversa. Este soplo presente se extiende hasta la eternidad.
Todo poema es una totalidad, una disposición autosuficiente en su poesía, el tiempo es un ciclo cerrado: inicia con el día para finalizar de día, la causa y efecto, es decir “el karma” en la palabra budista se concreta al tiempo. Superar el tiempo es respirar del karma que es el origen del dolor, tanto los zenistas como Paz intiman de culminar el tiempo con “el instante”, el autor detalla un traqueteo como una partida de emanación con un sentido del presente que es perpetuo. “El presente es perpetuo/ Los montes son de hueso y son de nieve/ están aquí desde el principio/ El viento acaba de nacer/ sin edad/ como la luz y como el polvo/ Molino de sonidos”, de Viento entero.
La poesía; un lenguaje que conoce los fracasos y restricciones, por ello vislumbra las fluorescencias del silencio. El poeta mexicano enseña al hombre a establecer un trato con la poesía cuando deserta toda voluntad de control sobre la creación y se deja llevar por los impulsos del inconsciente, la poesía es la otra escena y el poeta el médium de sus revelaciones posteriormente de la creación el poeta se queda solo, son otros, los lectores que van a instaurar a sí mismo el poema. Frente al poema futuro el poeta está carente y desheredado de palabras, antes de la creación el bardo como tal no existe, ni después: es poeta gracias al poema. La tradición de la poesía contemporánea es una usanza en constante ruptura, el estilo y visión del mundo cambian con gradual presteza. El centro de la poética de Paz es la experiencia; la experiencia es el recelo sensual, intensifica el momento actual y es una herencia común, robustecida en el tiempo cíclico o natural en El arco y la lira, ultima con las siguientes palabras: “En el poema, el ser y el deseo de ser pactan por un instante, como el futuro y los labios. Poesía, momentánea reconciliación”, sin embargo, corre el riesgo de la fusión con el dominante que se prestaría como una generosa solución de la misma posibilidad de palabra.
Aquí termina la poética. Comienza el problema de la escritura como sucede en la poesía mística que trata de deleitar el ímpetu del lenguaje. Los poemas de este autor tratan de momentos negativos, momentos positivos y extáticos, estos últimos son el contenido de muchos poemas.

