Vida deportiva

 

Por Fernando Marcos*

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]E[/su_dropcap]l Campeonato Mundial de 1970, con sede en México, enfrentará un doble conflicto deportivo.

Por una parte, Europa contra América. Por la otra, dos concepciones deportivas radicalmente opuestas, tanto como opuestas son las sensibilidades de ambos mundos y los países que los integran.

Por supuesto, los demás continentes –África, Asia y Oceanía– no significarán una potencia desafiante, en opción por el título del mundo, sino una representación modesta que aspire, a través del torneo, a ganar una personalidad de la cual hoy, por desgracia, carecen todavía.

Pero, cuidado: Corea pertenecía en 1966 a este tipo de futbol no valuado internacionalmente y, sin embargo, puso a bailar en la cuerda floja a potencias ampliamente calificadas. Una de ellas, semifinalistas; la otra, con el prestigio de dos títulos mundiales conquistados.

Y es que el futbol africano, el asiático y el isleño-continental, poseen una capacidad de juego muy por encima de su reputación. Y eso, no pocas veces, tienen que pagarlo potencias bien prestigiadas que subestiman al rival, solo porque a priori lo han calificado de “insignificantes”.

Pero, en todo caso, la batalla final será entre Europa y sus “árbitros” –íbamos a decir: “sus árbitros” – y América y su potencialidad inspirada en una concepción elegante, y a las veces artísticas, de lo que es el juego del futbol.

América es el futbol arte; Europa el futbol potencia. Con esto ni pretendemos inventar el ajo molido ni descubrir la Patagonia. Pero siempre resulta importante señalar un hecho que puede inclinar el fiel de la balanza: el escenario de los Juegos.

México, con su altura sobre el nivel del mar, es un escenario propicio, a las grandes hazañas atléticas en pruebas de corto esfuerzo –corto en cuanto a su persistencia– y resulta muy difícil para quienes pretendan basar una victoria en 90 minutos de frenética y sostenida acción.

Eso, en cuanto a la teoría. Pero si intentamos reducir a términos prácticos nuestra afirmación anterior, tendremos que decir que los equipos europeos que en su Viejo Continente juegan con un hándicap de un 25% mínimo contra los americanos, verán invertidos ese hándicap por el solo hecho de actuar en México.

Fernando Marcos

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Aquí, por cierto, los “árbitros” europeos se verán mermados, por cuanto que el público mexicano –el jugador número 12– no gustan ni de la violencia desbordada ni de la injusticia manifestada. Por decirlo más claramente: en México no podrá tener lugar la asquerosa cacería del hombre cuyas consecuencias pagó en Inglaterra Edson Arantes do Nascimento, mejor conocido por Pelé.

Si Colunna, por decir algo, golpeara a Pelé en México como lo hizo en Inglaterra, Colunna tendría que salir de la cancha escoltado por granaderos. Lo alevoso es algo que el mexicano no tolera ni perdona.

Además en México será preciso jugar un futbol “administrado” celosa e inteligentemente. Los cambios de ritmo de Brasil, por ejemplo, son el más elocuente argumento a favor de esta tesis.

Si lo europeos pretenden imponer la cacería del hombre por el hombre –en aras de un “vigor” convenenciero y que no es más que brutalidad– no se les permitirá. Y si pretenden desbordarse físicamente a lo largo de 90 minutos, le ocurrirá lo mismo que le pasó a Bobby Charlton, bujía inglesa, que en México y en Brasil sólo fue un exhausto fantasma de sí mismo, agotado, exprimido, exigido más allá de la humana resistencia. Este hecho vuelca el hándicap a favor de América que, con esta ventaja ambiental, podrá igualar, y aún superar   la por ahora evidente ventaja europea en contiendas internacionales de balompié.

América ha completado ya el núcleo de sus representantes. Nos ofrece lo habitual en torneos mundiales –en México, Brasil, y en cierta medida Uruguay– y nos presenta novedades en el grupo: El Salvador –primer país centroamericano que toma parte en un torneo mundial– y Perú, con mayores méritos que los que habitualmente se le conceden. De hecho, a Perú lo habían frenado la indisciplina y la soberbia innatas a sus jugadores; pero, desde el momento mismo en que la disciplina impuesta por Didí, y su autoridad –fruto de su prestigio internacional– se manifestaron en el ánimo de los jugadores, Perú debe ser considerado como una potencia capaz de poner en predicamento aún a los mejores del mundo.

La ausencia de Argentina no influye en el panorama, por cuanto que los pamperos –maestros de balompié– nunca han significado en los torneos mundiales– con la sola excepción del primero, jugando en Uruguay– otra cosa que la chispa del escándalo y el lamentable espectáculo del antideportivismo neto. Tal vez extrañemos a Chile, que si bien no tendría mayores aspiraciones al título, sí sería un buen personaje en cuanto a la calidad y la espectacularidad del futbol.

Así pues, América envía lo mejor que tiene actualmente. Y sólo cabe esperar que Brasil se haya encontrado definitivamente a sí mismo –al nivel de sus grandes hazañas– para que el torneo por la diosa Jules Rimet resulte notable. De hecho, si Brasil sigue actuando a lo grande, será un sólido aspirante al titulo mundial, por cuanto que en México no permitiremos que “los arbitrios” europeos actúen en su contra.

Europa ha visto eliminadas a potencias tradicionalmente poderosas como Portugal, España, Yugoslavia y a naciones que eventualmente  producían grandes equipos de futbol –Francia, por ejemplo, notable en el mundial de Suecia–; pero tiene ya asegurada la representación del Campeón del Mundial, Inglaterra, que ha tomado debida nota de las ventajas y las inconvenientes del medio ambiente mexicano, a través de los estudios realizados por le áspero, pero inteligentísimo, Sir Aldred Ramsey. Puede tener también la representación de un doble campeón mundial –Italia– que en este medio que no permitirá la violencia artera, podría actuar como lo que es: el mejor futbol que se practica en el mundo. En los torneos mundiales, Italia no suele entregarse a la pelea con todos sus recursos. Son más que sabidas las razones que impiden a sus estrellas jugarse la integridad física y la bonanza económica frente a una cuadrilla de desesperados; pero en un ambiente en el que México impondrá la decencia, Italia puede ser la gran figura del torneo y quedarse en posesión perpetua del trofeo Jules Rimet, que ya ganó en dos ocasiones, por cierto consecutivas.

Por su puesto que si Italia fallara en clasificar para México, vendrá en su lugar otra superpotencia del futbol mundial: el equipo de Alemania Oriental, llamado como ellos lo desean, República Democrática Alemana. Y negar que este sector de la vieja Alemania es poderoso en futbol, sería intentar negar la validez del teorema de Pitágoras, pongamos por caso. 

El mundial de México verá en acción al subcampeón mundial del torneo celebrado en Inglaterra. Hablamos, por supuesto, del equipo de la República Federal Alemana. Como vemos, la lista de “grandes” que estarán presentes en México crece y crece…

Pero hay todavía más. Hungría o Checoslovaquia, ambos de primerísimo cartel, estarán también aquí. Y ya sea que Hungría venza –es el campeón olímpico y tiene un equipo bien integrado y aceitado para el mundial– o que se imponga Checoslovaquia – dos veces subcampeón del mundo– el grupo estará muy bien representado.

El grupo 1 europeo no enviará una novedad: Rumania o Grecia. Ninguno de los dos países posee una larga lista de hazañas internacionales; pero ambos son dueños de un futbol apasionado y poderoso, fuerte y agresivo, capaz de poner en jaque a los mejores. Esto lo decimos porque hemos tenido el privilegio de verlos jugar y sabemos de lo que estamos hablando, porque lo hemos constatado y no porque nos basemos en perezosos lugares comunes o en etiquetas inmutables que condenan a la inmovilidad negativa a equipos relativamente nuevos en el ámbito mundial. Si Grecia y Rumania no han alcanzado un sólito prestigio internacional, eso no quiere decir que no puedan conseguirlo en el actual mundial.

Ya ha ocurrido otras veces este fenómeno. Bástenos recordar lo hecho por Uruguay, totalmente desconocido en el mundo del futbol, y que se presentó a él para ganar dos olimpiadas y un campeonato mundial, en forma consecutiva. Antes de esos eventos, nadie conocía, no ya digamos al futbol uruguayo, sino al propio Uruguay, al grado tal, que uno de sus más conocidos periodistas pudo decir, con toda razón: “dos patadas certeras pusieron a Uruguay en el mapa mundial”.  

Tal vez ni Rumania ni Grecia pueden repetir la hazaña uruguaya; pero tampoco hay nada que permita, por ahora, decir que no lo harán, en igual o en semejante medida.

Suecia es, acaso, el equipo más flojo de Europa, puesto que Bélgica ha nacido –renacido sería mejor dicho– al futbol de alta competencia y será uno de los equipos que más guerra dé, dentro de las limitaciones que el futbol “fuerza” sufrirá en México. Nos queda, como otro participante aún no clasificado, pero en vías de hacerlo, el equipo nacional de la Unión Soviética, que no es ni ha sido nunca un caramelo para nadie.

Así pues, concretemos: Europa participará con Inglaterra; Hungría o Checoslovaquia; Italia o Alemania Oriental; Rusia; Bélgica; Alemania Occidental; Bulgaria (casi seguramente) y Grecia o Rumanía, con Suecia como noveno participante.

Ciertamente España es una dolorosa ausencia, pero España no está ahora –y eso lo hace el propio Presidente de su Federación– a la altura de su prestigio mundial. También faltará Portugal. Pero los lusitanos sólo han tenido una luz  cegadora durante un mundial y han sido víctimas dóciles en todos los demás, por lo que su ausencia no significa detrimento en el programa.

Negar que este es un buen “reparto” sería torpe o malintencionado. Y ahora, hablemos de América:

México –y ojalá que las cosas se hagan bien– es la máxima pauta de interés para el torneo. Uruguay, Perú, El Salvador y Brasil representan, sin duda alguna, lo mejor de sus respectivas zonas.

El grupo africano está representado por Marruecos, una positiva novedad y podrá estarlo, también, por Rodesia o Israel, en tanto en el grupo oceánico bien pudiera acudir con Australia sustituyendo a los israelitas.

Ciertamente, dentro de los 16 representantes, hay alguno francamente débiles o desconocidos. Pero si son solamente desconocidos, podrán saltar a la fama a base de sus hazañas. Y si no son poderosos, que […] eliminados en la rueda de los octavos de final. Cuando los cuartos de […] empiecen, y con ellos los partidos eliminatorios, quedarán representados los cocho mejores países del mundo en materia de futbol. Y se hará cumplido con otra finalidad de la Copa del Mundo: difundir y fomentar el futbol a todo lo largo y a todo lo ancho del planeta.

Por eso, ante afirmaciones temerarias o malintencionadas, decimos ahora y el tiempo lo va a probar: En México 70 estará lo mejor del mundo.

Punto.

*Texto publicado el 12 de noviembre de 1969 en la Revista Siempre! Número 855