El oído es uno de los cinco sentidos que aportan al ser humano datos e información esenciales para interactuar con la sociedad y su medio ambiente.

La simple falta de uno de ellos, en este caso, del sistema auditivo, obliga a la persona a llevar una vida diferente, fuera de la normalidad y expuesto a una serie de eventualidades que dificultan la realización de acciones tanto en tiempo como en forma.

Este es el caso de Sara Márquez, miembro del comité directivo de la Asociación de Deportes para Sordos del Estado de México, para quien su vida y su mundo depende de las señas, de las palabras trazadas con las manos y los dedos.

La sordera es una deficiencia física que impide el desarrollo académico de las personas que lo padecen. Se sabe, por ejemplo, que los sordos pueden realizar estudios, aunque de manera muy limitada. Hay quienes han cursado la primaria, pero la mayoría la concluye sin siquiera saber leer o escribir.

En México nacen aproximadamente seis mil niños con deficiencias auditivas de diversos niveles, tanto parcial como total: el 50% de ellas son indeterminados, un 25% tienen origen genético y el restante 25% se adjudica a otros factores como los riesgos accidentales. En todos los casos, la sordera afecta directamente apreciación auditiva de tal manera que no sólo los denigra, sino que los margina económica y socialmente.

“La asociación, de la que su servidora forma parte de la directiva, es un organismo altruista, no lucrativa y de servicio voluntario que se extiende a facilitar la educación académica a fin de desarrollar la adquisición de la Lengua de Señas Mexicana (LSM) a fin de acceder a una formación de su razón humana y productiva con la sociedad. También buscamos que nuestros miembros accedan a empleo y a fomentar su emancipación, entre otros objetivos”, dijo Márquez.

Carencia de personal calificado

La tarea se complica sobre todo por la carencia de personal especializado. Para la atención del sordo, es necesario cambiar el mundo, prácticamente voltearlo al revés y reorientarlo a la interpretación visual y la intuición meta acústica, basada en recuerdos sonoros que permiten darle significado a las sensaciones y emociones personales.

“Actualmente buscamos que se formen interpretes de la LSM y facilitar acceso a escuelas, según el nivel académico. También gestionamos algunos empleos y difundimos la LSM entre maestras que tienen alumnos sordos. En síntesis, apoyamos a nuestros afiliados a avanzar en su formación para que en el deporte se refleje su capacidad”, comentó.

Un poco de historia

La organización fue fundada en 1991 con sede en Toluca, Estado de México. Ana María de la Cabada Gallegos es su actual presidente. Se trata de la sobrina del escritor Juan de la Cabada. Su padre fue Francisco de la Cabada, alcalde de Ciudad del Carmen, Campeche. Era medio hermano del escritor mexicano y además padecía sordera.

“La asociación ha atendido a alrededor de 800 sordos tanto afiliados como no afiliados con actividades enfocadas al deporte. En realidad, nuestro compromiso ha ido más allá de las pistas deportivas, pues hay trabajo inacabable y duramente arduo tras bambalinas”, afirma Márquez.

“Los hechos nos respaldan en los triunfos palpables en las medallas y trofeos a nivel internacional como los juegos olímpicos para sordos, principalmente en competencias de atletismo, futbol, basquetbol y voleibol, entre otros deportes, lo que nos ha dado la oportunidad de desarrollar un enfoque para ayudar a construir al ser humano que tiene el potencial de ser productivo y aportar a la sociedad un avance mas humanista”, indicó.

Deportes y sordera

Al ver la denominación de la Asociación, salta la pregunta del porqué se trata de un organismo de sordos enfocada en el sector deportivo. Sara destaca que durante años, a la comunidad audio discapacitada sólo se le permitía realizar actividades deportivas, “era la única forma de tolerar su diferencia y, sobre todo, de su forma de comunicarse con los demás”, dijo.

“Mediante el deporte se creó la tolerancia que necesitábamos para  comunicarnos, es decir, a través de la Lengua de Señas Mexicana que, hasta nuestros días, ha estado expuesta a ataques constantes de discriminación (tolerancia es la palabra más acertada pues no había ningún reconocimiento oficial en los programas educativos)”, explicó.

“En aquellos años, la educación especial “efectiva” señalaba que no debían de comunicarse con las manos porque, según ellos, se hacen flojos para hablar y ya no van a ser normales o se van a hacer “ignorantes”.

Esto era lo que pregonaban maestros denominados “oralistas” como los Berruecos, Octavio Díaz, entre otros que se me escapan sus nombres”, afirmó.

“Ellos nos veían como personas enfermas “sordomudas” a las que hay que rehabilitar, hacerlas hablar para ser normales como los demás; ese enfoque medico-asistencial ha resultado un craso error, que no pecado, de los que dirigen los programas médicos y educativos: el resultado es un 95% de un severo analfabetismo”, indicó.

Sara comenta que ha sido a través del deporte como se establece un nexo de convivencia entre los compañeros sordos, sobre todo a través del futbol, y no duda en decir con buen humor “estamos unidos por la pelota”. Ella en especial practica atletismo y natación. Es sorda con pérdida total sin restos auditivos desde nacimiento.

¿Discapacitados o discriminados?

“La historia de la educación de los sordos es fascinante, pues por un lado se nos considera discapacitados y, por el otro, una etnia cultural que ha sido aplastada en todos sus derechos. ¿Como considero la situación  de las personas con discapacidad? ¿Qué debo pensar o decir? ¿Qué hacen para ganarse el pan los que no saben leer ni escribir y no tienen una lengua para comunicarse?”, cuestionó.

A manera de ejemplo, se basa en una afirmación hecha por Juana de Asbaje: “a veces callar es mejor a no poder decir, por no caber todo lo mucho que hay que decir”. “Ojalá me sirva de mucho explayarme a las abominables injusticias educativas y académicas, practica común de la Secretaría de Educación Pública”, dijo.

“¿No es abominable que el 95% de sordos esté en analfabetismo, no sólo de leer y escribir, sino de conocimientos del idioma o apocales. ¿Acaso no es lamentable que no exista un programa donde se capacite a profesores para comunicarse con niños sordos en su lengua nativa, es decir, la LSM? Prácticamente es una fabrica de limosneros, las escuelas de educación especial, si bien salen con el certificado de primaria, su escritura del español resulta ser rudimentaria. No conocen lo mínimo de la historia de México, que es tan fascinante y ni siquiera pueden el libro más valioso de la humanidad: la Biblia”.

La falta del sonido es un mundo mutilado, uno donde el movimiento puede ser percibido, pero no prevenido ni alertado, mucho menos que permita el acceso al conocimiento y la preparación profesional; es una condena al silencio ignorante.

Educación para sordos

“Debe haber maestros sordos para niños sordos en todo el país. Maestros que dominen la Lengua de Señas Mexicana, que tengan amplias nociones del alfabeto en ese idioma, que realmente dominen español y la LSM. Debe existir una educación verdadera para sordos. Debe haber un camino que señale a los padres por dónde peregrinar en las escuelas acertadas; ahí es otro factor. Muchos padres siguen obsesionados de manera enfermiza con que sus hijos sean normales y hablen y oigan como todos los demás, no lo asimilan, no los aceptan; debe haber una guía para ellos”, recomendó la experta.

La delgada línea de la inclusión sólo se teje a través de la Lengua de Señas Mexicana, algo para lo que pocos se interesan en aprender y en tolerar; una terrible verdad para los marginados del silencio.

“No hay milagros”

“Es en la diversidad y adversidad cuando proyectamos nuestro amor y potencial que hay que trabajarlo, nada es un milagro. Lo que tenemos es sólo nuestro amor y potencial, hay que trabajarlo, no hay milagros, hay que esforzarse mucho”, recalcó Sara.

“Es necesario que personal como médicos no pregunten: si eres sordomuda, ¿cómo es que hablas? ¿cómo es que sabes leer y escribir? Esas preguntas sólo reflejan una profunda ignorancia y revelan un misterio desconcertante para muchos, pero no… no hay secretos: es sólo el resultado de un trabajo acertado”.

“Algunos, lo logran por padres pudientes, son casos aislados; pero sólo es un 5 por ciento. Otros, —pocos—, sí apoyan a sus hijos, pero muchos no saben ni siquiera o de plano, no pueden hacerlo. Al final, los deben mantener en la calle. Tenemos que buscar nuestro sustento en oficios irregulares como vendedores ambulantes, ya sea en la calle o en el metro, en los camiones, en los cruceros de calles o carreteras, etcétera”, concluyó.