“Sí, el futuro es de los grandes capitales y de los esfuerzos centralizados de las grandes masas. Toda la industria y todo el comercio, acabarán por no ser más que un inmenso bazar único, donde la gente podrá proveerse de todo” Émile Zola.

El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) fue ratificado por once países de Asia, Oceanía y América el pasado mes de marzo. Si bien fue un triunfo de los gobiernos de estas naciones por establecer acuerdos trasnacionales que permitan acelerar el comercio, exportaciones e intercambio comercial, también supuso el desafío de continuar adelante con la negociación sin un mercado clave como Estados Unidos, que decidió retirarse de las pláticas tras la negativa del Presidente Donald Trump de participar.

En ese sentido, Nueva Zelandia quedó como país depositario del CPTPP, por lo que las diferentes cancillerías debían notificar por escrito su inclusión al tratado internacional, lo cual se concretó con la inclusión de Australia, Brunei Darussalam, Chile, Canadá, Japón, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam. En este contexto, ¿Qué beneficios puede traer a esta pequeña nación fungir en tal calidad? En un principio es un triunfo de su diplomacia, ya que abre mercados y estrecha vínculos comerciales con sólidas economías, en su mayoría países afiliados a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos​ (OCDE).

Nueva Zelandia es un país que tiene mucho que ofrecer a los firmantes del CPTPP, es una democracia modelo en todo el mundo debido a la transparencia en sus métodos, así como a sus innovaciones, fue el primer país del mundo donde votaron las mujeres en 1893, su población es menor a cinco millones de habitantes esparcidos en tan sólo 268 mil kilometros2. De acuerdo con la Organización Mundial de Comercio (OMC) el valor del comercio exterior de este país es de 70,886 miles de millones de dólares anuales, de los cuales 34,357  miles de millones corresponden a las exportaciones que realiza, con productos principales como carne de res, oveja o cabra, mantequilla, madera y productos lácteos. En contraste, las importaciones fueron por 36,528 millones de dólares; destinados principalmente a las compras de energéticos (petróleo, aceites y derivados); así como artículos de transporte como automóviles, camiones, helicópteros o aviones.

En materia económica Nueva Zelandia puede proporcionar a sus socios comerciales estabilidad basada en crecimientos entre 3% y 4% del Producto Interno Bruto (PIB) anual, el cual se sitúo en 182 mil millones de dólares en 2016, con un promedio per cápita de 38 mil 278 billetes verdes por habitante. La inflación y el déficit público es menor de un punto porcentual, y un desempleo que tan sólo afecta a 5% de la población económicamente activa. Su moneda local, el dólar neozelandés aumentó su valor frente a la divisa norteamericana al ubicarse en 1.43 unidades en el marco del medio siglo de su puesta en marcha. Esta fortaleza se refleja en las Islas Cook, Niue, Tokelau y las Islas Pitcairn que adoptaron al dinero de Nueva Zelandia como forma cotidiana de pago

El índice de Competitividad Global 2017-18 ubicó a esta nación de Oceanía en el lugar 13 de 137 países evaluados (México fue el número 51); mismo lugar a escala mundial de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano 2016; y el 1 de 190 del Doing Business 2018. Además, es miembro del Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Si bien con el CPTPP Nueva Zelandia tendrá libre comercio con otras naciones de Asia y América Latina; sus principales socios comerciales -salvo Japón, Australia, Singapur y Malasia) no están entre los países firmantes, tal es el caso de Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, Alemania, Tailandia o los Emiratos Árabes Unidos. Por tanto, el nuevo tratado brinda una oportunidad interesante al gobierno de Wellington de ampliar sus mercados, lazos comerciales e intercambio cultural con nuevos socios, tales como Canadá, México, Perú o Chile.

La lejanía geográfica de sus nuevos consumidores es uno de los desafíos que los neozelandeses están dispuestos a enfrentar, ya que mercados como Canadá o México quizás sean los que a mayor distancia estén desde el archipiélago, lo que si bien pueden encarecer sus productos también está la ventaja que, sin tener aranceles, el CPTPP se convierte en una herramienta que les permite mejorar su competitividad y ganar terreno en regiones que están del otro lado del mundo.

Otra ventaja que tendrá Nueva Zelandia es una posible disminución de precios en las importaciones, sobre todo de los hidrocarburos procedentes de Brunei o Malasia, lo que al final tendría un beneficio directo en la población. Asimismo, al firmar el acuerdo con Japón, Canadá o México puede acceder a mejores ofertas en compra de vehículos, lo cual fortalece el comercio alterno de productos que Estados Unidos debió proveer, pero ante su salida del acuerdo hay otras economías que buscarán llenar el nicho vacío.

Nueva Zelandia es un país de primer mundo, y como nación depositaria del CPTPP fortalece su vinculación con países de la cuenca del pacífico. Ha logrado un importante liderazgo en Oceanía, y ahora, al igual que lo ha hecho el vecino Australia, busca integrarse con mercados destacados de Asia y crecer del otro lado del Océano Pacífico. Un acierto diplomático puede traer beneficios tangibles a su población.

El autor es posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá de Henares.