Por Paulina Figueroa

 

“¿Qué cosa es el cuerpo cuando alguien lo desprovee de nombre, de historia, de apellido?… Cuando no hay faz, ni rastro, ni huellas, ni señales… ¿Qué cosa es el cuerpo cuando está perdido?” (Antígona González, de Sara Uribe)

 

 

La Patrulla Fronteriza registró más de 6 mil muertos entre 2000 y 2017, según The New York Times. El ex agente Francisco Cantú trabajó de 2008 a 2012 en el desierto, a lo largo de la frontera con México, cruzando territorios inhóspitos bajo un sol implacable. Levantó los cadáveres de quienes se quedan en el camino y auxilió a los sedientos. Atormentado por interminables pesadillas, abandonó la Border Protection Patrol (conocida por su siglas en ingles) y decidió dejar rastro de su angustia feroz en La línea se convierte en río. Una crónica de la frontera (Debate, 2018).

“Es un peligro tener fronteras. En los últimos 18 años han muerto más personas tratando de cruzar la línea que las personas que murieron en los ataques del 11 de septiembre”, aseguró a Siempre! Francisco Cantú, descendiente de inmigrantes mexicanos.

Francisco Cantú, autor del libro.

Francisco Cantú, autor del libro.

-¿Cuál es la causa que impide a los agentes cruzar al otro lado? Fue una pregunta que no pudiste responder mientras eras agente. Después de tu renuncia en la Patrulla Fronteriza, ¿has podido responderla?

Lo difícil dentro de la Patrulla es que todos los agentes han sido entrenados para pensar de una cierta manera. Pensamos en el migrante como un criminal y estamos condicionados durante el entrenamiento a usar palabras como “enemigos” y “criminales”. Como institución de EU, su política es de guerra. Es una cultura del viejo oeste y eso, en primer lugar, impide que un agente cruce al otro lado. No nos enseñan a pensar que lo que está sucediendo con la migración es una crisis humanitaria, nos enseñan a ver una crisis de criminalidad. Dentro de la cultura de los agentes no se nos permite mostrarnos vulnerables ante nuestros compañeros. No se habla de los sentimientos. Es una cultura machista. Muchas veces yo bloquee mis sentimientos.   

-Explicas que saliste de la Patrulla Fronteriza porque no era un trabajo para ti. ¿Qué características debe de tener un agente para poder vivir en ese mundo?

Es necesario separar los sentimientos de los deberes. Desde mi punto de vista para ser un “buen agente” es necesario comunicarse con los migrantes, actuar de manera humanitaria y asistir a las personas que necesiten agua y comida; pero esa no es la imagen que un agente debe mostrar, la institución no está promoviendo ese perfil. Para la Patrulla Fronteriza un buen agente es aquel que se muestra optimista y siempre está agarrando gente y drogas. La realidad de ese trabajo es muy diferente porque hay una crisis humanitaria y no se toca el tema de esa manera sino que se habla de invasión.

-Una migrante de Guerrero a la que limpiaste sus pies llenas de ampollas, te miró y te dijo que eras un “oficial humanitario” y lo negaste, ¿por qué no te defines así?

Sí es posible ser un agente humano. Sí puedes tratar a la gente con respeto. Es cierto que hay muchos agentes que están ayudando a la gente perdida, pero tenemos que reconocer que esos agentes están trabajando dentro de una institución inhumana porque las políticas de Estados Unidos han forzado a los migrantes a cruzar en las partes del desierto más peligrosas. Es muy difícil aceptar que te digan que eres bueno o malo trabajando dentro de un organismo con esas características que destilan crueldad.

-México y el mundo viven una crisis de violencia en contra de los migrantes, en donde diariamente mueren miles de personas. Relatas un sueño en donde te haces las preguntas: “¿Cómo es que viven con el miedo?” “¿Cómo sobreviven?” Desde tu experiencia, ¿cuáles son los factores que llevan a un migrante dejar atrás ese miedo?

Hemos creado una versión del infierno y hemos traído mucha más violencia a la frontera a través de las políticas migratorias que actualmente tenemos. Estamos hablando de migrantes centroamericanos que están huyendo de la violencia en sus países y se encuentran cruzando varías fronteras para llegar a Estados Unidos. Cruzan la frontera de Guatemala, que es otro infierno, y después tienen que pasar por todo México, a veces en la Bestia, otras a manos de traficantes. El cuerpo del mismo migrante se ha convertido en mercancía.

Mucha gente cruza porque intenta reunirse con sus familiares, otros huyen por una amenaza de muerte. Cruzan porque creen encontrar la posibilidad de seguir viviendo, sin embargo, la posibilidad disminuye cuando ya están del otro lado. No importa qué tan difícil sea cruzar, la gente buscará pasar. Se está utilizando la palabra “migrante” para no usar la palabra “refugiado” porque no queremos reconocer la violencia como una guerra.

Cada vez que hay un nuevo presidente y se tiene la oportunidad de cambiar las políticas migratorias se llega al mismo punto: más policía fronteriza, muros y lo único que se logra es orillar a la gente a cruzar por lugares más peligrosos. Estamos viendo que los migrantes no importan, se cree que no son seres humanos.      

-La familia de José tomó un papel importante durante su proceso de extradición. En general, la familia forma parte fundamental en tu libro. Incluso, tu mamá es un personaje antagónico. ¿Qué importancia tiene el tema familiar en este fenómeno del siglo XXI llamado migración?

La familia es casi todo. En Estados Unidos hay republicanos bajo la retórica de Donald Trump, que han empezado a usar un cierto lenguaje para referirse a los migrantes. Se dice que la mayoría de las personas sin documentos que está buscando trabajo en Norteamérica no tienen familia, por lo tanto no se debe de tener compasión por ellos.

La frontera ha separado a muchas familias, se está negando que haya una conexión familiar.

-Trump calificó a los inmigrantes como “animales”, luego matizó diciendo que son los de la Mara Salvatrucha, ¿qué personajes son los que realmente ponen en peligro a EU?  

Es un peligro tener fronteras. En los últimos 18 años han muerto más personas tratando de cruzar la línea que en los ataques del 11 de septiembre. Tenemos que culpar a las políticas de Estados Unidos, a los narcotraficantes y a los traficantes de personas. La semana pasada salió una noticia en donde se menciona que la Patrulla Fronteriza no está reportando el número exacto de muertos en la frontera, están escondiendo las verdaderas cifras. Cuando un gobierno hace eso estamos hablando de una guerra sucia.    

-Desde tu experiencia, ¿cuáles serían las soluciones para remediar este tema tan complejo?

No soy político y como escritor mi trabajo es hacer preguntas y promover que más personas sigan cuestionando y vean la situación migratoria con complejidad. Rechazo la retórica que nos dice que todos los migrantes son la misma mafia. Sabemos que tenemos un sistema roto que está causando muerte. Tenemos que acabar con la idea de construir muros. Tenemos que reconocer que hay una crisis humanitaria y tenemos que terminar con la muerte en el desierto. Hay que humanizarnos y escuchar las historias de los migrantes porque ellos son los que conocen la realidad y arriesgan su vida.

-¿Qué significa para ti la frontera? 

Las fronteras son una construcción política. Mi mamá fue guarda bosques y yo crecí en un ambiente natural, me enseñó a ver el paisaje de la frontera como uno solo. Tenemos que tener una historia sin frontera, la gente siempre ha migrado desde el centro de México al norte de Estados Unidos para conocer la cultura del país. Las historias de los migrantes que escuchamos pertenecen a los dos países y tenemos que verlo así.