El pleito ya existía, pero ambas partes se manejaban con reserva. Los grandes empresarios no quieren a Andrés Manuel y éste tampoco a ellos. Los señores muchaplata temen que el tabasqueño les cancele contratos generosísimos (los de la minería, por ejemplo), y López Obrador sabe o intuye que la gente del gran billete se mueve en las sombras, como en 2006 y 2012, para detenerlo a como dé lugar.
Por supuesto, los caudillos del parné arrastran a su clase sin mucho problema. Salen a publicar un desplegado y tras de ellos —con excepción de las agrupaciones de pymes, que son mayoría en el empresariado— van todos los organismos patronales que firman alegremente sin detenerse a analizar qué tanto encierra de verdad el documento signado y sin reparar en las consecuencias, pues se trata de una declaración de guerra contra el candidato puntero.
El pleito del abanderado de Morena es con algunos barones del Consejo Mexicano de Negocios. Con ellos está el Consejo Coordinador Empresarial, la Concamin, la Coparmex, la Asociación de Banqueros, los dueños de las aseguradoras, la antes progresista y respetable Canacintra, por supuesto la ANTAD, que agrupa a los poseedores de tiendas de autoservicio, los que manejan el negociazo de las Afores, la Canaero que aglutina a los dueños de líneas aéreas, y así…
Tras los buques de gran calado navegan algunos yates no muy grandes e infinidad de lanchitas, como los membretes estatales y municipales de la Coparmex, sí, la misma que en otro tiempo se opuso tenazmente al libro de texto gratuito y otras políticas públicas.
En fin, que todos ellos cantan a coro que López Obrador nos va a llevar a otra Venezuela, y a pie, con tanto bache que hay en los caminos. Admiten, eso sí, que hay “problemas de inseguridad, pobreza y falta de Estado de Derecho”, así, con mayúsculas. Omiten, sin embargo, que este desastre de país se lo debemos a los gobiernos del PRI y del PAN, que lejos de reducir las desigualdades y de promover el crecimiento económico y el empleo, han optado por aliarse con los que ahora encabezan la protesta. ¿Me estás oyendo, Anaya?
Y uno se pregunta por qué su pleito es con el líder de Morena que ni siquiera ha estado en la Presidencia de la República, y no con los candidatos del PRI y del PAN, partidos, esos sí, que al gobernar tan mal nos arrastraron hasta la triste situación en que ahora estamos. Y uno, malpensado, tiene derecho a creer que los supercapitalistas son suicidas, pues de otro modo no se entiende tanto barullo.