Estamos a un mes de que los ciudadanos acudamos a las urnas para elegir al nuevo presidente de la república y a los integrantes de ambas cámaras del Congreso de la Unión, 128 senadores y 500 diputados federales.

Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, aparece con una amplia ventaja, dos a uno respecto a Ricardo Anaya, abanderado de la coalición Por México al Frente, que unió al PAN, PRD y Movimiento Ciudadano; y casi tres a uno respecto a José Antonio Meade, del PRI, junto con el PVEM y el Panal.

Este proceso electoral presenta varias particularidades. Es la primera elección en la cual uno de los candidatos aparece con tal ventaja en las intenciones de voto y, por las tendencias que hasta el momento se registran, probablemente sea el presidente que tenga la mayoría en ambas cámaras en el Congreso de la Unión desde 1994.

Estas intenciones de voto, que se harán realidad en un mes, expresan de manera clara la desaprobación que la sociedad hace del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. También ponen de manifiesto el rechazo de la población a los partidos PAN y PRD  y al candidato Ricardo Anaya, que ya ejercieron el gobierno —el PRD desde hace 21 años en la CDMX—, pero que mantuvieron vigente el mismo  proyecto.

En suma, a un mes de las elecciones, queda claro el hartazgo de la mayoría de la ciudadanía por los partidos y los políticos que por tres décadas han conducido el país.

La  inmensa mayoría de la población quiere un cambio. Una alternativa diferente a la que ofrece la continuidad del PRI. No cree en la propuesta del PAN aliado con el PRD y MC. Andrés Manuel López Obrador aparece como el gran depositario de la confianza ciudadana en el combate a la corrupción, en la mejora de la economía familiar, en la defensa de la soberanía, en el combate a la delincuencia. El movimiento que encabeza López Obrador se ha vuelto plural, multitudinario y poderoso.

En el mes que resta de campaña, se verán los intentos del statu quo por aferrarse al poder. Las alianzas de último minuto, las acciones desesperadas, los nuevos episodios de la guerra sucia, la utilización de los programas sociales, pero, al final, y esto es muy importante, se tendría que expresar la vocación democrática de los contendientes y de las instituciones, particularmente del INE y del Tribunal Electoral.

En esas horas definitivas del próximo 1º de julio, el Presidente de la República jugará un papel fundamental. Todos recordamos cómo en la noche del 2 de julio de 2000, el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León habló con Vicente Fox, felicitándolo por su triunfo; después de esta llamada, el relevo se llevó a cabo de acuerdo a lo que establece un régimen democrático.

La llamada del Presidente al candidato ganador dio certeza y abrió una nueva etapa política en México. ¿Qué hará el presidente Peña Nieto en la noche del 1º de julio? Por el bien de la República y el destino de la democracia en nuestro país,  todos esperamos del titular del Ejecutivo un comportamiento de demócrata y de un hombre de Estado.